¡®Brexit¡¯, la revuelta contra el ¡®establishment¡¯
La falta de movilidad social en Reino Unido mina la credibilidad de una clase gobernante que ha sido incapaz de convencer con su mensaje
Poco les import¨® a los brit¨¢nicos que su Gobierno, la oposici¨®n, sindicatos, banqueros, el Fondo Monetario Internacional y hasta el mism¨ªsimo Barack Obama les advirtiera que votar Brexit equival¨ªa a disparase a los pies. Al rev¨¦s. Cuanto m¨¢s ¨ªmpetu desplegaban los partidarios de permanecer en la UE, m¨¢s crec¨ªa la desconfianza de la mitad del Reino Unido que ya no se f¨ªa de lo que le cuente un establishment que sienten que les ha defraudado demasiadas veces. Ese vac¨ªo ha permitido permear a las mentiras del campo del Brexit, que enarbola la bandera del hombre corriente, con sorprendente facilidad. La ya famosa frase de Michael Gove, ahora aspirante a primer ministro, se ha convertido profec¨ªa autocumplida en la era de la llamada democracia post factual. ¡°La gente en este pa¨ªs ha tenido suficientes expertos¡±.
Los partidarios del Brexit repiten en la calle que desconf¨ªan de ¡°los pol¨ªticos de carrera¡±, de una ¨¦lite gobernante que sienten que les ignora y que habita un mundo globalizado al que saben que dif¨ªcilmente pertenecer¨¢n. Que mientras en Westminster toman t¨¦ con pastas, sus salarios caen y la competencia con la llegada de los trabajadores de fuera crece. Que tambi¨¦n les aseguraron que sab¨ªan lo que hac¨ªan cuando arruinaron el sistema financiero y las vidas de millones de trabajadores y ni siquiera fueron castigados por ello. Que por qu¨¦ van a confiar en su superior criterio esta vez.
¡°No me creo lo que nos cuentan¡±, dec¨ªa hace unos d¨ªas Anabel Clapham, una vendedora de marisco de 40 a?os al este del pa¨ªs que vot¨® Brexit. ¡°Ellos no conocen las listas de espera del hospital ni ven c¨®mo esto se llena de polacos¡±. ¡°Nos quieren asustar con sus cifras, pero nosotros sabemos lo que hay¡±, dec¨ªa un vendedor de puertas. Las investigaciones sociales corroboran las pinceladas impresionistas de la calle, demuestran que la brecha social se agudiza y que la sensaci¨®n de que la cuna determina irremediablemente el futuro se vive con in¨¦dita intensidad en Reino Unido.
¡°Votaron contra Westminster y contra Bruselas, contra los laboristas y los conservadores. Han sido sobre todo los obreros, que se han quedado atr¨¢s en la transformaci¨®n econ¨®mica de Reino Unido de las ¨²ltimas d¨¦cadas y que tiene pocas razones para pensar que su futuro va a ser necesariamente mejor que su pasado¡±, explica Matthew Goodwin, profesor de pol¨ªtica de la Universidad de Kent y coautor de La Revuelta de la derecha: el apoyo a la derecha radical en Reino Unido.
Expectativas de progreso
Los datos indican que no es tanto una cuesti¨®n de ricos contra pobres, como de falta de expectativas de progreso. El ¨²ltimo informe de la Comisi¨®n gubernamental para la movilidad social y la pobreza infantil apunta que m¨¢s all¨¢ de las brechas cl¨¢sicas¨Cnorte-sur, campo-ciudad- han surgido en los ¨²ltimos a?os nuevos focos de desigualdad, en los que la posibilidad de que un ni?o nacido en un entorno con pocos recursos tenga una buena educaci¨®n y consiga un buen trabajo cae en picado. Si cruzamos esas localidades con los resultados del refer¨¦ndum del Brexit, las conclusiones son esclarecedoras. Los puntos calientes de falta de movilidad social votaron abrumadoramente a favor del Brexit: Blackpool (67,5%), Great Yarmouth (71,5%), Mansfield (70,9%), Doncaster (69%) o Stoke-on-Trent (69,4%) y al rev¨¦s, en las tierras de oportunidades, triunfa la permanencia en la UE.
La propia Theresa May, candidata conservadora a suceder al primer ministro saliente, David Cameron, dedicaba nada menos que el tercer y cuarto p¨¢rrafo al asunto de la carta en la que se postulaba, publicada por The Times. ¡°Si hoy naces en un hogar pobre en Reino unido, morir¨¢s una media de nueve a?os antes que los dem¨¢s. Si eres negro, la justicia criminal te tratar¨¢ con m¨¢s dureza que si eres blanco. Si eres un chaval blanco de clase trabajadora, tendr¨¢s menos posibilidades que ning¨²n otro de ir a la universidad¡±. May lo sabe, los datos lo confirman y los votantes que lo sufren han vomitado su frustraci¨®n en las urnas.
Una reciente investigaci¨®n indica que el rechazo a la UE es m¨¢s fuerte no tanto en localidades con bajos salarios, sino sobre todo donde los sueldos se han estancado. Es decir, donde escasean las expectativas de mejora y donde el UKIP, el partido euroesc¨¦ptico por excelencia se ha hecho fuerte. El periodo que estudiaron los economistas Brian Bell y Stephen Machin va de 1997 a 2015 y en el que los salarios apenas crecieron un 1%. ¡°El problema es que esa es una media que no refleja las desigualdades territoriales. Hay decenas de ciudades donde ha habido un crecimiento negativo de los salarios¡±, explica por tel¨¦fono Machin, director de mercados laborales de la London School of Economics, quien concluye que ¡°las condiciones econ¨®micas han jugado un papel importante en el voto¡±.
NatCen, el gran centro de investigaci¨®n social publicaba esta semana su encuesta anual de actitudes sociales, seg¨²n la cual, el 60% de los brit¨¢nicos se considera ¡°clase trabajadora¡±. La encuesta indica adem¨¢s que aumenta la percepci¨®n de que la sociedad brit¨¢nica cada vez est¨¢ m¨¢s dividida socialmente. El 73% de los preguntados piensa que es dif¨ªcil saltar de una clase social a otra, comparado con el 65% que lo pensaba en 2005. Ese estudio certifica que los brit¨¢nicos identifican con claridad las invisibles fronteras que dividen las clases sociales, en un pa¨ªs en el que el acento encasilla de inmediato a una persona en un caj¨®n social u otro y en que los perdedores acumulan rencor hacia los que nacen de pie. Esos sentimientos y divisiones palpitan ahora con fuerza renovada tras un refer¨¦ndum que ha partido al pa¨ªs en dos.
Una ¨¦lite educada en escuelas privadas
El periodista y escritor Simon Kuper escribi¨® una demoledora columna en el Financial Times donde retrataba con asombrosa honestidad ¡°c¨®mo se ven las cosas desde aqu¨ª arriba¡± y que titul¨® Confesiones de un hombre blanco de Oxbridge (Oxford/Cambridge). Se refer¨ªa a los que como ¨¦l pontifican desde los grandes diarios, ocupan los despachos de Westminster, de los grandes abogados, de la City de Londres y las c¨²pulas de las grandes universidades. Es decir, los que mueven los hilos del pa¨ªs. Kuper explicaba que para los de su especie no resulta especialmente dif¨ªcil prosperar, porque est¨¢n predestinados para el triunfo y porque el apoyo mutuo que se forja en las escuelas privadas perpetua con naturalidad los privilegios del establishment.
Que la ¨¦lite del pa¨ªs educada en escuelas privadas domina los principales puestos de responsabilidad en la medicina, el periodismo, el derecho o la pol¨ªtica de Reino Unido es un hecho que ha vuelto a constatar el ¨²ltimo informe de la comisi¨®n para la movilidad social y la pobreza infantil. A pesar de que apenas el 7% de los brit¨¢nicos estudia en escuelas privadas, el 71% de los jueces de las altas instancias, el 62% de los mandos militares y el 43% de los columnistas de prensa se educaron en centros privados. Lo hizo tambi¨¦n un tercio de los ministros.
Citando al escritor John Scalzi, Kuper dec¨ªa en su columna que para un hombre blanco de buena familia como ¨¦l, la vida era tan sencilla como jugar a un videojuego en el nivel uno, es decir, m¨ªnima dificultad. Para muchos de los que ahora han dado un portazo a la UE, la partida empieza en el nivel cinco y con la pantalla sembrada de minas.
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