Lo que el viento se llev¨®
Gran parte de lo que estamos viviendo es la transformaci¨®n y el ajuste de la lucha entre la nueva y la vieja econom¨ªa
En la d¨¦cada de los 70, en plena Guerra Fr¨ªa, cuando los malos eran los comunistas y los buenos los capitalistas, dos sucesos, uno en Europa y otro en Am¨¦rica, inquietaron al Departamento de Estado de EE UU. En Chile, una coalici¨®n de partidos de izquierda encabezada por Salvador Allende llamada Unidad Popular gan¨® en las urnas en 1970, incluyendo a los comunistas en su campa?a y en el Gobierno posterior. Desde ese momento, Henry Kissinger decidi¨® impedir a toda costa que los comunistas llegaran al poder por la v¨ªa democr¨¢tica, embri¨®n del llamado Plan C¨®ndor, y ya sabe que el entonces secretario de Estado inspir¨® el golpe de Estado en Chile del 11 de septiembre ¨Ccurioso sarcasmo el de la Historia- de 1973 que acab¨® con el mandato de Allende, el ¨²ltimo golpe de la extrema derecha en ese pa¨ªs. Tres a?os despu¨¦s en Italia, el Partido Comunista de Enrico Berlinguer estuvo a punto de ganar las elecciones con el 34,4% de los votos y de sustituir en el Gobierno a la sempiterna Democracia Cristiana. Eran los a?os de las Brigadas Rojas detr¨¢s de cuyo terrorismo muchos ve¨ªan la mano de la CIA y el KGB.
Kissinger tom¨® una decisi¨®n hist¨®rica para evitar estas situaciones: crear un anticuerpo, integrando a los socialistas para incidir en los procesos electorales en los que los comunistas ten¨ªan grandes posibilidades de triunfar o trastocar los Gobiernos en los que ya participaban. Por lo tanto, con el respaldo de la Internacional Socialista se impuso la justicia social en diferentes partes del mundo y comenz¨® una era que hemos reproducido m¨¢s o menos hasta estos momentos. Seg¨²n esa pauta, la derecha dejaba de ser salvaje y brutal y la izquierda tocaba el poder a trav¨¦s de los sindicatos y los gobiernos socialistas o socialdem¨®cratas. Ese modelo ha llegado a su fin.
El golpe de Estado "legal" en Brasil contra Dilma Rousseff recupera el concepto de enfrentamiento social. Por una parte, pone de manifiesto el resurgimiento de la lucha ideol¨®gica entre derecha e izquierda -desde el punto de vista pol¨ªtico- y por otra, el mayor cambio que ha sufrido el poder econ¨®mico en los ¨²ltimos veinte a?os. En ese sentido, el mensaje es inequ¨ªvoco: los pol¨ªticos y las fuerzas econ¨®micas est¨¢n dici¨¦ndole al mundo que se acab¨® la negociaci¨®n. Basta recordar que de las 30 multinaciones m¨¢s importantes, 15 no exist¨ªan hace dos d¨¦cadas.
El mensaje es inequ¨ªvoco: los pol¨ªticos y las fuerzas econ¨®micas est¨¢n dici¨¦ndole al mundo que se acab¨® la negociaci¨®n
Los sistemas para relacionarse con el poder se rigen por una nueva ideolog¨ªa encarnada por personajes como Bill Gates, Mark Zuckerberg ¨Ccreador de Facebook-, Jerry Yang y David Filo ¨Ccreadores de Yahoo- y el resto de los verdaderos due?os del mundo actual. Esa ideolog¨ªa no tiene relaci¨®n alguna con las estructuras de poder que se fueron conformando a lo largo de los a?os a trav¨¦s de los sectores industriales y financieros, que inevitablemente crearon una fuerte dependencia del poder pol¨ªtico en el establecimiento del pacto social.
Dos cosas se ha llevado el viento de la historia y de la revoluci¨®n tecnol¨®gica. La primera, el modelo de concertaci¨®n que tuvo uno de sus momentos estelares en los llamados Pactos de la Moncloa ¨Crelacionados con la reforma econ¨®mica y con la actuaci¨®n jur¨ªdica y pol¨ªtica- durante la Transici¨®n espa?ola. Y la segunda, el cambio generacional y de sistema en los negocios que supone el desplazamiento de las grandes compa?¨ªas industriales tradicionales por empresas como Microsoft, Facebook, Google o Amazon, que suponen no solo un nuevo rostro del capitalismo sino tambi¨¦n una nueva relaci¨®n pol¨ªtica.
Sin embargo, no es posible comprender esta revoluci¨®n sin entender que, en un contexto en el que el enojo de los pueblos es cada vez mayor y la clase pol¨ªtica va en ca¨ªda libre hacia su decadencia,los grandes grupos industriales y econ¨®micos -los llamados poderes f¨¢cticos- han cambiado con tal rotundidad que gran parte de lo que estamos viviendo es la transformaci¨®n y el ajuste de esa lucha entre la nueva y la vieja econom¨ªa.
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