El bautizo de los flamencos
El anillamiento de estos animales en el salar de Atacama permite recabar m¨¢s informaci¨®n sobre la especie
Los polluelos apenas tienen tres meses y ni siquiera saben volar. Han nacido en el verano del Cono Sur, en el salar de Atacama, un lugar que impresiona incluso a quienes han conocido el desierto del norte chileno. A esta cuenca de la cordillera de Los Andes, un emplazamiento ¨²nico en el mundo, el acceso es restringido y est¨¢ cerrado al turismo. El azul del cielo despejado se refleja en la laguna Puilar, donde los peque?os flamencos andinos aprenden sus primeros pasos junto a las nodrizas, aquellos adultos que se quedan a su cargo cuando los padres se marchan a buscar alimento y mejor tiempo. En esta jornada de oto?o, recibir¨¢n una especie de bautizo: un anillo de identificaci¨®n en la pata de cada uno de los 444 reci¨¦n nacidos, que en el futuro permitir¨¢ obtener informaci¨®n sobre ellos.?
A unos 55 kil¨®metros de la ciudad m¨¢s cercana, la tur¨ªstica San Pedro de Atacama, la Reserva Nacional Los Flamencos es el mayor sitio de nidificaci¨®n de flamencos andinos. Tanto el macho como la hembra incuban aqu¨ª el ¨²nico huevo que ponen cada a?o. Cuando la cr¨ªa nace, se turnan para cuidar al pollo: primero va la madre y luego el padre a buscar el alimento, el fitoplancton de las lagunas. Pero como nunca hay suficiente para toda la poblaci¨®n, los adultos prefieren emigrar, dejando a los reci¨¦n nacidos a cargo de las nodrizas, que les orientar¨¢n en los procesos migratorios. Se les identifica en femenino, pero los investigadores desconocen el sexo de las aves que cumplen este papel: los flamencos andinos, como otras especies, no tienen dimorfismo sexual y no resulta f¨¢cil diferenciar a la hembra del macho.?
El anillamiento es una iniciativa conjunta de la Corporaci¨®n Nacional Forestal (Conaf), la Sociedad Qu¨ªmica y Minera de Chile y la comunidad ind¨ªgena local. Una veintena de personas participar¨¢ en el proceso que tiene como principio b¨¢sico el respeto por la especie y el medio ambiente. Los m¨®viles deben estar apagados y se proh¨ªbe hablar fuerte y los movimientos bruscos del cuerpo, ya que los peque?os flamencos vinculan estas se?ales con los depredadores.
?A su corta edad, reconocen el peligro. Los cad¨¢veres desplumados junto a las lagunas son las huellas irrefutables de la visita reciente de los zorros, que bajan de las monta?as y pueden recorrer hasta 60 kil¨®metros diariamente en busca de comida. En algunas ocasiones, ante la presencia numerosa de estos mam¨ªferos, los flamencos prefieren abandonar la zona.
De car¨¢cter t¨ªmido, los flamencos andinos tienden a agruparse cuando las personas que los anillar¨¢n comienzan a cercarlos. Ayudados por mallas, los encierran en corrales especialmente construidos para esta jornada. Las nodrizas no les dejan en ning¨²n momento y, aunque podr¨ªan volar, prefieren quedarse a cargo de los peque?os durante las dos horas que tarda este procedimiento, que se realiza en el mayor silencio posible. Cuando se calman, comienza la identificaci¨®n con un anillo de pl¨¢stico en una de las patas. Los funcionarios utilizan mascarillas y guantes para evitar el contagio mutuo de infecciones. De dos kilos y medio de peso en promedio, se les regresa a las lagunas con cuidado extremo. Cualquier movimiento brusco podr¨ªa fracturar sus fr¨¢giles patas.?
Cuando sepan volar, estos 444 flamencos andinos llegar¨¢n hasta Argentina, Per¨² o Bolivia. A diferencia de los que permanecen en cautiverio, que llegan a vivir unos 50 a?os, en libertad alcanzar¨¢n los 25. Se mover¨¢n sin restricciones por distintos salares y lagunas del norte chileno y de los pa¨ªses vecinos, que desde 2012 tienen un sistema de identificaci¨®n com¨²n. Si son vistos en la laguna argentina Mar Chiquita, gracias al anillo se podr¨¢ conocer informaci¨®n valiosa, como su desplazamiento. Como es necesario que una persona anote el c¨®digo y reporte a las autoridades, sin embargo, apenas se tienen noticias de un 5% de los flamencos anillados. Un programa internacional pretende capacitar a las comunidades ind¨ªgenas y a los turistas para que est¨¦n atentos a los avistamientos de esta especie milenaria que los abor¨ªgenes asocian a la familia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.