Un ¡®bal¨ªgrafo¡¯ para Timochenko
Santos regal¨® al l¨ªder de las FARC un lapicero en forma de bala tras la firma del acuerdo del cese al fuego
Terminar con m¨¢s de 50 a?os de guerra requiere de solemnidad. En El Laguito (La Habana), el centro donde desde hace m¨¢s de tres a?os se negocia la paz para Colombia, la delegaci¨®n de las FARC, la del Gobierno, seis presidentes latinoamericanos y los cientos de invitados a presenciar c¨®mo se firmaba el final de la violencia, acudieron con el rostro serio. Las emociones se quedaron en territorio colombiano. La contenci¨®n era la norma no escrita en un momento que, pese a lo manoseado del t¨¦rmino, fue hist¨®rico. Cuando la pluma toc¨® el papel, la tarde del jueves 23 de junio, una nueva etapa comenz¨® en este pa¨ªs. Y, entonces s¨ª, el freno se convirti¨® en aplausos y v¨ªtores.
El principio del fin comenz¨® horas antes. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de blanco, pero sin la guayabera oficiosa que imponen estos actos en el Caribe ¨Cla que s¨ª volvi¨® a vestir Timochenko-, se subi¨® a un avi¨®n en Bogot¨¢ a las siete de la ma?ana y, como dijo en tuit, se fue a ¡°silenciar para siempre los fusiles¡±. En el 767 de la Fuerza A¨¦rea le acompa?aba una comitiva de un centenar de personas. Imelda Daza, era una de ellas. La l¨ªder del partido de izquierda Uni¨®n Patri¨®tica recorr¨ªa los pasillos con la sonrisa puesta. A brinquitos pese a las estrecheces. ¡°Hace un a?o por fin volv¨ª a Colombia, hoy estoy aqu¨ª¡±, repet¨ªa una mujer que tuvo que abandonar su pa¨ªs por el exterminio y la persecuci¨®n que su formaci¨®n sufri¨® durante los ochenta y los noventa.
Al otro lado del pasillo, Clara Rojas, exsenadora y secuestrada por las FARC durante seis a?os, se quitaba el madrug¨®n de los ojos a manotazos compartiendo una an¨¦cdota de su hijo, nacido durante su cautiverio. ¡°Anoche le dije que ten¨ªa que ir a La Habana con el presidente porque iba a haber un anuncio muy importante¡±, relataba. ¡°Y me dijo: ¡®Mami, ?se va a acabar la guerra?¡±. La respuesta al hijo de Rojas y al resto de los colombianos fue un s¨ª rotundo. Se acaba el conflicto con las FARC.
La guerra termina en el papel y en las palabras del l¨ªder de la guerrilla Timochenko. Por primera vez en medio siglo ejerci¨® de pol¨ªtico. La insurgencia conoci¨® hace tres a?os la banda ancha y desde entonces moldean sus mensajes con habilidad de publicistas. ¡°Que hoy sea el ¨²ltimo d¨ªa de la guerra¡±, comenz¨® y termin¨® sus palabras. Su p¨²blico, a un lado de la mesa, aplaudi¨®. Lo mismo hicieron los de la bancada opuesta. Y algo similar le pas¨® a unos cuantos miles de colombianos que desde la ma?ana del mi¨¦rcoles, cuando se anunci¨® el anuncio, conversan en las redes sociales con una etiqueta dictada por el enemigo. ¡°Desaparecen como banda armada¡±, dijo el presidente. ¡°Llegan como partido o movimiento pol¨ªtico¡±, acompa?¨® el general Mora Rengel, quien tras m¨¢s de 40 a?os de servicio militar, lleva casi cuatro sentado frente a los que combat¨ªa en la selva.
Con los papeles sellados, Santos le ofreci¨® a Timochenko un bal¨ªgrafo. Un boli hecho con una bala. Le explic¨® que era la representaci¨®n del paso de la guerra a la educaci¨®n. Pero al margen del particular objeto, estaba el gesto. En septiembre de 2015, el presidente Ra¨²l Castro, anfitri¨®n de las conversaciones, tuvo que agarrar las manos de los dos l¨ªderes para que el apret¨®n durara m¨¢s de dos segundos. El 23 de junio, se miraron, se aplaudieron y se sonrieron sin ayuda.
La distancia que separa a cada delegaci¨®n en la mesa de La Habana comenz¨® con un abismo y se ha ido estrechando hasta tal punto que las bromas durante la rueda de prensa de Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, se reciben con sonrisas del guerrillero Pastor Alape. El Laguito fue una suerte de plaza p¨²blica en la que el presidente venezolano Nicol¨¢s Maduro increpaba a una periodista, mientras que el garante cubano se hac¨ªa selfies con guerrilleras, Iv¨¢n M¨¢rquez, jefe negociador de las FARC hu¨ªa al tiempo que su jefe, tras conversar ante los focos con el general Flores.
La solemnidad termin¨® en baile. La coreograf¨ªa la marcan los acuerdos y la necesidad de darle a los colombianos un futuro en paz. ¡°Toda mi vida he sido un implacable adversario de las FARC. Tal vez no haya colombiano que los haya combatido con m¨¢s contundencia¡±, dijo Santos. ¡°Ahora como jefe de Estado y como colombiano defender¨¦ con igual determinaci¨®n su derecho a expresarse y a la lucha pol¨ªtica por la v¨ªa legal, aunque nunca estemos de acuerdo¡±.
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