?Golpe o pasi¨®n por la pol¨ªtica?

En estas horas cruciales para Brasil es importante enfocar las diferentes lecturas de lo que est¨¢ ocurriendo en la sociedad y en las instituciones. Insistir s¨®lo en lo del golpe es peligroso, sobre todo porque, seg¨²n los sondeos, es la gran mayor¨ªa la que pide un cambio, angustiada por una crisis econ¨®mica que ya alcanza a las clases medias y especialmente a los m¨¢s pobres.

Brasil, con sus nervios a flor de piel, ha resucitado a la pasi¨®n por la pol¨ªtica de otros momentos hist¨®ricos, lo que genera -como todas las pasiones- sentimientos encontrados que pueden producir perplejidad y dolor.

Peor ser¨ªa, sin embargo, un pa¨ªs ap¨¢tico, al que la pol¨ªtica le fuera indiferente ya que, cuando se deja al albur de los pol¨ªticos los destinos del pa¨ªs es m¨¢s f¨¢cil que se incuben tentaciones autoritarias.

La mejor defensa de la democracia la constituyen los electores, conscientes de ser ellos los sujetos de la misma. Para ello es normal que existan puntos de vista distintos y hasta opuestos, ya que, en pol¨ªtica y en democracia, no existen dogmas de fe, sino la aceptaci¨®n de las diferencias capaces de convivir sin guerras.

Se critica en estos d¨ªas a los electores de acosar a quienes designaron para representarles en el Congreso. Peor ser¨ªa que a los ciudadanos les diera lo mismo.

Tras haber vivido la larga dictadura espa?ola, me causan miedo quienes se jactan de que no les interesar la pol¨ªtica, ya que, al final, es ella la que determina buena parte de nuestra felicidad o infelicidad, o la posibilidad de vivir en libertad o en tiran¨ªa.

Esa pasi¨®n que los brasile?os est¨¢n viviendo por la pol¨ªtica, aunque a veces sea con tumulto y enfrentamientos, es tambi¨¦n el mejor ant¨ªdoto para las instituciones que no dejan de ser sensibles a la voz de la calle que las vigila y juzga.

Ser¨ªa peligroso -e injusto- en este momento que pueda crearse la imagen de un pa¨ªs en v¨ªsperas de un golpe autoritario. Afortunadamente, Brasil no es Venezuela. Con luces y sombras, sus instituciones est¨¢n vivas y vigilantes. Aqu¨ª late el deseo de castigar y aislar a los pol¨ªticos corruptos dando en esto un ejemplo a muchos otros pa¨ªses.

Y es palpable la exigencia de los ciudadanos de una vuelta a una econom¨ªa saneada del cataclismo que la aflige y que no corresponde a la riqueza y a la vitalidad de un pa¨ªs-continente como Brasil. Crisis econ¨®mica de la que los menos responsables son los que la sufren.

Que el domingo sea, con cualquiera de los resultados del proceso de destituci¨®n contra Rousseff, una fiesta de la democracia, capaz de ser aplaudida por el mundo. Con toda la pasi¨®n, creatividad y convicci¨®n que se quiera, pero sin violencia, de la que deber¨¢n responder no solo quienes la desaten, sino tambi¨¦n -y sobre todo- quienes la azucen y alimenten en la sombra.