Paramilitares: enemigos armados de la paz en Colombia
Las negociaciones de paz tienen un significativo consenso en el exterior, pero en el pa¨ªs enfrentan desaf¨ªos
En un intento por debilitar el apoyo de la Uni¨®n Europea y de Espa?a al proceso de paz entre el Gobierno colombiano y las guerrillas, el expresidente y senador, ?lvaro Uribe V¨¦lez, estuvo recientemente en Madrid, donde se reuni¨® con diferentes autoridades y medios de comunicaci¨®n. No obstante sus ingentes esfuerzos, la visita no tuvo la repercusi¨®n que ¨¦l y sus seguidores esperaban.
Ese cabildeo no ha podido debilitar el respaldo que va adquiriendo el proceso de paz en la Uni¨®n Europea y en la comunidad internacional en general, especialmente si se tienen en cuenta los anuncios de apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico a las negociaciones. Dos hechos lo han expresado de manera elocuente: la resoluci¨®n adoptada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU, y los encuentros del secretario de Estado de EE UU, con las delegaciones de paz en La Habana.
Las negociaciones de paz tienen un significativo consenso en el exterior, pero en el pa¨ªs enfrentan desaf¨ªos. Con la captura del hermano del expresidente Uribe, Santiago Uribe, (acusado de delitos graves, entre ellos, el de conformaci¨®n de grupos paramilitares en el norte de Antioquia), coincidi¨® en los ¨²ltimos meses, una escalada de ataques por parte de estructuras paramilitares, que incluye amenazas a reclamantes de tierras, defensores de derechos humanos, y miembros del movimiento pol¨ªtico Marcha Patri¨®tica. Esta estrategia, que el Gobierno le atribuye a bandas criminales, incluir¨ªa una campa?a contra la restituci¨®n de tierras que involucrar¨ªa exparamilitares, pol¨ªticos de extrema derecha y el jefe del Ministerio P¨²blico, Alejandro Ord¨®?ez.
A las puertas de la firma de un acuerdo de paz, mientras el Gobierno y muchos sectores niegan la existencia del paramilitarismo, y otros acu?an la tesis del uribismo y de la extrema derecha de que este fen¨®meno fue ¡°desmantelado¡± por el expresidente Uribe, muchos de los partidarios de la paz ven al paramilitarismo como un peligro evidente para la transici¨®n y como la extrema derecha armada.
Durante a?os, Colombia ha sido el laboratorio de estrategias de guerra que se han desarrollado en el plano internacional, como lo fue la creaci¨®n de estructuras paramilitares en la lucha contrainsurgente. En el pasado, esas estructuras fueron la principal amenaza a los procesos de paz que fracasaron con las Farc, incluyendo el proceso en Uribe (Meta). A mediados de la d¨¦cada de 1980, los paramilitares, junto a agentes del Estado, asesinaron a m¨¢s de 5.000 miembros del movimiento pol¨ªtico Uni¨®n Patri¨®tica, que promov¨ªa la soluci¨®n dialogada al conflicto.
Treinta a?os despu¨¦s, la sombra del paramilitarismo sigue presente en la v¨ªspera de un acuerdo de paz. Quienes afirmamos su existencia, vemos la nueva ola de violencia con caracter¨ªsticas concomitantes con ese fen¨®meno: v¨ªnculos con funcionarios del Estado y con empresarios, exparamilitares retomando el poder y ataques a figuras pol¨ªticas y a adversarios del narcotr¨¢fico. Son fuerzas que van mucho m¨¢s all¨¢ de cuidar el negocio del narcotr¨¢fico. La Procuradur¨ªa sigue actualmente 519 procesos disciplinarios contra mandatarios regionales y miembros de las fuerzas armadas por faltas relacionadas con presuntos nexos con esta clase grupos ilegales.
Estas estructuras tienen entre sus objetivos atacar la ley de restituci¨®n de tierras y cualquier intento de reforma agraria, as¨ª como silenciar a quienes defienden derechos humanos o a los movimientos sociales: en 2015 fueron asesinados seis defensores de derechos humanos seg¨²n Naciones Unidas.
El Gobierno tiene en sus manos contrarrestar a los paramilitares con una pol¨ªtica de coerci¨®n, de la mano de una pol¨ªtica de sometimiento a la justicia, y mostrar voluntad, con programas piloto en las regiones afectadas, y con cambios sociales. Llevar a cabo capturas de personas vinculadas, depurar las Instituciones, y aumentar la capacidad de acci¨®n de organismos como la Defensor¨ªa del Pueblo. En el plano de la pol¨ªtica, endurecer las sanciones, no solo a los pol¨ªticos relacionados con paramilitares (¡°parapol¨ªtica¡±), sino a los partidos de los cuales hacen parte. Y lo m¨¢s importante: que, al tiempo de un acuerdo de paz con la guerrilla, se llegue tambi¨¦n a un acuerdo nacional para que nunca m¨¢s se utilicen las armas en la pol¨ªtica.
Iv¨¢n Cepeda Castro es senador del Polo Democr¨¢tico en el Congreso de Colombia
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