Una manifestaci¨®n exige en Hong Kong la dimisi¨®n de su jefe de Gobierno
La ausencia por sentarse "amenazado" de uno de los libreros reaparecido marca la protesta
Un a?o m¨¢s, la marcha del 1 de julio en Hong Kong que conmemora la vuelta de la excolonia brit¨¢nica bajo soberan¨ªa china, ha servido para medir el descontento social que existe en la ciudad con su propio gobierno y contra la injerencia de Pek¨ªn en sus asuntos internos. Decenas de miles de manifestantes -110.000 seg¨²n la organizaci¨®n, 19.000 seg¨²n la polic¨ªa- han atravesado el centro financiero de la ciudad con el objetivo com¨²n de pedir una mayor democracia y la salida inmediata del jefe del Ejecutivo, Leung Chiun-Ying, a quien consideran c¨®mplice de las pol¨ªticas de Pek¨ªn.
La edici¨®n de este a?o ha estado marcada por la desaparici¨®n de cinco libreros de la casa Causeway Bay Books, conocida por vender t¨ªtulos en los que se especula sobre los amor¨ªos de altos cargos del Partido Comunista. Todos ellos se evaporaron sin dejar rastro en lugares como Tailandia, China o Hong Kong para m¨¢s tarde conocerse a trav¨¦s de unas supuestas confesiones televisadas que estaban en la China continental acusados de escribir libros con contenido ¡°falso¡±.
Entre ellos se encontraba Lam Wing-Kee, quien tras desaparecer el pasado octubre volvi¨® a la ciudad de Hong Kong hace dos semanas para denunciar que hab¨ªa sido secuestrado y retenido en contra de su voluntad por las autoridades chinas.
Lam, que ten¨ªa previsto encabezar la manifestaci¨®n de este viernes, ha anunciado a mediod¨ªa que tras sentirse ¡°amenazado¡± abandonaba su idea de participar. ¡°La ausencia de hoy de Lam es lamentable y refleja la p¨¦rdida del sentido de la seguridad que padecen los hongkoneses. A partir de ahora, el Gobierno ser¨¢ el ¨²nico responsable de su seguridad¡±, ha declarado momentos antes de que empezara la manifestaci¨®n otro de los l¨ªderes de la marcha, Ching Cheong, experiodista del Straits Times que permaneci¨® encarcelado en la China continental de 2005 a 2008 acusado de espionaje.
Precisamente, es esa falta de seguridad descrita por Ching a la que la gran mayor¨ªa de los manifestantes apuntaban al ser preguntados. Para ellos, desde que Hong Kong volviera a manos de China en 1997, el principio de ¡°un pa¨ªs, dos sistemas¡± por el que se rige la ciudad ha sido violado con hechos tales como el de los libreros desaparecidos.
Circunstancias como ¨¦sta, junto al rechazo de la propuesta para elegir por sufragio universal al jefe del Ejecutivo para las elecciones de 2017 o el fracaso de la conocida como ¡°revoluci¨®n de los paraguas¡± de 2014, han servido para aglutinar un descontento general que ha fraguado la creaci¨®n de diversos partidos pol¨ªticos, cuyos miembros ahora abogan por la independencia o la autodeterminaci¨®n de la ciudad.
Este a?o ninguno de los concurridos puestos que ocupaban los laterales de las avenidas por las que marchaba la manifestaci¨®n han sido punto de encuentro para aquellos que ahora se identifican como localistas. Considerados por Pek¨ªn como ¡°peque?os grupos de extremistas¡±, HK Indigenous, el Partido C¨ªvico y el Partido Nacionalista, se han desmarcado de la marcha principal, y han convocado a sus seguidores en una marcha paralela a las siete de la tarde en la que se prev¨¦ que puede haber altercados.
Sin embargo, seg¨²n explic¨® Wang Guangya, director de la Oficina para asuntos de Hong Kong y Macao, Pek¨ªn no teme a unos grupos que considera desaparecer¨¢n de la escena pol¨ªtica. Otros, como los pandem¨®cratas, ¡°deber¨¢n construir y reforzar los lazos con los departamentos correspondientes del Gobierno central¡±.
Mientras los manifestantes aporreaban con martillos de pl¨¢stico monigotes del jefe del Ejecutivo hongkon¨¦s y de otros miembros de su partido, en el estrado situado al final de marcha, los organizadores recordaban que la manifestaci¨®n no acababa ah¨ª y que los otros 364 d¨ªas del a?o ¡°no deben quedarse de brazos cruzados y no hacer nada¡±.
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