Dos vistas de Europa desde la costa de Inglaterra
Brighton y Bognor Regis, separadas por apenas 50 kil¨®metros, representan los dos extremos de la fractura que divide al pa¨ªs ante el refer¨¦ndumd de la UE
Existe una hist¨®rica controversia acerca de las ¨²ltimas palabras que pronunci¨® Jorge V en su lecho de muerte. Una de las teor¨ªas ¨Cno la m¨¢s veros¨ªmil- ha proporcionado un doloroso estigma que acompa?ar¨¢ siempre a esta localidad de la costa sur de Inglaterra, Bognor, cuya fugaz relaci¨®n con el abuelo de Isabel II la hizo merecedora del ep¨ªteto latino de Regis, que la adorna desde 1929.
Aquel a?o el rey sufri¨® una infecci¨®n respiratoria para la que su m¨¦dico, lord Dawson of Penn, le prescribi¨® una estancia junto al mar. Jorge V cumpli¨® su penitencia pasando una temporada en la mansi¨®n de un amigo en Bognor. A los primeros s¨ªntomas de mejor¨ªa, el rey regres¨® a Londres, donde pas¨® sus ¨²ltimos seis a?os de vida.
La teor¨ªa sostiene que lord Dawson ¨Cantes de suministrarle una dosis letal de morfina y coca¨ªna para asegurarse de que el deceso real fuera recogido antes en los diarios de la ma?ana que en los menos deseables tabloides vespertinos- le asegur¨® que pronto estar¨ªa bien y listo para pasar otras vacaciones en Bognor. ¡°?Que le den a Bognor!¡±, le habr¨ªa respondido el rey, antes de cerrar para siempre los ojos.
Sea o no cierta la teor¨ªa, lo que s¨ª parece contrastado es que la ciudad no dej¨® una profunda huella en su majestad. Es rec¨ªproco: tampoco el rastro de la sangre azul es muy evidente aqu¨ª. Ni siquiera la casa en la que se aloj¨® el rey sigue en pie. La Bognor Regis del siglo XXI es una ciudad tirando a decadente, que se autoproclama desde un cartel ¡°la capital del sol¡± de Reino Unido, en esta ma?ana gris y lluviosa a solo tres semanas del refer¨¦ndum en el que el pa¨ªs decidir¨¢ si rompe con los vecinos de ah¨ª enfrente, al otro lado del canal de la Mancha.
Bognor es hoy de las dos patas de un curioso microcosmos de la fractura que divide al pa¨ªs de cara a la consulta sobre la permanencia en la UE. La otra pata es Brighton, un poco m¨¢s al este. Las ba?a el mismo mar, las riega la misma lluvia y las separan apenas 50 kil¨®metros. Pero representan las ant¨ªpodas del debate sobre el Brexit. Brighton es masivamente proeuropea y Bognor, mayoritariamente euroesc¨¦ptica.
Diferentes estudios se?alan que la edad y el grado de educaci¨®n son los dos factores m¨¢s determinantes sobre el sentido del voto en el refer¨¦ndum. Brighton tiene una poblaci¨®n joven y el 37% son licenciados universitarios, 10 puntos m¨¢s que la media nacional. En Bognor, el 34% de los residentes es mayor de 60 a?os, 12 puntos sobre la media del pa¨ªs.
En las concurridas calles de los Lanes, en el centro de Brighton, las boutiques y los caf¨¦s se suceden como en cualquier centro hipster de una capital europea. Solo una hora en tren separa Brighton de Londres, y los precios de la vivienda en la capital han empujado hacia la ciudad costera a un buen n¨²mero de j¨®venes profesionales en busca de una vida m¨¢s relajada.
M¨¢s de 30.000 residentes viajan cada ma?ana a Londres a trabajar. Los votantes de esta circunscripci¨®n eligen desde 2010 a la ¨²nica diputada verde que se sienta en el Parlamento brit¨¢nico, y el antieuropeo UKIP se ha quejado de la hostilidad con la que se le ha recibido en esta ciudad.
¡°Para m¨ª la UE es una garant¨ªa de una serie de logros que correr¨ªan peligro si nos vamos¡±, explica Jackie, profesora de 33 a?os, sentada en la terraza de un caf¨¦ de los Lanes. ¡°Derechos de la mujer, de los trabajadores, protecci¨®n del medioambiente¡ Me aterra pensar qu¨¦ ser¨ªa de todo eso si nos vamos. Hay muchas cosas que no me gustan de la UE, pero creo que nos protege de nosotros mismos¡±.
El perfil demogr¨¢fico no es lo ¨²nico que separa a Bognor de Brighton. El tejido comercial del centro de la ciudad no puede ser m¨¢s diferente. En Bognor, a dos horas en tren de la capital, abundan los supermercados de baja gama, casas de apuestas, tiendas de beneficencia y comercios de alimentaci¨®n polacos.
La relaci¨®n con la inmigraci¨®n es otro de los factores que inclinan la balanza hacia uno u otro lado del debate europeo. Brighton tiene m¨¢s inmigraci¨®n (15%) que Bognor (9%). Pero, la valoraci¨®n de su impacto cultural es el doble de positiva en Brighton.
Bognor es territorio conservador con una fuerte presencia del UKIP. Hay una importante comunidad de ciudadanos de Europa del este, muchos de ellos llegados para trabajar en los invernaderos del norte de la ciudad. La iglesia cat¨®lica local ofrece una misa a la semana en polaco y algunos parqu¨ªmetros del centro muestran los textos traducidos a ese idioma.
Los tabloides han contribuido a ese choque cultural de la poblaci¨®n aut¨®ctona con los reci¨¦n llegados. En junio de 2012, por ejemplo, el Daily Mail alertaba sobre la ¡°invasi¨®n de criminales de Europa del Este¡± despu¨¦s de que, supuestamente, se hubieran descubierto carteles en las c¨¢rceles polacas invitando a los presidiarios a ¡°empezar una nueva vida en Bognor Regis¡±.
Sarah y John, una pareja de jubilados, pasan por delante de una tiendas polaca en la calle Queensway. ¡°S¨¦ que los inmigrantes vienen aqu¨ª a trabajar, pero creo que a menudo se aprovechan de nuestra generosidad¡±, dice ella. ¡°A los pol¨ªticos que defienden la UE, les invitar¨ªa a pasar una temporada en Bognor¡±, a?ade ¨¦l.
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