La gran herida sin cerrar de China
Se cumple medio siglo de la Revoluci¨®n Cultural, una cat¨¢strofe que a¨²n hoy traumatiza a sus ciudadanos
El 26 de diciembre de 1966 el presidente chino Mao Zedong celebraba su 73 cumplea?os con un brindis: ¡°?Por el nacimiento de una guerra civil por todo el pa¨ªs!¡± . Siete meses antes, el 16 de mayo, Mao hab¨ªa aprobado una directiva secreta que declaraba la guerra a los representantes de la burgues¨ªa y que daba inicio a lo que ser¨ªa la Revoluci¨®n Cultural. Diez a?os de sangriento caos -que inspiraron al r¨¦gimen de Pol Pot en Camboya y a Sendero Luminoso- que dej¨®, seg¨²n los c¨¢lculos de los expertos, cerca de dos millones de muertos; una econom¨ªa arrasada, un patrimonio cultural milenario destruido y una psique nacional traumatizada.
La Revoluci¨®n Cultural (1966-1976) es a¨²n una herida sin cerrar. Declarada oficialmente una ¡°cat¨¢strofe¡±, el Partido Comunista, instigador de aquel horror, no tiene el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en pasar revista a una ¨¦poca y poner en entredicho su legitimidad para seguir gobernando. El esp¨ªritu de Mao es a¨²n uno de los grandes pilares en los que se basa el r¨¦gimen. El propio presidente chino, Xi Jinping, uno de los j¨®venes educados que se crio en el exilio interior, parece haber adoptado algunas pr¨¢cticas heredadas del Gran Timonel: una campa?a contra la corrupci¨®n que le ha servido para librarse de posibles rivales, un f¨¦rreo control de la sociedad civil.
Y aunque entre la poblaci¨®n pueda existir una cierta nostalgia por algunos de los valores con los que se asocia aquella ¨¦poca -el igualitarismo, sobre todo, frente a las enormes diferencias econ¨®micas de ahora-, no parece haber mucho apetito por recordar unos tiempos que fueron de sufrimiento para la mayor¨ªa. Un concierto de canciones de aquella ¨¦poca en el Teatro Nacional a principios de este mes suscit¨® enormes protestas entre los internautas. Las confesiones para pedir perd¨®n que surgieron hace unos a?os entre algunos guardias rojos han dejado de producirse, en parte debido a las cr¨ªticas entre la propia poblaci¨®n.
Tras la decisi¨®n de Mao de azuzar la revoluci¨®n se encontraba el temor a que China siguiera el camino revisionista que hab¨ªa emprendido la Uni¨®n Sovi¨¦tica y se le criticara a ¨¦l como Nikita Jrushchev hab¨ªa hecho con Stalin en 1956, seg¨²n explica el historiador Frank Dik?tter en su reciente libro The Cultural Revolution: A People?s Story (2016). La etapa m¨¢s siniestra de la historia china en el siglo XX buscaba, sobre todo, una gran purga: cayeron el jefe de Estado Liu Shaoqi, a quien Mao ve¨ªa como su gran rival, y el m¨¢s moderado Deng Xiaoping. Liu morir¨ªa en prisi¨®n en 1969. Deng pas¨® aquellos a?os en un campo de reeducaci¨®n.
¡°El presidente Mao nos hab¨ªa ense?ado que la revoluci¨®n era violencia, y quer¨ªamos perpetrar violencia para conseguir la revoluci¨®n¡±. Wang Keming, ling¨¹ista nacido en 1952 y autor de una recopilaci¨®n de confesiones de participantes en aquella ¨¦poca, era uno de los millones de ¡°j¨®venes educados¡± trasladados al campo para participar en la Revoluci¨®n Cultural. Convencido que que la palabra de Mao era ley, buscaba en todas partes posibles enemigos de clase. En 1969, en la aldea de Yujiagou a la que hab¨ªa sido enviado, golpe¨® brutalmente a un campesino antiguo jefe de la comuna. ¡°Nunca se nos ense?¨® a pensar de modo independiente. Adoraba al presidente Mao, porque todos en torno a mi pensaban lo mismo y a mi no se me ocurri¨® ponerlo en entredicho¡±.
Armados con el Libro Rojo de Mao y luchando contra las ¡°4 antiguallas¡± -el pensamiento, la cultura, la educaci¨®n y las costumbres tradicionales- destrozaron obras milenarias de valor incalculable. Los profesores, los intelectuales y las figuras de autoridad fueron los m¨¢s castigados, sometidos a interminables sesiones de autocr¨ªtica, torturas, golpes y asesinatos. El escritor Lao She, quiz¨¢ el mejor autor teatral chino de su generaci¨®n, se suicid¨® en un lago cercano a su casa tras ser sometido a una de esas sesiones.
La brutalidad se extendi¨® por todo el pa¨ªs. Dik?tter cita el caso de canibalismo en Wuxuan, en la provincia de Guangxi, donde los aldeanos consumieron la carne de m¨¢s de 70 v¨ªctimas de la revoluci¨®n. Los jefes com¨ªan los trozos m¨¢s selectos, el coraz¨®n o el h¨ªgado, y los campesinos corrientes se resignaban con las piernas y los brazos.
Todos eran c¨®mplices, y todos sospechosos. El padre hacia los hijos, los hermanos entre s¨ª. Todo pod¨ªa ser motivo de acusaci¨®n. Tener un libro occidental. Haber hablado alguna vez con alguien ca¨ªdo en desgracia. Intentar salvar la vida a un gato. ¡°El ¨¦nfasis estaba en combatir a aquellos en posiciones de autoridad que tomaran la v¨ªa capitalista. Cuando se fij¨® este objetivo, la gente r¨¢pidamente pens¨® en sus superiores¡¤, explica desde Chongqing Han Pingzao, historiador especialista en la Revoluci¨®n Cultural y que entonces rompi¨® con su familia para participar en ella.
La locura colectiva comenz¨® a perder fuelle tres a?os despu¨¦s. El heredero aparente de Mao, Lin Biao, muri¨® junto a su esposa y su hijo en un misterioso accidente de aviaci¨®n cuando sobrevolaba Mongolia hacia Rusia, aparentemente para escapar de acusaciones de traici¨®n. En los primeros a?os 70, un Mao ya f¨ªsicamente en declive y enfrentado a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y su primer ministro, el cosmopolita Zhu Enlai, iniciaban una apertura hacia Estados Unidos que culminar¨ªa con la visita de Richard Nixon a Pek¨ªn.
El 9 de septiembre de 1976 mor¨ªa Mao Zedong. La Revoluci¨®n Cultural hab¨ªa acabado. La Banda de los Cuatro -la esposa del Gran Timonel, Jiang Qing, y sus principales ac¨®litos- fueron juzgados p¨²blicamente y condenados.
Al mando de dirigentes como Deng Xiaoping, otrora purgados, China pasaba p¨¢gina. Al menos en el ¨¢mbito econ¨®mico, donde se ha convertido en la segunda potencia mundial. Pol¨ªtica y psicol¨®gicamente, a¨²n son muy visibles los efectos de la revoluci¨®n en la vida cotidiana. Entre otras cosas, la sangrienta represi¨®n a las protestas estudiantiles en la plaza Tiananmen en 1989 pueden explicarse en parte como producto del terror de los l¨ªderes chinos a otro movimiento juvenil descontrolado.
¡°La sociedad china actual aparece pac¨ªfica y armoniosa, y las cosas parecen ir bien. Pero ¨¦ticamente nuestra sociedad est¨¢ vac¨ªa, las autoridades locales son a menudo corruptas y muchos individuos son incompetentes. Si buscamos la ra¨ªz de estos problemas, seguramente los encontremos en la Revoluci¨®n Cultural¡±, escrib¨ªa el fallecido catedr¨¢tico Ji Xianlin, purgado durante la d¨¦cada maldita, en sus memorias ¡°El establo de vacas¡± (1998).
Pero, aunque apenas se hable en p¨²blico de ello, los guardias rojos arrepentidos y los historiadores consideran vital hacer un balance desapasionado de aquella ¨¦poca, para poder cerrar heridas y evitar que la Historia se repita.
¡°Si una naci¨®n no encara sus errores, ?c¨®mo puede progresar?¡±, se pregunta el historiador Han. ¡°Sin la verdad ni una reflexi¨®n exhaustiva, probablemente se repitan los mismos errores¡ Uno de los factores para la Revoluci¨®n Cultural fue la ignorancia de las masas. De ah¨ª debemos aprender la importancia de que las masas sepan la verdad¡±.
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