?ngrid Betancourt regresa a Colombia con un mensaje de perd¨®n y reconciliaci¨®n
La excandidata presidencial, durante seis a?os secuestrada por las FARC, apoya el proceso de paz
Hace ocho a?os que ?ngrid Betancourt no estaba en Colombia. Despu¨¦s de ser rescatada en 2008, tras permanecer seis a?os secuestrada por las FARC, se hab¨ªa mantenido lejos del pa¨ªs. Por eso, su regreso esta semana ha significado un mensaje de reconciliaci¨®n. El pa¨ªs al que hace algunos a?os le reclam¨® cinco millones de euros por el tiempo en que estuvo en cautiverio, la recibi¨® para escucharla hablar de paz y perd¨®n.
¡°Cuando sal¨ª de la selva hace 8 a?os, la Colombia a la cual volv¨ª era una Colombia donde hablar de perd¨®n era sin¨®nimo de derrota o de entreguismo. Pensar en dialogar con la guerrilla era traicionar a la patria¡±, dijo en el emotivo discurso que ofreci¨® en el foro La reconciliaci¨®n, m¨¢s que realismo m¨¢gico, organizado por la Fundaci¨®n Buen Gobierno, que lidera el Mart¨ªn Santos, hijo del presidente, Juan Manuel Santos.
Betancourt, acompa?ada por otros exsecuestrados, dej¨® un mensaje reconciliaci¨®n, de apoyo total al proceso de paz que el gobierno adelanta con las FARC. La excandidata presidencial no dud¨® en asegurar que los colombianos deben confiar, a pesar del riesgo que se toma. ¡°En el proceso de confiar y ser confiable no debemos tener miedo a la equivocaci¨®n. Es un riesgo que tomamos, claro. Pero es mejor que la certeza nacional de que exterminarnos es la ¨²nica soluci¨®n. Tengo el convencimiento que la sinergia de lo colectivo, har¨¢ que nuestra decisi¨®n de confiar genere m¨¢s confiabilidad, y que esa virtud de ser confiables, pueda ser transmitida a las futuras generaciones¡±.
La exsecuestrada por las FARC habl¨® tambi¨¦n de lo que vivi¨® en cautiverio. ¡°Podr¨ªa comenzar diciendo que en mi caso, ¡ª como si hubiese sucedido en el mas puro realismo m¨¢gico ¡ª, lo perd¨ª todo al cruzar un puente. Llegaba a Monta?ita, un rinc¨®n del Caquet¨¢. Sal¨ª de mi mundo y entr¨¦ a otro sin puertas, ni mesas; a un tiempo sin relojes, sin agendas, ni citas, pero con la inmediatez de la muerte. Ca¨ª por un abismo sin luz el¨¦ctrica ni agua corriente, y aterric¨¦ al espacio mudo, sin ruidos de carros, ni voces amadas, ni risas de ni?os. Qued¨¦ separada por un tiempo eterno y un espacio sin fin de lo que era: mis hijos, mi padre (que muri¨® estando ella en cautiverio) y mi madre, mi familia, mi esposo, mis amigos. Qued¨® el silencio que no termina y la soledad sin privacidad, constantemente vigilada por el ojo de un ca?¨®n¡±.
Durante su discurso, no dej¨® de referirse al proceso de paz. ¡°La negociaci¨®n con las FARC ha tenido como efecto el producir un cambio positivo de lenguaje. En la mesa de La Habana, declaraciones altisonantes producto de la desconfianza le cedieron el paso a expresiones prudentes y m¨¢s constructivas¡±. Desde que fue liberada y en diferentes escenarios, Betancourt ha reiterado que el camino es el di¨¢logo. Esta vez, en Bogot¨¢, asegur¨® que aunque no ha olvidado, pudo perdonar y estar¨ªa dispuesta a abrazar a sus victimarios.
¡°No hay nada m¨¢s fuerte que el perd¨®n para detener la deshumanizaci¨®n. Es por eso que el perd¨®n es algo que se da sin necesidad de que sea solicitado. Es, si se quiere, una estrategia individual de sobrevivencia, para deshacerse de las cadenas del odio, y descargarse del peso de la venganza. Pasa primero por mirarse a uno mismo con caridad, para perdonarse por no haber sabido protegerse, por no haber sido el h¨¦roe que uno esperaba ser¡±, dijo la excongresista colombiana, que reconoce haber cometido un error y haber tenido una falta de sintonizaci¨®n con el pa¨ªs cuando intent¨® recibir una millonaria indemnizaci¨®n del Estado colombiano por considerarlo responsable de su secuestro.
Las palabras de ?ngrid Betancourt, que no dejaron de darle vuelta al pa¨ªs desde que lleg¨®, se nutrieron de im¨¢genes que se convirtieron en una muestra de que la reconciliaci¨®n es posible. ¡°Escuchando el clamor mudo de aquellos que quedaron encadenados por siempre a la selva, le formulo hoy a Colombia una sola s¨²plica: que tenga la audacia de confiar en s¨ª misma y abrazar con todas las fuerzas de su alma, el grandioso prospecto de la paz, para que nuestros hijos puedan ¡ª por fin ¡ª respirar el perfume de la libertad hasta en los ¨²ltimos confines de nuestra sagrada tierra¡±. Y el abrazo de ella con Clara Rojas, la mujer que termin¨® tambi¨¦n secuestrada por ser su escudera y que tras la liberaci¨®n se supo del distanciamiento entre ambas en la selva, fue la mejor muestra de que Colombia se prepara ya para la paz.
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