El hombre que tiene contra la cuerdas a Hollande y Valls
El l¨ªder de la CGT, Philippe Martinez, de origen espa?ol, dirige con mano de hierro el mayor pulso al poder de la legislatura a cuenta de la reforma laboral
El hombre que ha convertido Francia en un polvor¨ªn es hijo y nieto de espa?oles y habla correctamente el castellano. Duro entre los duros, Philippe Martinez (Par¨ªs, 1961) dirige desde hace 14 meses la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT), el principal sindicato del pa¨ªs. En tan poco tiempo, Martinez, con su enorme bigote negro, ha pasado de ser un desconocido a convertirse en el verdadero l¨ªder de la oposici¨®n al presidente Fran?ois Hollande y al jefe de su Gobierno, Manuel Valls, nacido en Espa?a.
Hijo de Manuel y Jovita, originarios de cerca de Reinosa (Cantabria), Martinez creci¨® en La Petite Espagne, en plena barriada de emigrantes de Saint Denis, junto a las calles hoy dedicadas al republicano Francisco Asensi o al guerrillero comunista Cristino Garc¨ªa, ejecutado en 1946 tras su regreso clandestino a Espa?a. ¡°En mi casa se hablaba mucho de pol¨ªtica cuando yo era peque?o¡±, contaba a EL PA?S en una entrevista nada m¨¢s ser elegido secretario general.
Estudi¨® Formaci¨®n Profesional y a los 21 a?os empez¨® a trabajar como t¨¦cnico de log¨ªstica en la central de Renault, en Boulogne Billancourt. A los 23 se afili¨® a la CGT, como antes lo hab¨ªan hecho sus padres y la gran mayor¨ªa de miembros del Partido Comunista, en el que Martinez milit¨® hasta hace 16 a?os.
Lleg¨® de rebote a la c¨²pula de la CGT tras la dimisi¨®n de su anterior l¨ªder por gastarse demasiado dinero en acomodar el despacho que ahora ocupa Martinez. ¡°S¨ª, este es el despacho¡±, comentaba entonces con cara resignada al periodista al recibirle. Llegaba al puesto con fama de dialogante, pero el Gobierno no vio o no quiso ver la filosof¨ªa y las intenciones del nuevo dirigente.
¡°Apuesto por las 32 horas semanales [en Francia son 35]. Cada vez hay m¨¢s pobres en Europa y, en cambio, los dividendos de las grandes empresas crecen. Hacen dinero a base de la miseria del mundo. Nosotros seguiremos protestando¡±. Y m¨¢s adelante, justo al inicio de la actual ola de protestas contra la reforma laboral, dec¨ªa en otro encuentro con este peri¨®dico: ¡°Facilitando el despido no se crea empleo; eso es una estupidez. Hay que retirar el proyecto. En Alemania hay poco paro por las reformas, pero hay bajos salarios con los que no se puede vivir. Si nos tenemos que adaptar a un mundo que funciona mal, no estamos de acuerdo; no es una utop¨ªa¡±.
Un cuadro del Che Guevara y otro con la bandera republicana espa?ola adornan las paredes del despacho del l¨ªder de la CGT
Y con esa filosof¨ªa y esos principios, prepar¨® una primera y gran movilizaci¨®n dos meses despu¨¦s de ocupar el despacho, en cuyas paredes lucen hoy un cuadro del Che Guevara ¡ªcon la frase ¡°Actores de tiempos presentes¡±¡ª y otro con la bandera republicana espa?ola, dedicado ¡°a los amigos de los combatientes en la Espa?a Republicana 1936-1939¡±.
Ahora, la reforma laboral le ha dado la oportunidad para que su sindicato recobre parte del incontestado protagonismo del pasado, cuando ten¨ªa m¨¢s de tres millones de afiliados. Otra organizaci¨®n de trabajadores, la reformista CFDT, le pisa los talones en el sector privado y Martinez ha visto el momento adecuado para saltar a la yugular del contestado Gobierno socialista y acaparar todos los focos.
Pese al tono relajado y el discurso calmado, Martinez dirige con firmeza las disciplinadas filas del tambi¨¦n radicalizado sindicato. A toque de silbato, sus m¨¢s de 600.000 afiliados han saltado a la calle, bloqueado autopistas o refiner¨ªas y organizado huelgas en ferrocarriles y centrales nucleares. Con m¨¦todos expeditivos bajo el ejemplo de su jefe. El pasado fin de semana, Martinez se fotografi¨® mientras azuzaba el fuego de una barricada de uno de sus piquetes.
Como interlocutor del Gobierno, Mister Niet, como le ha bautizado el diario conservador Le Figaro, no da respiro a Valls, quien solo ha recibido el no o la callada por respuesta en sus di¨¢logos con el duro l¨ªder. El pulso es tan fuerte y obvio que el jefe del Gobierno ha acabado por decir en el Parlamento: ¡°La CGT no hace las leyes en Francia¡±. La guerra es sin cuartel y este sindicalista, cuya estrategia apoya una mayor¨ªa de franceses, no tiene la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de ceder. Valls tampoco. Los dos dirigentes de origen espa?ol aceleran hacia el inevitable choque de trenes.
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