New York, New York
Los neoyorquinos han despejado las candidaturas de los partidos a la Casa Blanca
Las primarias de Nueva York han servido para despejar, casi por completo en el bando dem¨®crata, y bastante pero no definitivamente, en el republicano, la carrera a la Casa Blanca. Hillary Clinton y Donald Trump arrasaron cumpliendo el sue?o de la formidable New York, New York de Frank Sinatra: ¡°Quiero despertar en la ciudad que nunca duerme / y darme cuenta de que soy el rey sobre la colina, por encima de todos los dem¨¢s / si puedo conseguirlo all¨ª / lo conseguir¨¦ en todas partes¡±. La Gran Manzana se lo concedi¨®.
Clinton consigui¨® por fin la victoria clara que necesitaba tras varias derrotas a manos de Bernie Sanders, el candidato moral que arrastra a los j¨®venes dibujando sue?os que la atm¨®sfera pol¨ªtica de Estados Unidos no permite. Trump repara una campa?a averiada por sus continuos desprop¨®sitos: tiene a su alcance la nominaci¨®n. El Partido Republicano, al que acusa de quererle robar la nominaci¨®n en una convenci¨®n abierta, va a tener muy dif¨ªcil detenerle mediante cabildeos de la vieja pol¨ªtica. Tambi¨¦n en EE UU, los dos candidatos populistas, Trump y Sanders, perforan en los pozos del desencanto y la irritaci¨®n con la casta de mayor¨ªas ciudadanas que se quedan atr¨¢s.
Estados Unidos vive tiempos interesantes, pero enfadados. Una mayor¨ªa cree, seg¨²n los sondeos, que Trump no est¨¢ capacitado para dirigir el pa¨ªs. Los candidatos con mayores posibilidades no acaban de convencer al electorado. El 68% no puede imaginar votar por Trump, un 58% es al¨¦rgico a Clinton. La polarizaci¨®n, que ha encallado la presidencia de Obama, conduce la campa?a, lo que no presagia el desatasco futuro de un sistema pol¨ªtico gripado.
El arcano de las primarias permite que menos de 10 millones de votantes designen al candidato dem¨®crata o republicano a presidente. Los aspirantes se dirigen a los activistas m¨¢s comprometidos y no tienen que ocuparse del 40% de los ciudadanos que se declaran independientes, o del 60% que estima necesario un tercer partido. Sanders, sin opci¨®n de ser nominado, contin¨²a en la batalla para disgusto de Clinton. La presencia de este senador socialista dem¨®crata, de 74 a?os, tiene un valor importante. Mucho m¨¢s que Clinton o Trump, entusiasma a los j¨®venes que quiz¨¢ voten por primera vez. Su promesa de universidad gratuita es clave en este empe?o. Sanders ha planteado el debate de la riqueza y la desigualdad hablando de la lacra de la pobreza extrema, no solo del aplastamiento de las clases medias. Y plantea el peaje a pagar por el libre comercio y la globalizaci¨®n, que es tambi¨¦n eje de la campa?a de Trump.
El camino de Clinton a la Casa Blanca no ser¨¢ f¨¢cil. Es la m¨¢s preparada pero est¨¢ demasiado vista. Soporta una mochila negativa de falta de empat¨ªa con los ciudadanos, dudosa honestidad y una imagen mercenaria de Wall Street. Pero tiene la coalici¨®n demogr¨¢fica de la que carece Trump: los negros, los hispanos y las mujeres. Trump apagar¨¢ el lanzallamas de su discurso para reconciliarse con su partido y obtener la nominaci¨®n. M¨¢s all¨¢ lo tiene francamente dif¨ªcil. S¨®lo un 15% de los ciudadanos lo ve en la Casa Blanca.
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