La paradoja de Dover
La frontera sur de Reino Unido vot¨® por el 'Brexit' para frenar la inmigraci¨®n. Ahora crecen en Francia las voces para dejar de frenar a los sin papeles en Calais
Los acantilados blancos de Dover. Eso fue lo primero que vio Aj Salah cuando se descolg¨® de los bajos del cami¨®n a los que se mantuvo aferrado durante tres horas para cruzar el canal de la Mancha. Entonces ten¨ªa 15 a?os y no conoc¨ªa a nadie en Reino Unido. Doce a?os despu¨¦s tiene amigos, una casa, un coche y una peluquer¨ªa que acaba de abrir en el centro de esta ciudad brit¨¢nica. ¡°Tengo todo lo que siempre hab¨ªa deseado¡±, dice este joven iraqu¨ª, que lleva una gran bandera del Kurdist¨¢n tatuada en el brazo.
Las historias de ¨¦xito e integraci¨®n como la de Salah no logran apaciguar los ¨¢nimos en Dover (30.000 habitantes), donde se repiten las marchas ultraderechistas contra los extranjeros y donde, como en el resto del pa¨ªs, la migraci¨®n ha secuestrado el debate sobre la salida de la UE. Pero Dover es distinta de cualquier otra ciudad del pa¨ªs porque es el nexo de uni¨®n de las islas brit¨¢nicas con la Europa continental. Aqu¨ª llegan los inmigrantes, los pasajeros de los ferris y las mercanc¨ªas desde el otro lado del canal. Y aqu¨ª amenazan los franceses con enviar a los migrantes que se agolpan en Calais, apenas a 80 kil¨®metros en l¨ªnea recta, en el litoral franc¨¦s. Miles de demandantes de asilo e inmigrantes recalan en el norte de Francia procedentes de Sud¨¢n, Siria, Irak, Afganist¨¢n o Eritrea y aspiran a cruzar el canal de la Mancha rumbo a Reino Unido, su destino final.
La frontera sur de Reino Unido se encuentra de facto en Calais, donde decenas de agentes brit¨¢nicos controlan la aduana y los pasaportes de los que quieren pisar suelo ingl¨¦s. Fue en 2003, cuando el entonces primer ministro, Tony Blair, no consigui¨® convencer a Jacques Chirac de que se subiera al carro de la guerra de Irak, pero en la trastienda, sus ministros de Interior cocinaron el acuerdo de Touquet, que permite a Londres controlar sus fronteras desde el pa¨ªs vecino. Tras el Brexit, crecen las voces en Francia que piden acabar con el pacto, lo que les permitir¨ªa aliviar la crisis humanitaria en Calais.
Los franceses amenazan con pagar a los brit¨¢nicos con su propia medicina. Vienen a decirles 'Si quieren soberan¨ªa, empiecen por controlar su propia frontera'. Horas despu¨¦s del refer¨¦ndum, Xavier Bertrand, presidente de la regi¨®n Hauts de France, a la que pertenece Calais, pidi¨® renegociar los acuerdos de Touquet. ¡°Si los ingleses quer¨ªan recuperar su libertad, que recuperen tambi¨¦n su frontera¡±, dijo. Tambi¨¦n lo pide la alcaldesa de Calais, Natacha Bouchart, y hasta ha amenazado con hacerlo el ministro franc¨¦s de Econom¨ªa, Emmanuel Macron, que antes de la consulta dijo que, si los brit¨¢nicos se iban de la UE, ¡°Francia dejar¨ªa de retener a los inmigrantes en Calais¡±. Lo pide tambi¨¦n el candidato conservador Alian Juppe. Su postura no cuenta de momento con el respaldo del Gobierno de Par¨ªs, que teme que el canal de la Mancha acabe convirti¨¦ndose en un cementerio como el Mediterr¨¢neo. El presidente Fran?ois Hollande ha declarado este mi¨¦rcoles en Bruselas que el acuerdo con Reino Unido es bilateral y que no tendr¨ªa sentido cancelarlo.
Mike Eddy, jefe de filas de los laboristas de Dover, en la oposici¨®n, est¨¢ ¡°avergonzado¡± por el resultado del refer¨¦ndum y le da la raz¨®n a los franceses. ¡°Lo que dicen es l¨®gico. Si nos vamos de la UE, los franceses no tienen por qu¨¦ mantener unos acuerdos que se basan en la solidaridad europea y los brit¨¢nicos hemos dicho que no queremos ser solidarios¡±. Eddy no entiende c¨®mo el 61,2% de sus vecinos votaron a favor de abandonar la UE. Piensa, que en una ciudad cuya econom¨ªa calcula que depende en un 75% del comercio de mercanc¨ªas con los socios comunitarios, romper con Bruselas significa pegarse un tiro en el pie. En un costado de los c¨¦lebres acantilados blancos, el trasiego de camiones es continuo. De aqu¨ª salen para repartir la carga por todo el pa¨ªs.
La paradoja va m¨¢s all¨¢. Los vecinos de Dover votaron Brexit, entre otros motivos, para frenar la inmigraci¨®n y ahora pueden encontrarse con un verdadero caos migratorio en sus narices. El obispo de Dover, Trevor Willmott, cuya di¨®cesis trabaja con 800 menores migrantes que entraron solos a la regi¨®n, cree que uno de los problemas es que ¡°el debate fue muy simplista. A la gente no le explicaban nuestra relaci¨®n con Francia ni nada parecido. Se trataba de asustar, de decir que ven¨ªan a robarnos y a quitarnos el trabajo¡±.
Sin muletas
En la calle, es f¨¢cil confirmar c¨®mo ha calado el mensaje del que habla el reverendo Willmott. ¡°Aqu¨ª siempre ha habido demasiados inmigrantes. Traen la violencia y nos quitan las plazas en los hospitales¡±, asegura Ryan Holah, un joven que se dedica a arreglar tejados y que hace un receso en una calle cerca del puerto. Dice que los polacos hacen el mismo trabajo por menos dinero y que eso perjudica a los locales. ¡°Mi hermana fue al hospital y ya no quedaban muletas¡±, apunta un compa?ero de Holah que tambi¨¦n descansa.
En un puesto de fruta, Janet Bentley representa a la otra mitad de Reino Unido. ¡°Los que votaron Brexit cre¨ªan que iban a enviar a casa a todos los inmigrantes, pero eso no va a suceder. ?Qui¨¦n se creen que va a trabajar si ellos no est¨¢n?¡±. Bentley explica que lo neonazis que se enfrentan con piedras y ladrillos a los antifascistas ¡°son tipos sin trabajo que no soportan que los inmigrantes cobren ayudas sociales¡±.
Salah, el peluquero iraqu¨ª ha escapado de momento de las hordas neonazis. Cuando sabe que van a venir al centro echa la persiana de la peluquer¨ªa y sale corriendo. ?l vot¨® a favor de quedarse en la UE, pero en otra de las incontables paradojas que rodean la consulta brit¨¢nica y sus consecuencias, ahora est¨¢ encantado ante la posibilidad de que Par¨ªs rompa la baraja y deje de controlar el paso de migrantes por el canal de la Mancha. ¡°Me gustar¨ªa que Francia no parase a los inmigrantes. Tengo amigos con familiares atrapados en Calais. Todos queremos tener una buena vida¡±.
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