¡®Brexit¡¯ y Trump: la pol¨ªtica como brujer¨ªa
Los hechos y los datos no importan. Emociones e intuiciones gu¨ªan las decisiones de millones de personas
El ganador se lo lleva todo. Esta es una de las tendencias en los pa¨ªses donde la desigualdad econ¨®mica se ha agudizado: unos pocos ganadores (el famoso 1%) se lo llevan todo. O, para ser m¨¢s precisos, los ganadores captan una alt¨ªsima proporci¨®n de los ingresos y acumulan la mayor parte de la riqueza del pa¨ªs.
Esta pronunciada desigualdad econ¨®mica es uno de los factores que contribuye a fomentar otra de las tendencias del mundo de hoy: la desconfianza. Todas las encuestas que sondean los ¨ªndices de confianza en diferentes pa¨ªses descubren que ese valor est¨¢ en ca¨ªda libre. La gente conf¨ªa muy poco en el Gobierno, la empresa privada, las organizaciones no gubernamentales o los medios de comunicaci¨®n. Y peor a¨²n, instituciones que antes estaban por encima de toda sospecha, ahora no logran eludir la ola de suspicacia que azota a las dem¨¢s. En los ¨²ltimos a?os, por ejemplo, las crisis econ¨®micas y pol¨ªticas han socavado la confianza de la opini¨®n p¨²blica en ¡°los expertos¡±, y los m¨²ltiples esc¨¢ndalos sexuales y financieros han hecho menguar la credibilidad de la Iglesia cat¨®lica. Seg¨²n estos sondeos, en todas partes y cada vez m¨¢s, la gente tiende a confiar principalmente en familiares y amigos.
Salvo excepciones. A veces, una poblaci¨®n normalmente esc¨¦ptica decide depositar toda su esperanza en ciertos l¨ªderes o movimientos pol¨ªticos. Es una reacci¨®n bipolar: todo o nada. Con la confianza est¨¢ pasando algo parecido a lo que ha sucedido con la econom¨ªa: el ganador se lo lleva todo. De pronto, aparecen individuos que logran despertar una fe que rompe todas las suspicacias. Hemos visto c¨®mo la confianza de la gente en ciertos l¨ªderes se mantiene a pesar de su comprobada propensi¨®n a tergiversar la realidad, adulterar estad¨ªsticas, hacer promesas a todas luces incumplibles, lanzar acusaciones infundadas o, simplemente, mentir. No importa que su mendacidad se haga evidente.
Donald Trump es un buen ejemplo de esto. Los medios de comunicaci¨®n dan un recuento diario de las afirmaciones que hace Trump y que, al verificarse, resultan falsas. Esto, sin embargo, no hace mella en el entusiasmo de sus seguidores. Muchos simplemente creen que quienes mienten son los periodistas que dicen revelar la falsedad de las afirmaciones del candidato. Para otros, los hechos no importan. Trump les ofrece esperanzas, protecciones y reivindicaciones que conforman un paquete irresistible, y del cual ellos no se van a desencantar por datos y hechos inc¨®modos.
Algo parecido acaba de pasar con el Brexit. Uno de los espect¨¢culos m¨¢s ins¨®litos del d¨ªa despu¨¦s del refer¨¦ndum en el cual los brit¨¢nicos votaron la salida de su pa¨ªs de la Uni¨®n Europea fue ver y o¨ªr a los l¨ªderes del Brexit negar las promesas y datos en los que basaron su campa?a. No, el monto de dinero que env¨ªa Reino Unido a Europa es menos de lo que ellos dijeron. No, ese monto no se va a ahorrar ni va a ser invertido en mejorar el sistema de salud. No, el salir de la Uni¨®n Europea no va a resultar en menos inmigrantes. No, no tienen idea de c¨®mo van a llenar los vac¨ªos institucionales y regulatorios que se crean con esta decisi¨®n. Todas estas negativas balbucearon frente a los micr¨®fonos los l¨ªderes del Brexit el d¨ªa de su victoria. Los mismos l¨ªderes que tan solo unas horas antes, y durante meses, mantuvieron todo lo contrario. De nuevo, ni los hechos ni los datos importan. Datos y hechos son para los expertos y ¡°la gente de este pa¨ªs est¨¢ harta de los expertos¡±. Esto ¨²ltimo lo dijo Michael Gove, uno de los l¨ªderes de la campa?a a favor del Brexit (y ahora candidato a primer ministro), cuando, antes del refer¨¦ndum, un periodista lo confront¨® con las devastadoras conclusiones de un grupo de reconocidos expertos que inclu¨ªa varios premios Nobel.
Y estos son solo dos ejemplos de muchos otros que hemos visto en Espa?a, Italia y otros pa¨ªses de Europa, as¨ª como en Am¨¦rica Latina.
Se ha puesto de moda hablar de un mundo posfactual. Un mundo donde a pesar de la revoluci¨®n en la informaci¨®n, Big Data, Internet y dem¨¢s avances, los hechos y los datos no importan. Las emociones, las pasiones y las intuiciones son las fuerzas que gu¨ªan las decisiones pol¨ªticas de millones de personas. Esto no es nuevo. La pol¨ªtica sin emociones no es pol¨ªtica. Pero las decisiones de gobierno donde los datos no importan no son decisiones de gobierno, son brujer¨ªa.
Como pronto descubrir¨¢n los brit¨¢nicos, guiarse solo por las emociones y las intuiciones e ignorar la realidad inevitablemente resulta en un inmenso sufrimiento humano.
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