El pecado del verbo
Nadie ha sido capaz de reflexionar sobre las verdaderas consecuencias del ¡®No¡¯
Como es de dif¨ªcil mantener la esperanza. Sobre todo en un pa¨ªs que tiende a quedarse en los enunciados y el adjetivo que mata, y por lo tanto en cualquier momento, una frase en el lugar y en el momento equivocado, un hecho inesperado, puede cambiar el curso y derrumbar como un ruidoso domin¨® el camino rectificado. En cambio es mucho m¨¢s f¨¢cil mantener y alimentar la crispaci¨®n sobre todo en ¨¦pocas de redes sociales.
Ya nadie tiene derecho siquiera a expresar sus posiciones porque si no van en la misma ruta de las de las crecientes minor¨ªas entonces son descalificadas. A los conservadores los tratan de homof¨®bicos, y los verdaderos homof¨®bicos dicen que el gobierno ¡°nos est¨¢ metiendo el proceso de paz con vaselina¡±.
A los negociadores de vendepatrias, a los opositores de paracos ¨Cy no todos los son, ni m¨¢s faltaba-, a los ausentistas en el Congreso ladrones, a quienes calman sus dolores con marihuana medicinal, adictos, a los periodistas enmermelados, ¨Cy no todos los son, ni m¨¢s faltaba- sin olvidar a los que casi llegan a los pu?os por estar en orillas distintas y a quien mandan al siquiatra.
Peligroso el abuso en el uso de ciertas palabras y la irresponsabilidad de muchos discursos de campa?as que validan posiciones e identidades sobre todo cuando est¨¢ probado que detr¨¢s de cada argumento hay alg¨²n inter¨¦s por sostenerse as¨ª sea bajo la intimidaci¨®n de la violencia. Muy distinto ser¨ªa que la b¨²squeda de la justicia se basar¨¢ en el reconocimiento primario de las culpas propias y la rectificaci¨®n antes de buscarlas sistem¨¢ticamente en los dem¨¢s.
El Gobierno lanz¨® su campa?a por el S¨ª, antes de que la Corte Constitucional determine si el plebiscito es o no el mecanismo id¨®neo
No en vano la ONU alert¨® esta semana sobre una campa?a contra la restituci¨®n de tierras en Colombia. Ese discurso que busca desprestigiar la reparaci¨®n colectiva y es aprovechado por los clanes Usuga o Golfo como ahora le dicen, y por los grupos armados para amenazar a las v¨ªctimas, ya van 700, que esperan volver a las tierras de las que fueron desplazadas.
El gobierno colombiano se anticip¨® esta semana a lanzar la Campa?a por el S¨ª a la Paz, el S¨ª al Plebiscito, a la refrendaci¨®n de los acuerdos a los que se espera llegar con las FARC en La Habana en julio a m¨¢s tardar, para que los colombianos salgan a votar en septiembre, y luego arranque el proceso de implementaci¨®n de los acuerdos, previa concentraci¨®n y desarme por etapas de la guerrilla.
Y lo hizo paralelo a la aprobaci¨®n en el Congreso del acto legislativo que blinda jur¨ªdicamente esos acuerdos con apenas los votos necesarios, 52, porque algunos partidos como el conservador se ausentaron, y en reacci¨®n a varias semanas de otra campa?a con su respectivo discurso, el de la resistencia civil en la que el uribismo o Centro Democr¨¢tico recoge firmas por el NO.
Redes y voces y hasta los monumentos patrios se llenaron del S¨ª en los colores de la bandera acompa?ados de la paloma que sale a ofrecer sus servicios simb¨®licos en cada intento de pacificaci¨®n. De inmediato y como era esperable, el Procurador, el mismo de la vaselina, le dijo al Gobierno "si se quisiera ser transparente, pero de verdad y no de boca para fuera, ten¨ªa que entrar en vigor la Ley de Control de Garant¨ªas". Esto para evitar que se contrate directamente en ¨¦poca de la campa?a por el S¨ª.
Y es que el Gobierno lanz¨® su campa?a por el S¨ª, antes de que la Corte Constitucional determine si el plebiscito es o no el mecanismo id¨®neo, exequible, y sin aceptar la tesis, no menor, de quienes insisten en que es innecesario y peligroso persistir en la refrendaci¨®n pues atrasa la concentraci¨®n y desarme de los guerrilleros, que obviamente esperar¨¢n el resultado positivo en las urnas para saber si lo pactado les ser¨¢ cumplido, pues de votarse No, no sabemos qu¨¦ puede pasar.
Y cuando ya el pa¨ªs se montaba con sus dudas y razones y sus temores tambi¨¦n, a vivir la campa?a por el S¨ª y por el No, al presidente Juan Manuel Santos se le ¡°chipoti¨®¡± y sorprendi¨® incluso a sus m¨¢s cercanos asesores con la frase que nos devolvi¨® varias semanas: ¡°Tenemos informaci¨®n ampl¨ªsima que ellos est¨¢n preparados para volver a la guerra, y a la guerra urbana¡Eso es una realidad, lo s¨¦ y por eso es tan importante que lleguemos a un acuerdo¡±.
Y lo dijo frente a cientos de inversionistas del mundo reunidos en el Foro Econ¨®mico Mundial (FEM) que se llev¨® a cabo de Medell¨ªn y en medio de los anuncios sobre el paso de Colombia a una nueva econom¨ªa que ya no dependa de las rentas petroleras y privilegie la industria, el agro, el turismo y los servicios de exportaci¨®n. Y lo dijo en el momento donde las cifras de inversi¨®n extranjera han ca¨ªdo por la situaci¨®n del sector minero-energ¨¦tico y a las puertas de una reforma tributaria que es un imperativo para mantener el grado de inversi¨®n.
La frase termin¨® por validar el discurso de quienes se oponen a la negociaci¨®n con las FARC. Y no porque lo dicho por el mandatario no tenga sentido. Aunque lo dijo en el lugar equivocado, donde estaban los potenciales inversionistas para el concepto de la nueva econom¨ªa, en la ciudad cuna del uribismo, y termin¨® invirtiendo la campa?a por la esperanza por la del miedo, nadie ha sido capaz de profundizar, de reflexionar sobre las verdaderas consecuencias del NO, el mismo gobierno est¨¢ obligado a tenerlo claro porque del S¨ª sabemos sus bondades e ilusiones pero para un resultado adverso tambi¨¦n hay que tener salidas.
Diana Calderon es directora de informativos y de @hora20 de Caracol Radio Colombia. Twitter @dianacalderonf
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