92 minutos entre la vida y la muerte en alta mar
EL PA?S presencia dos rescates frente a las costas libias de 230 migrantes en un buque de MSF
A las 7.27 suena el tel¨¦fono en el puente de mando. ¡ªPronto?, contesta al instante Luca, el logista de M¨¦dicos Sin Fronteras Espa?a. Es el Centro de Coordinaci¨®n de Rescates Mar¨ªtimos de Roma para comunicar la posici¨®n de una patera de goma con decenas de migrantes subsaharianos a bordo. El Dignity, como se llama el buque propiedad de la ONG, enciende m¨¢quinas y navega a m¨¢xima velocidad hacia el oeste, a unas 30 millas paralelo a Sabratah, en la costa Libia, lugar elegido este a?o por las mafias para embarcar a los que ya no tienen casi nada, salvo la esperanza de pisar Europa. Pero primero se tendr¨¢n que enfrentar a la inmensidad del mar. ¡°Ojal¨¢ les pillemos¡±, suspira Alfredo, el primer oficial que no duda en hacer saltar la alarma del barco. Todos a cubierta y a sus puestos. Hay que salvarlos.
Por suerte esta ma?ana el Mediterr¨¢neo est¨¢ especialmente tranquilo, parece una balsa de aceite y, aunque solo el agua y el cielo rodean el Dignity, de manera repentina se avista una l¨ªnea horizontal gris por la proa. A los pocos segundos ya se perfilan cabezas y cuerpos en pie, y al minuto, los ojos tristes y el des¨¢nimo de 111 subsaharianos se clavan en la mirada. Reina el silencio. ¡°Estamos aqu¨ª para ayudaros¡±, chilla en franc¨¦s ¡ªel meg¨¢fono es demasiado agresivo¡ª Salah, que junto a David y ?ngel, se acerca en una zodiac para establecer el primer punto de contacto con las 60 mujeres, 45 hombres, y seis ni?os a los que literalmente van a salvarles la vida. El momento es cr¨ªtico porque los migrantes se podr¨ªan lanzar al agua sin pensarlo debido a la desesperaci¨®n que acarrean desde hace meses sumado al hecho de que muchos no saben nadar.
¡°Si nosotros estamos calmados, ellos estar¨¢n calmados¡±, sugiere Daniel. Son las 8:16 de la ma?ana y la concentraci¨®n de los rescatadores se funde con el silencio de los que anoche abandonaron tierra firme. La tensi¨®n es dif¨ªcil de superar porque todo, hasta un naufragio, a¨²n puede suceder. Poco a poco, la zodiac les va acercando los chalecos salvavidas naranjas que contrastan con el negro de la piel africana, una imagen ya habitual en los telediarios y peri¨®dicos en esta ¨¦poca del a?o.
Derrengados, descalzos, sucios, empapados, pues han pasado m¨¢s de 12 horas navegando con agua y porquer¨ªa dentro del gom¨®n, son trasladados a la zodiac que les acercar¨¢ de 15 en 15 al Dignity, donde podr¨¢n comer, dormir y ser atendidos por las doctoras. Primero las mujeres, que tiemblan de terror, y los ni?os. S¨®lo han pasado 20 minutos y el rescate est¨¢ ya a pleno rendimiento. Arturo y Daniel levantan los pesos muertos de los migrantes ¡ªen su mayor¨ªa de Nigeria¡ª que conf¨ªan en sus salvadores, sean quien sean, a veces hasta con los ojos cerrados. ¡°No tienen fuerza para subir y tiramos de ellos¡±, explica Arturo, que est¨¢ atado a su vez con un arn¨¦s al buque para no caer al agua. Inmediatamente Maria Jos¨¦, la m¨¦dico de la misi¨®n, les examina con una sonrisa. ¡°Todo bien¡±, ¡°hola¡±, les dice habl¨¢ndoles a los ojos haciendo un gui?o fraternal. ¡°Welcome on board¡± (bienvenido a bordo), saluda uno a uno y d¨¢ndoles la mano Alfredo, devolvi¨¦ndoles as¨ª un trocito de dignidad. Ahora ya est¨¢n a salvo. Astrid, la matrona que asisti¨® a un parto a bordo en 2015, calma contra su pecho a un beb¨¦ de cuatro meses mientras la madre resiste en la patera y espera a que la re¨²nan con su peque?o, quien no tarda en regalar una sonrisa a su matrona. Carla, la ¨²nica cocinera del barco, de tan solo 23 a?os, acaricia amablemente el cuerpo de cada persona que entra con un detector de metales, pues no est¨¢n permitidas las armas ni los cuchillos en ninguna misi¨®n de la ONG. Luca registra los datos de los que hoy han vuelto a nacer; sexo, nacionalidad, edad¡ R¨¢pidamente Alfonso, Gabi y Ernest recolocan los chalecos para la segunda vuelta. Los dem¨¢s caen inmediatamente rendidos.
El equipo m¨¦dico, tras examinar a todo el mundo, coloca pulseras de colores: ¡°La blanca es para los que est¨¢n bien; la negra, para los menores no acompa?ados; la verde para los que podr¨ªan tener sarna; y la roja para los que necesitan seguimiento al llegar a tierra¡±, explica Hayley, la coordinadora de la misi¨®n. El rescate fluye e incluso los miembros del equipo m¨¢s experimentados bromean asegurando que es ¡°el m¨¢s peque?o¡± que han hecho hasta ahora. Pero el d¨ªa solo acaba de empezar y el capit¨¢n, Francesc, acaba de avistar otro gom¨®n. ¡°Esta vez hay gente apoyada a horcajadas en los laterales, son muchos m¨¢s¡±, alerta.
El Bourbon Argos, un buque fletado por MSF B¨¦lgica, est¨¢ rescatando casi al mismo tiempo a cientos de personas que iban en tres barcazas. El buen tiempo impulsa la salida de migrantes que, tras pagar de 500 a 1.200 euros a los traficantes y tras esperar meses hacinados en edificios de las playas libias ¡ªde ah¨ª la sarna¡ª, salen a la deriva con una br¨²jula y la ¨²nica instrucci¨®n de seguir siempre el norte. El a?o pasado cruzaron hacia las costas italianas casi 150.000 personas, y en lo que va de 2016, 48.000, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM). Otras 850.000 cruzaron rumbo a Grecia en 2015. Ante ese nivel de llegadas, la Uni¨®n Europea desarrolla pol¨ªticas de contenci¨®n que prev¨¦n un acuerdo con Turqu¨ªa para reenviar a su territorio los migrantes y refugiados arribados a costas griegas; y un plan de inversiones en pa¨ªses pobres, presentado ayer por la Comisi¨®n, que pretende reducir las causas del flujo. El esquema contempla un mecanismo de penalizaci¨®n de los Estados que no colaboren en frenar el flujo de migrantes.
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Mientras el personal humanitario entrega v¨ªveres ¡ªuna especie de galleta arenosa energ¨¦tica de medio kilo¡ª, agua, calcetines, una toalla y un pa?uelo para las mujeres, Lizzi, la enfermera canadiense, atiende a las mujeres y los ni?os en el interior del barco. Hay cuatro que est¨¢n embarazadas y algunas tienen fiebre. Pero la amabilidad puede con el cansancio de muchas de ellas y consiguen sacar fuerzas para dedicar una sonrisa a sus salvadores: ¡°Thank you, thank you¡± (gracias, gracias), gesticula con los labios una de ellas indicando con su mano el coraz¨®n. No le sale la voz. ¡°Yo huyo de Boko Haram [filial del ISIS en Nigeria], del hambre y de la pobreza¡±, explica Comfort, de 19 a?os y con unas trencitas pegadas a la cabeza que se toca constantemente. ¡°Quiero ir a Europa. A cualquier pa¨ªs¡±, sonr¨ªe junto a otra chica que acaba de conocer. Ahora son amigas. Las m¨¢s delicadas duermen en literas pero el suelo se ha convertido en el lecho de casi todas ellas. ¡°Los ojos me dan vueltas¡±, comunica aterrada una jovenc¨ªsima mujer. Desconoce la sensaci¨®n de mareo por estar en el interior del barco. ¡°Es normal¡±, intenta tranquilizar Lizzi, ¡°se te va a pasar¡±.
En el exterior, a pesar de los 26 grados que marca el term¨®metro, el sol aprieta y los 45 hombres subsaharianos se refugian bajo el toldo de cubierta. Una hora despu¨¦s, tras el segundo rescate, ser¨¢n 162. Se observan los unos a los otros, duermen, chocan las manos dando gracias a Dios, rezan a Al¨¢, acuden al ba?o, vomitan por el mareo, la sed, el hambre, el miedo¡ Pero llama la atenci¨®n que nadie, salvo los beb¨¦s, llora. ¡°Sent¨ª muchas vibraciones. La gente se siente feliz de vernos¡±, cuenta Jean Philippe, el nuevo coordinador de la misi¨®n tras su primera experiencia en alta mar.
En 92 minutos el Dignity hab¨ªa devuelto la vida a 230 personas que, un d¨ªa m¨¢s, probaron suerte por caminos insospechados para salir de la guerra, las persecuciones y la miseria. Todos ellos, despu¨¦s de recuperarse un poco fueron trasladados al Bourbon Argos ¡ªque ya llevaba a 362 personas a bordo¡ª para continuar al menos un d¨ªa m¨¢s la navegaci¨®n rumbo a Italia, donde desembarcar¨¢n un total 592 personas. As¨ª el Dignity se quedar¨¢ cubriendo la zona para poder salvar las vidas de los que esta noche, y con el negocio de las mafias, embarquen en la costa de Libia. Lo mismo har¨¢ el buque Aquarius, donde hay presencia de MSF y SOS Mediterranee, que ha transferido a un buque irland¨¦s a otros 236 migrantes, 58 de los cuales eran menores no acompa?ados.
¡°Rescued 8/06/2016¡± (Rescatado 8/06/2016), tat¨²a uno de los oficiales con un spray negro en el lateral de los gamones. El Dignity deja a la deriva la segunda patera. La primera, mientras tanto, arde a lo lejos por las llamas provocadas por los barcos militares que patrullan ¡ªy a veces rescatan¡ª el canal de Sicilia. A¨²n as¨ª, ¡°debe haber cientos de ellas por el mar¡±, suspira Salah.
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