Un testigo protegido da un giro al caso Iguala e implica a la Polic¨ªa Federal
La Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos ofrece nuevos escenarios para la desaparici¨®n y exige ampliar la investigaci¨®n sobre el papel del Ej¨¦rcito
La hoguera en la que M¨¦xico arde desde la noche del 26 de septiembre de 2014 est¨¢ destinada a no apagarse nunca. La reconstrucci¨®n del secuestro y muerte de los 43 estudiantes de Ayotzinapa a¨²n ofrece zonas ciegas y sorprendentes bifurcaciones. La ¨²ltima puerta la ha abierto, gracias a un testigo protegido, la Comisi¨®n Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). En una inesperada vuelta de tuerca, el presidente de este organismo p¨²blico ha presentado una l¨ªnea de investigaci¨®n que implica en la matanza a la Polic¨ªa Federal, pide revisar el papel del Ej¨¦rcito, ofrece nuevas escenarios para las desapariciones y aporta un tenebroso e in¨¦dito personaje a la trama: un l¨ªder criminal llamado El Patr¨®n.
Las revelaciones parten de un testigo presencial que no particip¨® en los cr¨ªmenes. Su relato, seg¨²n la comisi¨®n, ha sido corroborado por ¡°diversas pruebas¡± y se centra en uno de los tres autobuses implicados en la tragedia: el Estrella de Oro 1531. Un transporte que la Polic¨ªa Municipal de Iguala, embarcada aquella noche en una feroz persecuci¨®n de los normalistas, detuvo a balazos junto al Puente del Chipote. Dentro iban de 15 a 20 estudiantes, entre ellos, Alexander Venancio Mora, la ¨²nica v¨ªctima cuyos restos han sido identificados hasta la fecha.
Rodeados por los agentes, los normalistas evitaron bajar del autob¨²s. Pero la fuerza pudo m¨¢s. A golpes y con gases lacrim¨®genos fueron sometidos. Una vez en el asfalto, les pusieron boca abajo y los esposaron. Fue entonces cuando los polic¨ªas se dieron cuenta de que no ten¨ªan coches suficientes para transportarlos y pidieron apoyo a los agentes de la localidad de Huitzuco (16.000 habitantes). Acudieron tres patrullas. Cuando estaban subiendo a los normalistas en los coches, hicieron su aparici¨®n dos unidades de la Polic¨ªa Federal, una fuerza que depende del Gobierno central. Se inici¨® entonces una macabra discusi¨®n. ?Qu¨¦ hacer con los estudiantes? ¡°Por consenso¡±, seg¨²n el relato de la comisi¨®n, decidieron conducirles ante un extra?o personaje llamado El Patr¨®n, posiblemente un cabecilla del sanguinario c¨¢rtel de Guerreros Unidos, para que decidiese su destino. Las patrullas municipales de Huitzuco se los llevaron. Fue la ¨²ltima vez que se les vio con vida.
Lo que ocurri¨® despu¨¦s es un misterio. La investigaci¨®n no aclara si los detenidos fueron agrupados con el resto de normalistas capturados en Iguala y entregados al c¨¢rtel de Guerreros Unidos para su eliminaci¨®n. Pero, en cualquier caso, esta versi¨®n ofrece un ¨¢ngulo in¨¦dito de aquella noche. Y por ello mismo viene cargada de dinamita. ?C¨®mo es posible que hasta la fecha no se hayan conocido estos detalles? ?Ni que Huitzuco figurase en la geograf¨ªa del crimen? La misma CNDH sostiene que sus pesquisas han sido obstaculizadas y que las empresas que deber¨ªan haber informado ocultaron los hechos a la fiscal¨ªa y encubrieron a los criminales.
Pero la onda expansiva va mucho m¨¢s all¨¢ de una nueva fisura en la ¡°verdad hist¨®rica¡±, como denomin¨® a su versi¨®n el anterior procurador general. Las implicaciones de esta reconstrucci¨®n, aunque no sean incompatibles con la hip¨®tesis oficial del asesinato y quema en el basurero de Cocula, amenazan con abrir una nueva crisis de confianza. La presunta participaci¨®n de la Polic¨ªa Federal no s¨®lo pone en entredicho a este cuerpo, sino a sus superiores pol¨ªticos. Tras un a?o y medio de investigaciones, es dif¨ªcil entender c¨®mo no se lleg¨® antes a determinar la participaci¨®n de sus agentes. Y en el mismo brete queda el Ej¨¦rcito. C¨®mo recuerda la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos, est¨¢ demostrado que al menos un militar acudi¨® esa noche al Puente del Chipote, presenci¨® el enfrentamiento con los agentes y tom¨® cuatro fotograf¨ªas. ?Por qu¨¦ no hicieron nada?
Con la Polic¨ªa Federal y el Ej¨¦rcito salpicados, el fuego de la pol¨¦mica ha vuelto a prender. La Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica se apresur¨® a asegurar que investigar¨¢ hasta el ¨²ltimo detalle y que el testigo ha quedado bajo protecci¨®n federal. Pero, como ya es una constante con el caso Iguala, su destilado de muerte y corrupci¨®n ha vuelto a despertar el escepticismo y a confrontar a M¨¦xico con sus peores espectros. ¡°Lo sucedido a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa constituye la m¨¢s cruda expresi¨®n del horror y del enorme poder corruptor que pueden lograr las organizaciones criminales en nuestro pa¨ªs¡±, afirm¨® el presidente de la CNDH, Luis Ra¨²l Gonz¨¢lez P¨¦rez. La hoguera, hasta nuevo aviso, sigue ardiendo.
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