Cuatro d¨ªas secuestrada por celular
Una joven sinaloense fue v¨ªctima de secuestro virtual, una modalidad de extorsi¨®n poco castigada en M¨¦xico que realizan los presos desde las c¨¢rceles
Diana cerr¨® la puerta de la habitaci¨®n con llave. Esa tarde hab¨ªa llegado a un hotel de paredes sucias ubicado en Los Mochis, una ciudad de Sinaloa?¡ªen el noroeste de M¨¦xico¡ª donde se esconder¨ªa durante unas horas. Ah¨ª, sentada en la cama, la joven desarm¨® su BlackBerry y tir¨® el chip en el retrete. Sac¨® de su bolso un m¨®vil austero que hab¨ªa comprado horas antes y marc¨® el tel¨¦fono de su padre.
¡ªPap¨¢, me levantaron saliendo del trabajo rumbo a la escuela, me subieron a una camioneta, me taparon la cara y no s¨¦ d¨®nde estoy. No me han maltratado, pero estoy con ellos y tengo mucho miedo.
Diana hab¨ªa llegado hasta el hotel despu¨¦s de viajar 213 kil¨®metros en autob¨²s desde Culiac¨¢n, la capital de Sinaloa.?Ese mi¨¦rcoles por la ma?ana una voz le advirti¨® que sus padres y su hermana estaban vigilados por hombres armados y si ella no cumpl¨ªa las indicaciones que le dar¨ªan, los matar¨ªan a todos.
En realidad ella no estaba amenazada por hombres armados, ni hab¨ªa sido ¡°levantada¡± al salir de la universidad, como cont¨® a su padre. La joven de 20 a?os hab¨ªa sido secuestrada virtualmente. Desde que recibi¨® la primera llamada a su m¨®vil no dej¨® de obedecer las ¨®rdenes de los hombres que desde el otro lado de la l¨ªnea la orillaron mediante amenazas a aislarse de su familia. La llamada a su padre la hizo porque el extorsionador le hab¨ªa advertido que el grupo contrario a su organizaci¨®n ten¨ªa intervenidas sus llamadas y deb¨ªa darse cuenta que ella estaba en manos de ellos. Para dejarla en ¡°libertad¡± ten¨ªa que demostrarles que ella no era parte del cartel contrario.
En M¨¦xico la extorsi¨®n es el segundo delito m¨¢s frecuente y el fraude es el tercero
El caso de la joven sinaloense no es el ¨²nico. El secuestro virtual?es una modalidad de extorsi¨®n que pocas veces es castigada. Las llamadas las realizan presos desde las c¨¢rceles m¨¢s rec¨®nditas del pa¨ªs, que dif¨ªcilmente logran ser ubicados por las autoridades. El auge de este delito va a la par de la penetraci¨®n de los tel¨¦fonos m¨®viles en M¨¦xico, afirma Gabriel Campoli, investigador en materia de derecho inform¨¢tico. ¡°Existe [la modalidad de extorsi¨®n] desde que nacieron los celulares y cada vez es m¨¢s com¨²n porque las personas que cometen ese fraude no corren ning¨²n riesgo¡±, explica Campoli.
Con el paso del tiempo este delito se ha perfeccionado. En un principio la modalidad m¨¢s com¨²n era el fraude. Ahora inventan un secuestro. Campoli considera que al a?o se registran por lo menos unas 20.000 llamadas de este tipo.
En M¨¦xico la extorsi¨®n es el segundo delito m¨¢s frecuente y el fraude es el tercero. Seg¨²n una encuesta de percepci¨®n sobre inseguridad elaborada por el Instituto de Estad¨ªstica Mexicano, la tasa de extorsi¨®n en 2014 fue de 9.850 casos por cada 100.000 habitantes.?En el 94,7% de los casos fue v¨ªa telef¨®nica y en el 99% no hubo denuncia ni se abri¨® una investigaci¨®n por parte de las autoridades. Las regiones que registran la cifra m¨¢s elevada son Guerrero, Estado de M¨¦xico y Baja California.
Rescate policial
El mi¨¦rcoles 13 de abril Diana recibi¨® una llamada. El hombre se identific¨® como Esteban Quintero Mariscal, un supuesto comandante y miembro de un cartel local. Le dijo que su tel¨¦fono estaba intervenido por el grupo rival a su organizaci¨®n y desde ese n¨²mero se hab¨ªa hecho una denuncia con la polic¨ªa. Ella lo neg¨®. Diana, que no dejaba de ver hacia todos lados como buscando la mirada de sus acosadores desde las ventanas de la papeler¨ªa que atend¨ªa, rompi¨® en llanto y comenzaron las amenazas. ¡°?Ya, deja de llorar porque si no vamos a matar a tu familia! Y no se te ocurra cortarnos la llamada, ve a donde digo¡±, recuerda que le grit¨® el hombre.
Diana lleg¨® a una plaza comercial y compr¨® un celular de prepago con un dinero que le depositaron los extorsionadores. Desde ese momento apag¨® su BlackBerry y se fue a Sinaloa. ¡°Yo siempre pens¨¦ que me vigilaban, cre¨ª que por las calles donde caminaban me segu¨ªan y que los camiones [buses] a donde me sub¨ªa alguien de ellos viajaba conmigo¡±, cuenta la joven.
El jueves la hicieron salir de Sinaloa y se fue a Caborca, una ciudad del vecino Estado de Sonora. Al d¨ªa siguiente los delincuentes le ordenaron trasladarse a una plazuela donde tendr¨ªa que superar una prueba. Ah¨ª se le acerc¨® un hombre y ella le pas¨® el tel¨¦fono para que los jefes del supuesto cartel le dieran indicaciones. ¡°El teniente Esteban lo empez¨® rega?ar. Era otra v¨ªctima a la que tambi¨¦n estaban extorsionando. El joven colg¨® enojado. Ellos me dijeron que me ten¨ªa que ir de ah¨ª porque lo iban a levantar¡±, recuerda la joven.
Diana corri¨®. Hab¨ªa superado la prueba. El s¨¢bado le plantearon otra tarea: encontrarse con una joven en un supermercado y llev¨¢rsela a Santa Ana, un pueblo a una hora de distancia de Caborca. El plan no se concret¨® porque la mujer fue rescatada por los polic¨ªas, mientras que la joven nuevamente se ech¨® a correr.
Yo siempre pens¨¦ que me vigilaban, cre¨ª que por las calles donde caminaban me segu¨ªan y que los camiones a donde me sub¨ªa alguien de ellos viajaba conmigo
El domingo acabaron sus cuatro d¨ªas de pesadilla. En la ma?ana alguien toc¨® a la puerta del cuarto donde se escond¨ªa. Diana no quer¨ªa abrir, pero al tercer llamado decidi¨® asomarse por la rendija de la puerta. Afuera, un grupo de polic¨ªas hab¨ªan llegado a su rescate. Horas despu¨¦s habl¨® con su hermana y se dio cuenta del enga?o. Respir¨® profundo y descans¨®. Su mente hab¨ªa sido liberada.
*El nombre de la v¨ªctima fue cambiado.
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