El fantasma de 1964
Es desalentador y negativo para la imagen de Brasil ver c¨®mo una ola de indignaci¨®n callejera le da legitimidad a una iniciativa puramente pol¨ªtica
Brasil tiene ahora por delante un reto formidable. Debe explicarle bien al mundo, a sus socios pol¨ªticos y comerciales en Am¨¦rica y fuera de ella, por qu¨¦ el Congreso depone a Dilma Rousseff, reelegida democr¨¢ticamente en las urnas hace 19 meses con 54 millones de votos.
?Qu¨¦ puede justificar este apresurado juicio y la suspensi¨®n? Uno piensa en las grandes recusaciones y dimisiones de la historia, y le viene sobre todo a la mente Richard Nixon en 1974, abandonando la Casa Blanca en desgracia, despu¨¦s de que se descubriera toda una trama de espionaje en las oficinas del partido dem¨®crata en el hotel Watergate.?
A Dilma Rousseff no se la juzga por espiar, robar, enriquecerse o beneficiar a su familia
Esa es la madera de la que tradicionalmente se han alimentado los fuegos de las verdaderas ca¨ªdas presidenciales en las grandes potencias mundiales. Tambi¨¦n en Brasil. Es suficiente con recordar que cuando Fernando Collor de Mello dimiti¨® en 1992 lo hizo tras graves acusaciones de tr¨¢fico de influencias y cobro de sobornos.
Extra?a entonces que a Dilma Rousseff no se la juzgue por espiar, robar, enriquecerse o beneficiar a su familia durante sus seis a?os en el poder. Por lo que sabemos, la presidenta no se ha llevado un solo c¨¦ntimo m¨¢s del que le corresponde por presidir el pa¨ªs, unos 320.000 reales al a?o.
A la mandataria se la acusa de haber incumplido las leyes fiscales por usar dinero de la banca p¨²blica para tapar agujeros presupuestarios, dando la impresi¨®n de que las cuentas gubernamentales estaban saneadas antes de las ¨²ltimas elecciones.
Un pa¨ªs no puede vivir en permanente estado de campa?a electoral. Y desde luego no debe regirse a golpe de encuesta de popularidad
Se trata de maquillaje fiscal, puro y duro. Nada nuevo bajo el sol. Son incontables los casos de dudosos ajustes de cuentas en los pa¨ªses desarrollados. Se ha hecho en Brasil, en Estados Unidos, en Espa?a y en el resto del mundo, especialmente en a?os de crisis econ¨®mica. Y sin duda es una mala pr¨¢ctica por la que un Gobierno debe rendir cuentas, pero no justifica de ning¨²n modo una medida tan dr¨¢stica como el impeachment.
Lo bueno de las democracias de corte occidental es que contienen en s¨ª mismas unas garant¨ªas institucionales para renovar el Gobierno dentro de unos plazos estipulados por la v¨ªa constitucional. Si un presidente o primer ministro fracasan en su gesti¨®n, ¨¦l o su partido pagar¨¢n el precio en elecciones venideras. Mientras, tienen el derecho y la obligaci¨®n de gobernar. Es m¨¢s: un pa¨ªs no puede vivir en permanente estado de campa?a electoral. Y desde luego no debe regirse a golpe de encuesta de popularidad.
?Hay hoy un 61% de brasile?os que cree que la presidenta debe ser recusada? De acuerdo. Pero seguro que en 1978 muchos m¨¢s estadounidenses quer¨ªan perder de vista al entonces presidente Jimmy Carter, en el contexto de una crisis econ¨®mica y energ¨¦tica no muy diferente de la que vive hoy Brasil. Y esperaron. Fueron a las urnas en 1980, cuando correspond¨ªa, le echaron y eligieron a Ronald Reagan por una apabullante mayor¨ªa.
Es, hablando llanamente, una operaci¨®n liderada por legisladores mucho m¨¢s sospechosos de corrupci¨®n que Rousseff.
Es descorazonador y negativo para la imagen de Brasil ver c¨®mo una ola de indignaci¨®n callejera ha dado legitimidad a una iniciativa puramente pol¨ªtica. Es, hablando llanamente, una operaci¨®n liderada por legisladores mucho m¨¢s sospechosos de corrupci¨®n que Rousseff. Un dato: m¨¢s de la mitad de parlamentarios de Brasil tiene problemas con la justicia, con acusaciones de delitos como secuestro, agresi¨®n o robo.
Todo esto, aderezado de una verdadera crueldad. No hay palabra que describa mejor el voto que el congresista conservador Jair Bolsonaro deposit¨® hace un mes a favor de la recusaci¨®n de Rousseff. Se lo dedic¨® al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, responsable durante la dictadura de incontables actos de tortura, entre ellos la de la propia presidenta. Su hijo y tambi¨¦n congresista, Eduardo Bolsonaro, vot¨® en homenaje a ¡°los militares del 64¡±.
Es un drama que un pol¨ªtico elegido por el pueblo se permita enarbolar la bandera de 1964. Y le da fuelle a Rousseff y al Partido de los Trabajadores para denunciar un golpe de Estado ante sus aliados internacionales. En aquel aciago a?o, un destacado diario de Rio exig¨ªa en su portada un ¡°gobierno definitivo, apartidario y dem¨®crata¡±. ¡°No pueden aplazarse las medidas excepcionales que requiere una situaci¨®n excepcional", proclamaba. Pronto lleg¨® el golpe de Estado militar. Brasil entr¨® en una de las etapas m¨¢s oscuras de su historia.
Las masas que apoyaban el golpe se atribu¨ªan la representaci¨®n del sentimiento mayoritario. Ignoraban la m¨¢xima de que la verdadera democracia obedece a la voluntad de la mayor¨ªa, pero debe proteger tambi¨¦n los derechos de las minor¨ªas, incluidas en este caso las que quieren que se respeten los plazos electorales que permiten, ante todo, la estabilidad de un gigante de Latinoam¨¦rica como es Brasil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Dilma Rousseff
- C¨¢mara Diputados Brasil
- Proceso destituci¨®n
- Crisis pol¨ªticas
- Partido de los Trabajadores
- Presidente Brasil
- Destituciones pol¨ªticas
- Congreso Nacional Brasil
- Presidencia Brasil
- Actividad legislativa
- Brasil
- Gobierno Brasil
- Conflictos pol¨ªticos
- Parlamento
- Partidos pol¨ªticos
- Sudam¨¦rica
- Latinoam¨¦rica
- Gobierno
- Am¨¦rica
- Administraci¨®n Estado
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Impeachment Dilma Rousseff