Entre la manipulaci¨®n de la Biblia y la posesi¨®n de la vagina
Las protestas contra la cultura de la violaci¨®n se?alan hacia d¨®nde se mueven los Brasiles y d¨®nde est¨¢ de hecho la oposici¨®n
El levantamiento de las mujeres contra la cultura de la violaci¨®n en Brasil, pa¨ªs gobernado por el interino Michel Temer (PMDB) y por el Congreso m¨¢s retr¨®grado desde la redemocratizaci¨®n, forma el retrato m¨¢s preciso de este momento hist¨®rico tan particular de Brasil. La oposici¨®n actual no es entre un Gobierno llamado "golpista" y un Gobierno que ya se ha presentado como "popular". O entre la presidenta suspendida por el proceso de destituci¨®n y el vicepresidente que conspir¨® para derribarla. El choque es entre el Brasil que emergi¨® de las manifestaciones de junio de 2013 y el Brasil que se aferra a los privilegios de clase, de raza y de g¨¦nero. Es esta la confrontaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s amplia que determina el curso de los d¨ªas.
Ni Temer, el PMDB y los partidos aliados representan a todas las fuerzas conservadoras, por una parte, ni Dilma Rousseff, Lula y el PT son capaces de representar al otro campo. Como la Operaci¨®n Lava Jato ya ha mostrado, con todas las cr¨ªticas que se pueden ¨Cy se deben¨C hacer a los descarados abusos y a los personalismos inaceptables de algunos servidores p¨²blicos, el Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (PMDB) y el Partido de los Trabajadores (PT) son, en algunos aspectos cruciales, m¨¢s semejantes que diferentes. En algunos aspectos, obviamente no en todos, m¨¢s socios que se han desentendido que opositores pol¨ªticos de hecho, en lo m¨¢s profundo que tiene la pol¨ªtica, que es su potencia transformadora. Es fundamental entender d¨®nde, efectivamente, est¨¢ la oposici¨®n hoy, m¨¢s all¨¢ del impeachment vs. golpe.
Esta es la parte que Temer, el PMDB y las dem¨¢s fuerzas que apoyaron el proceso de destituci¨®n de Dilma Rousseff parecen no haber entendido. Y, tambi¨¦n por ello, las primeras semanas del Gobierno provisional tuvieron tantos retrocesos y al menos dos bajas de ministros. A pesar de que los protagonistas fueron hasta demasiado espabilados, parecen haberse cre¨ªdo, de hecho, que el pa¨ªs pudiera sencillamente volver atr¨¢s y que las viejas fuerzas ocupar¨ªan de nuevo sus lugares, sin oposici¨®n. As¨ª como parecen haberse cre¨ªdo que la oposici¨®n, a partir de cierto momento, era el PT. Creyeron en la falsa polarizaci¨®n, sin darse cuenta de que el pa¨ªs, hoy en d¨ªa, es mucho m¨¢s complejo.
"Hombres blancos y viejos." La reacci¨®n al gabinete de Temer mostr¨®, de inmediato, de d¨®nde vendr¨ªa la oposici¨®n. G¨¦nero, raza y protagonismo joven. La pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de los partidos, la pol¨ªtica que en 2013 expuls¨® a los partidos de las calles.
Al nombrar a la nueva secretaria de Pol¨ªticas para las Mujeres, Temer mostr¨® que o tiene una discapacidad cognitiva u obedece a mandamientos menos declarados
Dos fotograf¨ªas, un abismo. En las calles del pa¨ªs, las mujeres escriben en la piel desnuda que sus cuerpos les pertenecen, para protestar contra la cultura del abuso sexual despu¨¦s de las violaciones colectivas de dos chicas, una en R¨ªo, otra en Piau¨ª. ?Qu¨¦ hace Temer? Llama a ocupar la rebajada Secretar¨ªa de Pol¨ªticas para las Mujeres a una evang¨¦lica, F¨¢tima Pelaes (PMDB), que ya se ha declarado en contra del aborto incluso en casos de violaci¨®n. O el presidente interino tiene una discapacidad cognitiva u obedece a mandamientos menos declarados.
Al extinguir precisamente el ministerio que contemplaba las pol¨ªticas de g¨¦nero, raza y derechos humanos, y al extinguir el Ministerio de Cultura, que fomentaba la expresi¨®n de esas pol¨ªticas, Temer ya hab¨ªa demostrado que ni ¨¦l ni las fuerzas que lo apoyaron comprend¨ªan el pa¨ªs que tanto quieren gobernar. Tuvo que compensar su elecci¨®n y buscar a mujeres que aceptaran formar parte de su Gobierno. Se vio obligado a retroceder ya reintegrar el Ministerio de Cultura al gabinete.
Esas idas y venidas son m¨¢s reveladoras que las dimisiones de ministros tras la filtraci¨®n de grabaciones seg¨²n las cuales habr¨ªan conspirado contra la Operaci¨®n Lava Jato, porque los vaivenes se?alan las fuerzas que demandan la ampliaci¨®n de la pol¨ªtica. Y que denuncian la crisis de representaci¨®n m¨¢s profunda. Debido a estas fuerzas, a estas pol¨ªticas, no hay c¨®mo volver al Brasil del pasado. El presente es otro, el presente es flujo.Es posible que las tramas de corrupci¨®n se reorganicen de otro modo, como ocurri¨® en Italia. Pero es bastante improbable que las mujeres, los negros y la comunidad LGBT dejen de contestar los privilegios de g¨¦nero y de raza, as¨ª como los cr¨ªmenes de g¨¦nero y de raza. Los pueblos de la selva son otra fuerza, todav¨ªa oscurecida, que se volver¨¢ cada vez m¨¢s visible con el avance de la crisis clim¨¢tica.
Este Brasil que va a las calles a protestar contra la cultura de la violaci¨®n, contra el genocidio de la juventud negra, contra la corrosi¨®n de las escuelas p¨²blicas, en las que estudian los m¨¢s pobres, representa la gran potencia creativa de este momento. Mucho se ha hablado sobre la p¨¦rdida de las conquistas de la d¨¦cada pasada, que han puesto en evidencia hechos como los m¨¢s de 11 millones de desempleados actuales. Es importante darse cuenta, sin embargo, de que hay ganancias que no retroceden. La primera generaci¨®n de j¨®venes negros que lleg¨® a la universidad no va a dejar de ejercer presi¨®n por la ampliaci¨®n de los accesos. As¨ª como las mujeres que se empoderaron al recibir la Bolsa Familia ya se han convertido en otras.
Es fundamental identificar d¨®nde est¨¢ el movimiento. Y d¨®nde est¨¢ la par¨¢lisis. O incluso el retroceso. Despegados del Brasil que se mueve, ni el Gobierno ni el Congreso tienen una respuesta. En parte, porque ni siquiera entienden lo que dicen las manifestantes que ocuparon las calles con los pechos al descubierto.
Dilma Rousseff y el PT, empe?ados en la disputa del impeachment, tampoco tienen la posibilidad de representar a esas fuerzas. Hay un enorme potencial simb¨®lico en el hecho de que una mujer asuma la presidencia de la Rep¨²blica por primera vez. Pero es importante recordar la elecci¨®n hecha por Lula y por sus publicistas para impulsar ese simbolismo. Dilma fue presentada como "madre" de los pobres, "madre" del pueblo, "madre" del Programa de Aceleraci¨®n del Crecimiento (PAC). Nada m¨¢s arcaico hoy en d¨ªa que reducir a una mujer a la maternidad. Y reducir la maternidad a las mujeres. En este sentido, se perdi¨® la oportunidad ¨Cpreciosa¨C de ampliar la potencia de los significados de una mujer en la presidencia, al optar por reforzar los viejos estereotipos, siempre reductores.
Rousseff puede hasta sumarse a las protestas contra la cultura de la violaci¨®n, pero no representa al movimiento
Es un hecho que Dilma nunca se adapt¨® bien a este modelito publicitario; pero tambi¨¦n es un hecho que utiliz¨® ese discurso siempre que le result¨® conveniente. Tambi¨¦n cabe recordar que, como presidenta, Dilma Rousseff retrocedi¨® varias veces en la esfera de los derechos de las mujeres y de las personas LGBT para no perder el apoyo de los votantes religiosos primero, del grupo evang¨¦lico en el Congreso despu¨¦s. En la campa?a electoral que la llev¨® a la Presidencia por primera vez, en 2010, sufri¨® un ataque delictivo cuyo origen a¨²n debe investigarse mejor, con la difusi¨®n de que era "abortista" y "asesina de fetos". Jos¨¦ Serra, entonces candidato presidencial por el Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB) y hoy ministro de Exteriores del Gobierno Temer, se empe?¨® en aprovechar el ataque venido de las catacumbas o de un lugar que merece ser mejor investigado, y pregon¨® que ten¨ªa a ¡°Dios en el coraz¨®n¡±. En su programa electoral desfilaban por la pantalla mujeres embarazadas, porque el candidato promet¨ªa cuidar de los beb¨¦s incluso antes de que nacieran.
La campa?a electoral de 2010 marca el momento en el que se rebaj¨® el debate, con enormes consecuencias. Dilma fue elegida como la primera mujer presidenta, pero para lograrlo escribi¨® una carta p¨²blica en la que se declaraba ¡°personalmente en contra del aborto¡±. En ella se compromet¨ªa a no proponer ninguna medida para alterar la legislaci¨®n sobre la materia. Quienes salieron a defenderla por los templos evang¨¦licos fueron, entre otros, Eduardo Cunha (PMDB). El diputado que liderar¨ªa el proceso de destituci¨®n de la presidenta les asegur¨® a los pastores que la entonces candidata merec¨ªa el voto evang¨¦lico porque estaba en contra del aborto.
No vuelvo a recordar este hecho por apego a la redundancia, sino porque sin entender lo que le pas¨® al pa¨ªs en aquel momento no parece posible entender el escenario actual. Ni la profundidad de la primavera feminista en las calles. La campa?a electoral de 2010 es un marco de la ocupaci¨®n del poder por parte de los evang¨¦licos fundamentalistas, aliados a otras fuerzas conservadoras, as¨ª como de su creciente poder de presi¨®n. En aquel momento, se estableci¨® que los cuerpos de las mujeres ser¨ªan la moneda de chantaje pol¨ªtico de all¨ª en adelante. Dilma se rindi¨® primero en nombre de la victoria electoral, despu¨¦s, en el de la tal gobernabilidad. Conocemos bien el resultado de la gobernabilidad y la fidelidad de los aliados de ocasi¨®n.
Por eso, las manifestaciones contra la cultura de la violaci¨®n tienen a¨²n m¨¢s resonancia de lo que puede parecer a primera vista. Si las mujeres se apropian de sus cuerpos, ser¨¢ necesario encontrar otra moneda de cambio en el Brasil de hoy. De violaci¨®n es de lo que se habla, pero hay a¨²n m¨¢s en juego.
Los cuerpos de las mujeres son la moneda de chantaje del momento, por eso es necesario mantenerlos como objetos
Si hay este Brasil que se mueve ocupando las calles, hay otro que tambi¨¦n se mueve. Es donde est¨¢n, en cierto modo, los oficialistas. Tambi¨¦n en este sentido, la reacci¨®n a las violaciones colectivas fue un se?alizador precioso. Como nadie, o al menos casi nadie, puede defender un abuso sexual, la disputa se produjo en torno a si era o no una violaci¨®n. As¨ª como acerca de las mujeres cuyos cuerpos tienen valor. En este discurso, si los cuerpos tienen valor, no podr¨ªan ser violados. Pero, si los cuerpos no tienen valor, no se considerar¨ªa abuso sexual, incluso aunque fuesen violados. El valor se determina principalmente juzgando las elecciones morales y est¨¦ticas de esas mujeres, pero tambi¨¦n por su raza y clase.
Tener valor se refiere, en cualquiera de los casos, a un cuerpo convertido en objeto. Cuando no se escucha la palabra de una mujer al decir que fue violada, o se pone en duda, lo que se refuerza es que los objetos no tienen voz. Es importante darse cuenta tambi¨¦n de que los cuerpos de las mujeres solo pueden convertirse en moneda electoral o en moneda de chantaje pol¨ªtico, como ocurre m¨¢s expl¨ªcitamente desde la campa?a electoral de 2010, cuando se los ve y se los trata como objetos.
La desobjetificaci¨®n de las mujeres, por lo tanto, amenaza el mantenimiento de los privilegios de quienes ocupan el poder o desean ocuparlo. ?O alguien se cree que diputados como Eduardo Cunha y el clero evang¨¦lico del Congreso est¨¢n de hecho preocupados con la vida del feto cuando intentan impedirles a las mujeres hacer abortos legales? ?O cuando determinan que una familia es un hombre con una mujer?
Hace falta ser algo m¨¢s que ingenuo para creer en la sinceridad de esta motivaci¨®n moralista. Lo que les preocupa, eso s¨ª, es mantener el mando de la Casa de la Moneda. As¨ª que las mujeres que cantaron en un concierto de Caetano Veloso ¨C"eta, eta, eta, o Eduardo Cunha quer controlar a minha buceta¡± [¡°o?o, o?o, o?o, Eduardo Cunha quiere controlarme el co?o¡±]¨C tienen toda la raz¨®n. Cunha no solo quiere eso, sino que lo necesita.
El grupo evang¨¦lico en el Congreso lleg¨® r¨¢pidamente a la conclusi¨®n de que la mejor moneda, al menos por ahora, es el cuerpo de las mujeres. Que ese control sobre los cuerpos de las mujeres venga travestido de religi¨®n y justificado por una interpretaci¨®n fundamentalista de la Biblia es una cuesti¨®n de estrategia, no de principios. Cuando nos referimos a esta estirpe de parlamentarios como "conservadores", les damos una seriedad que no tienen. Del mismo modo, llamarles Grupo Parlamentario de la Biblia acaba por ser menos una iron¨ªa, y m¨¢s un reconocimiento equivocado de que la Biblia de hecho tendr¨ªa importancia. En la pr¨¢ctica, la Biblia es un instrumento m¨¢s de manipulaci¨®n, lo que deber¨ªa ofender a los evang¨¦licos que se toman en serio los fundamentos de su creencia. Una parte del clero evang¨¦lico en el Congreso se toma sus principios religiosos tan en serio como se toman el mandamiento ¡°no robar¨¢s¡±.
La elecci¨®n de una evang¨¦lica no muestra una distracci¨®n pol¨ªtica de Temer, tan solo se?ala d¨®nde cree que est¨¢ la fuerza
El aborto es el gran tema en disputa por esa raz¨®n. Si una mujer es tan due?a de su cuerpo que puede interrumpir un embarazo, su cuerpo ya no puede ser el objeto de otro. Ya no puede ser moneda. Esta es tambi¨¦n la raz¨®n por la que la maternidad tiene que valorarse tanto como destino sagrado de las mujeres, y en eso la interpretaci¨®n religiosa de la Biblia se hace a medida. As¨ª que ni de lejos poner al frente de la Secretar¨ªa de la Mujer a una evang¨¦lica que ya se ha posicionado en contra del aborto en casos de violaci¨®n puede considerarse como una distracci¨®n pol¨ªtica de Temer. Que, despu¨¦s de haber calculado todas las variables, haya hecho esa elecci¨®n, incluso con las calles ocupadas por activistas, solo se?ala d¨®nde el presidente en funciones cree que est¨¢ la fuerza.
Pero Temer, el hombre que tan bien calculaba, ya no calcula como antes. El nombramiento se public¨® en el Diario Oficial de Brasil el 3 de mayo, pero el presidente a¨²n puede volver atr¨¢s. La reacci¨®n de las feministas fue m¨¢s fuerte de lo que Temer y los suyos cre¨ªan que ser¨ªa. Para completar, la prensa inform¨® que se investiga a F¨¢tima Pelaes en una trama de corrupci¨®n. Si Temer se echa atr¨¢s otra vez, ser¨¢ un retroceso m¨¢s de un gobernante que, desde el nombramiento de su gabinete, demuestra no entender el pa¨ªs que gobierna, desconcertado entre fuerzas opuestas.
La construcci¨®n de redes de comunicaci¨®n, como Record, as¨ª como la ocupaci¨®n de las redes existentes por ciertas iglesias evang¨¦licas, es la otra punta de esta arquitectura que cada vez influye m¨¢s en la vida cotidiana del pa¨ªs. Quienes gritan "Globo golpista" tienen que ampliar un poco m¨¢ssu mirada. No se puede entender este Brasil, que cada vez es m¨¢s oficialista, sin comprender la brillante estrategia de ocupaci¨®n del poder por parte de los llamados evang¨¦licos. Es de poder que se trata, poder mucho m¨¢s all¨¢ de la religi¨®n. Y, si observamos la historia reciente, esa ocupaci¨®n del poder es acelerada.
Creer que el actual Congreso no representa a Brasil es un error. Mejor si as¨ª fuese. Puede no representar a las mujeres en las calles, as¨ª como a otros movimientos y sectores m¨¢s progresistas, pero hay un Brasil al que, sin duda, representa. Y ese Brasil tambi¨¦n se mueve. Y es fuerte. Cuando la mayor¨ªa de los parlamentarios votaron a favor de la apertura del proceso de destituci¨®n de la presidenta en nombre de Dios y de la Familia, usaban el mismo lenguaje que una parte significativa de la poblaci¨®n brasile?a.
Tambi¨¦n en este sentido las protestas contra la cultura de la violaci¨®n son bastante esclarecedoras. Es significativo que las calles de capitales brasile?as hayan sido tomadas por manifestantes que reivindican la posesi¨®n del cuerpo. Pero hay que prestarles atenci¨®n tambi¨¦n a los v¨ªdeos, de gran audiencia en Internet, y a las protestas en la comunidad donde se produjo el crimen, en la que algunos hombres levantaron pancartas en las que pod¨ªa leerse: "?No hubo ninguna violaci¨®n!", o bien: "Una org¨ªa no es una violaci¨®n".
En los videos se presentaban "pruebas" morales para defender la tesis de que no fue una violaci¨®n, como la ropa que la v¨ªctima llevaba y su libertad sexual. Tambi¨¦n presentan como prueba el hecho de que una violaci¨®n no ser¨ªa tolerada por el narcotr¨¢fico, en una referencia a quien ocupa el lugar de la ley en parte de las favelas. Hay otro punto com¨²n importante en muchos de estos discursos difundidos en Internet: la idea de que la defensa de la ni?a violada la hacen "comunistas", o "comunistas de los derechos humanos". Aqu¨ª tambi¨¦n existe un v¨ªnculo entre el cuerpo de la mujer y la pol¨ªtica que no puede descartarse tan solo por la precariedad del discurso.
Una organizaci¨®n criminal habr¨ªa decretado la muerte no de los violadores, sino de la ni?a violada. En una entrevista concedida a Ponte, una web period¨ªstica especializada en derechos humanos, justicia y seguridad p¨²blica, la soci¨®loga Camila Nunes Dias, que investiga el crimen organizado en Brasil, se opone al mito de que los criminales condenan las violaciones: ¡°(Estos grupos de crimen organizado) son profundamente conservadores, machistas y homof¨®bicos, y eso a menudo se reduce al m¨ªnimo en el an¨¢lisis de su actuaci¨®n en las c¨¢rceles y las comunidades¡±. Y, en otro momento: ¡°Por m¨¢s que se maten los unos a los otros, la polic¨ªa y los delincuentes tienen visiones de mundo muy parecidas".
Para una gran parte de los hombres brasile?os, el g¨¦nero es el ¨²nico privilegio a su alcance
La violaci¨®n atraviesa todas las clases sociales. Los casos de violencia sexual contra mujeres en la Facultad de Medicina de la Universidad de S?o Paulo (USP), as¨ª como en varias otras universidades cuyos estudiantes son en su mayor¨ªa de las clases media y alta, son tan solo uno de los ejemplos de que la cultura de la violaci¨®n est¨¢ difundida por el pa¨ªs. Pero siempre vale la pena entender las particularidades por las que se establece esa cultura en las diferentes realidades. En especial cuando se sit¨²a la disputa pol¨ªtica actual a partir de lo que me parece central: cuestionar los privilegios.
En la trayectoria de algunos movimientos del siglo XX, as¨ª como de algunos partidos, todos los privilegios eran contestados, menos el de g¨¦nero. La historia de los sindicatos en Brasil, marcada por el machismo y por la homofobia, debe enfrentarse tambi¨¦n a partir de este recorte, para que algunas relaciones puedan aclararse. Hay muchas declaraciones todav¨ªa por conocer. Esta, como tantas otras, es una historia muy mal contada.
Tambi¨¦n hay que recordar que, para una gran parte de los hombres brasile?os, el ¨²nico privilegio que tienen es el de g¨¦nero. Como se sabe, no es f¨¢cil renunciar a los privilegios, m¨¢s a¨²n si se trata del ¨²nico en un pa¨ªs tan desigual. El discurso moralista sobre el cuerpo de las mujeres encuentra un terreno f¨¦rtil en las capas m¨¢s pobres de la poblaci¨®n. Y esta es una perspectiva fundamental para entender la ascensi¨®n de algunas iglesias evang¨¦licas. Si el mantenimiento del privilegio de g¨¦nero tiene una justificaci¨®n edulcorada, con referencias ancladas en la Biblia, nada m¨¢s atractivo. No solo mantiene el privilegio, sino que a¨²n es un hombre ¡°de bien¡± por mantenerlo. Despu¨¦s de todo, ?qui¨¦n va a discutir con Dios?
Son muchos puntos que unir. Los Brasiles se mueven. Las mujeres que salieron a las calles a lo largo de los ¨²ltimos d¨ªas han acertado en mucho m¨¢s de lo que parece.
Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.
Sitio web:desacontecimentos.comEmail:elianebrum.coluna@gmail.comTwitter:brumelianebrum
Traducci¨®n de ?scar Curros
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