?Habr¨¢ perdido Dios la paciencia con los congresistas de Brasil?
Los diputados de Brasil est¨¢n locos por Dios. Cuanto m¨¢s corruptos, m¨¢s lo invocan
Los diputados de Brasil est¨¢n locos por Dios. Cuanto m¨¢s corruptos, m¨¢s lo invocan. Es el mejor talism¨¢n de sus fechor¨ªas. Solo que, de repente, parece que Dios ha perdido la paciencia y se est¨¢ vengando de ellos, enloqueci¨¦ndolos.
S¨®lo as¨ª se explica que el Congreso con sus 513 diputados se haya convertido en un circo, un aquelarre, en una furia de locura colectiva, que est¨¢ desconcertando hasta a la opini¨®n p¨²blica internacional.
Cuando el emblem¨¢tico, Eduardo Cunha, uno de los m¨¢s corruptos del gremio, que bautiza a sus coches de lujo con el nombre de Jes¨²s, fue depuesto temporalmente por el Supremo de su cargo, el expresidente del Congreso escribi¨® en la red: ¡°?Que Dios nos proteja a todos!¡±.
Y cuando su sucesor, el vicepresidente, Waldir Maranh?o, uno m¨¢s en la larga lista de corruptos, supo que ¨¦l tomar¨ªa las riendas del Congreso, pidi¨® para ausentarse ya que necesitaba, dijo, ¡°hablar unos minutos con Dios¡±.
Lo suficiente para horas despu¨¦s tomar la loca decisi¨®n una monocr¨¢tica, sin consultar con sus pares, de anular la grave decisi¨®n tomada por la mayor¨ªa absoluta del Congreso a favor de abrir un proceso de impeachement contra Dilma Rousseff, decisi¨®n que convulsion¨® al pa¨ªs.
Solo que Dios se lo dio y Dios se lo quit¨®. Horas m¨¢s tarde, y cuando hab¨ªa puesto ya en polvorosa a los medios de comunicaci¨®n de medio mundo, se ech¨® atr¨¢s anulando la anulaci¨®n.
?Ser¨¢ la venganza de Dios que se siente un comod¨ªn en la boca de esos diputados, generalmente los m¨¢s conservadores y corruptos, la que est¨¢ inyectando a los diputados ese delirium tremens divino?
Decenas de diputados semanas atr¨¢s gritaban en un micr¨®fono que votaban a favor de la salida de Rousseff ¡°en nombre de Dios¡±.
Solo que son esos devotos de Dios, que lo invocan tambi¨¦n a la hora de comprar votos para reelegirse, quienes se oponen a legislar a favor de los derechos humanos; los que no impiden que cientos de miles de mujeres mueran en abortos clandestinos; que desprecian que personas del mismo sexo puedan unirse establemente formando una familia; que se oponen a que puedan usarse c¨¦lulas tronco para salvar vidas, hacer uso de la fecundaci¨®n artificial y que defienden que los ciudadanos se armen contra la violencia en vez de luchar contra sus causas.
El Dios de buena parte de los diputados brasile?os es el Dios del atraso, de la venganza, de la antimodernidad, el Dios al que poco parece importarle la corrupci¨®n ya que los m¨¢s deshonestos son los que m¨¢s prosperan.
La Constituci¨®n brasile?a admite la separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado, pero hay congresistas, entre las fuerzas evang¨¦licas, que no han perdido la esperanza de llegar a conquistar la Presidencia de la Rep¨²blica para poder gobernar en nombre de la Biblia.
Alegan que en la introducci¨®n de la Constituci¨®n est¨¢ escrito que ha sido promulgada ¡°bajo la protecci¨®n de Dios¡±, y que sin ¨¦l no ser¨¢ posible plasmar un Brasil fundado sobre los pilares de la Patria y la familia, el pa¨ªs so?ado, curiosamente, por sus se?or¨ªas m¨¢s corruptas.
Ojal¨¢ que esa venganza de Dios, que parece haber decidido quitarles el juicio, sirva a la opini¨®n p¨²blica brasile?a m¨¢s sensata, m¨¢s honrada y m¨¢s moderna para que piensen dos veces, en el futuro, a qui¨¦n dar su voto.
Brasil merece m¨¢s que esa serie de espect¨¢culos que est¨¢ ofreciendo el Congreso que hace sonrojar a las personas normales y decentes.
Har¨ªa falta una ley que impida que el nombre de Dios sea ¡°invocado en vano¡± en el Congreso brasile?o. Los diputados de la Biblia deber¨ªan saber que es esa una de las ofensas a Dios que no tienen perd¨®n.
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