En Escocia gana el segundo
Con una victoria nacionalista en las elecciones que se da por hecha, el laborismo escoc¨¦s lucha por sobrevivir contra a unos tories que pueden arrebatarle el liderazgo de la oposici¨®n
En Grassmarket, en Edimburgo, se encuentra la tienda Mr. Woods Fossils, donde se puede comprar un diente de dinosaurio de hace 96 millones de a?os por 25 libras. Las criaturas que un d¨ªa dominaron la tierra, ya extintas, fosilizadas, convertidas en objeto de colecci¨®n. Un poco m¨¢s arriba, en la misma calle, se libraba el pasado mi¨¦rcoles otra batalla contra la extinci¨®n. La de otra bestia, que tambi¨¦n impuso su ley en este trozo de tierra, y que se niega a convertirse en un f¨®sil pol¨ªtico: el laborismo escoc¨¦s.
El refer¨¦ndum de independencia de 2014 aceler¨® un proceso que ven¨ªa produci¨¦ndose desde hace a?os. Las elecciones generales del a?o pasado, en las que los laboristas solo retuvieron uno de los 41 esca?os escoceses que ten¨ªan en Westminster, confirmaron la debacle. Y ahora, en las elecciones al Parlamento escoc¨¦s del pr¨®ximo jueves, el tortazo se anuncia mayor.
Por primera vez desde los a?os 50, los conservadores podr¨ªan superar a los laboristas en Escocia. Nadie duda de que los nacionalistas del SNP ganar¨¢n. La pelea est¨¢ en qui¨¦n liderar¨¢ la oposici¨®n.
Ni el destierro de las ambig¨¹edades del nuevo laborismo de la mano de Jeremy Corbyn. Ni la elecci¨®n de una mujer popular, la cuarta l¨ªder del partido en Escocia desde el refer¨¦ndum, para hacer frente a la poderosa Nicola Sturgeon. Nada parece capaz de detener uno de los mayores cambios pol¨ªticos de un territorio en la historia reciente europea.
El 'Brexit' y la independencia escocesa
Nicola Sturgeon declar¨® que un voto por salir de la UE en la consulta del 23 de junio detonar¨ªa ¡°casi con toda seguridad¡± un segundo refer¨¦ndum por la independencia de Escocia. Pero la realidad no es tan sencilla. En primer lugar, no es Sturgeon sino el Parlamento brit¨¢nico el que tiene la competencia para convocar un refer¨¦ndum. Por otro lado, un voto por el Brexit abrir¨ªa una compleja negociaci¨®n de a?os entre Londres y Bruselas. Y el Estado soberano de Escocia no existir¨ªa hasta que negocie su propia salida de Reino Unido. El proceso a tres bandas se antoja endiablado. El apoyo a una Escocia independiente hoy, seg¨²n los sondeos, sigue sin llegar al 50%. Y encuestas recientes se?alan que el proeurope¨ªsmo en Esocia no es, como se suele dar por hecho, tanto mayor que en Inglaterra. En 2014 los escoceses rechazaron la independencia con el barril de petr¨®leo a 110 d¨®lares y la confianza en mantener la libra esterlina. Dos factores complicados para una independencia escocesa tras el Brexit. De momento, el Gobierno escoc¨¦s decidi¨® el pasado mes de marzo hacer campa?a por la permanencia.
En un centro social de Grassmarket, a unos metros del escaparate jur¨¢sico, la candidata Kezia Dugdale juega su ¨²ltima carta a la ideolog¨ªa, con un programa socialista sin complejos para arrebatar a Sturgeon la corona de la antiausteridad. Los laboristas defienden que el SNP no ha aprovechado hasta el final la devoluci¨®n de competencias comprometida tras la derrota de la independencia en el refer¨¦ndum, para eludir responsabilidades por decisiones impopulares. Est¨¢n m¨¢s c¨®modos, acusan, culpnado a Londres de todos los males.
Dugdale apur¨® hasta el final para presentar su programa, con la esperanza de producir un impacto decisivo a solo ocho d¨ªas de las elecciones. Pero el impacto deseado palideci¨® frente a otro mucho mayor. Una encuesta publicada esa misma tarde colocaba a los hasta hace no mucho innombrables tories como segunda fuerza, tres puntos por encima de los laboristas.
Una noticia que fue recibida con cautelosa alegr¨ªa por su contrincante, Ruth Davidson, la tercera mujer en la pelea, a quien la campa?a llev¨®, en la fr¨ªa ma?ana del jueves, a Dumfries, en el sur rural de Escocia. Un aguanieve primaveral empapa los montones de basura de la peque?a planta de reciclaje Armstrong, en un desolado pol¨ªgono industrial. Con su caracter¨ªstico arqueo de cejas bajo un casco de obra, la candidata tory logra parecer interesada mientras el due?o del negocio le explica los pormenores del reciclaje.
¡°Un programa para una oposici¨®n fuerte¡±. Con ese expl¨ªcito eslogan de campa?a, los conservadores han querido dejar claro que la batalla en estas elecciones est¨¢ por el segundo puesto. Una estrategia que parece estar funcionando. ¡°Creo que el ¨¦xito es resultado del refer¨¦ndum¡±, explica Davidson a EL PA?S. ¡°La gente quiere un partido fuerte que haga frente al independentismo. Se dijo que se respetar¨ªa la decisi¨®n de los escoceses y no se ha hecho. Ahora Sturgeon ha dicho que volver¨¢n a la carga en verano. Cada vez que el SNP se ve amenazado, saca el tema de la independencia porque saben que saben que contar¨¢n con el apoyo del 45% del electorado que vot¨® por la secesi¨®n. Si quedamos segundos Escocia tendr¨ªa una oposici¨®n real. Aparte del independentismo, apenas hay diferencias entre el SNP y los laboristas. No han hecho oposici¨®n, no ha habido escrutinio ni rendici¨®n de cuentas¡±.
En el centro de Edimburgo, un grupo de j¨®venes activistas del SNP reparte pasquines con la cara de la popular Nicola Sturgeon, llamada a seguir en su cargo de ministra principal de Escocia tras las elecciones. Sin la euforia que invadi¨® Escocia en aquellos meses de 2014, la maquinaria creada en la campa?a del refer¨¦ndum sigue bien engrasada.
Pero en esta ocasi¨®n, con el agujero en las finanzas escocesas producido por la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo, no han querido centrar su campa?a en la independencia. El debate en busca de la estrategia para sumar a su causa a los votantes preocupados por la econom¨ªa, anunci¨® Sturgeon, se reabrir¨¢ en verano.
¡°Queremos dejar que el asunto se asiente y esperar el momento", explica Ross Crombie, financiero de 38 a?os afiliado al SNP desde hace 16. "Ahora la prioridad es defender nuestra gesti¨®n, para que la gente tenga confianza en que podr¨ªamos gobernar un pa¨ªs independiente. Todos queremos la independencia pero debemos ser estrat¨¦gicos. Solo hay una bala y ser¨ªa un error precipitarse¡±.
A su lado, George Bruce, militante nacionalista de 22 a?os, reci¨¦n licenciado en Derecho por Cambridge, admite sentir cierta ¡°compasi¨®n¡± por la debacle del laborismo. ¡°Mis padres, mis abuelos, todos votaron al Partido Laborista¡±, reconoce. ¡°Y me da pena, creo que han hecho cosas muy buenas. Pero en pol¨ªtica hay que ser cr¨ªticos con la autocomplacencia. Los laboristas tuvieron un monopolio y cayeron en la autocomplacencia. Creo que a todos los partidos les llega su hora¡±.
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