Buenismo belicista
Tony Blair reivindica la relaci¨®n especial con Estados Unidos como explicaci¨®n a sus errores
Estrictas novedades, pocas. Muchas confirmaciones. Las peores sospechas han quedado dram¨¢ticamente demostradas: no hab¨ªa base legal para invadir Irak, no exist¨ªa evidencia alguna sobre las armas de destrucci¨®n masiva, la preparaci¨®n de la guerra y de la posguerra fue deficiente, en ning¨²n caso la guerra fue el ¨²ltimo recurso. Quienes se opusieron a la segunda guerra de Irak ten¨ªan toda la raz¨®n y el informe Chilcot ha venido ahora a remacharlo con una detallada indagaci¨®n que constituye todo un pesad¨ªsimo alegato, al menos pol¨ªtico, contra Tony Blair.
Como todos sab¨ªan y ha sido sobradamente documentado, Bush decidi¨® terminar con Sadam Husein primero y buscar los argumentos y las bases legales despu¨¦s. Tony Blair fue quien m¨¢s le ayud¨® en la faena. De ah¨ª el t¨ªtulo de caniche de Bush. No fue el ¨²nico: Aznar, que sale numerosas veces citado de pasada en el informe, fue el caniche del caniche. Pero el caso de Blair es especialmente grave, por su prestigio como l¨ªder de la Tercera V¨ªa y su sobrada experiencia pol¨ªtica, que contrastaba con la biso?ez de Bush, y porque adem¨¢s comprometi¨® a su pa¨ªs, su Ej¨¦rcito, sus servicios secretos y sus instituciones, incluida la BBC, en la construcci¨®n del castillo de sofismas y falsedades de la causa belicista.
Tras los atentados del 11-S Blair estaba totalmente decidido a apoyar a Bush. ¡°Estar¨¦ con usted, pase lo que pase¡±, le dijo en una carta. Cierto que tambi¨¦n lo intent¨® todo para evitar una decisi¨®n unilateral, buscar cobertura legal de Naciones Unidas e incluso agotar los caminos diplom¨¢ticos y las inspecciones sobre la existencia de las famosas armas de destrucci¨®n masiva que ya no exist¨ªan.
El informe Chilcot es un auto de acusaci¨®n abrumador, especialmente en los aspectos m¨¢s pol¨ªticos, que cae en un momento especial de la pol¨ªtica brit¨¢nica y extiende un enorme interrogante sobre las decisiones del Ejecutivo, la responsabilidad de sus primeros ministros y su capacidad para manipular la opini¨®n p¨²blica. Las evidencias sobre una de las peores decisiones de la historia brit¨¢nica, como es la entrada en la guerra de Irak, llegan con una extensa conciencia brit¨¢nica e internacional de que Reino Unido acaba de tomar otra de sus peores decisiones hist¨®ricas, como es abandonar la Uni¨®n Europea; dos reveses de graves consecuencias geopol¨ªticas separados solo por 13 a?os. El ¨²nico argumento de Blair es de una debilidad portentosa. Pide disculpas, expresa su pesar, pero se niega a admitir que minti¨®, porque lo hizo de buena fe: maquiavelismo de buena fe, en definitiva.
Blair se vio revestido con los h¨¢bitos de Churchill para combatir al lado de Estados Unidos el nazismo del siglo XXI, representado por Sadam Husein, en mitad de la mayor soledad europea. Solo una extra?a combinaci¨®n de arrogancia y autoindulgencia le permite cerrar los ojos ante las consecuencias: los soldados muertos, un pa¨ªs entero destruido, un terremoto pol¨ªtico cuyas consecuencias llegan hasta ahora mismo con el Estado Isl¨¢mico y la crisis de los refugiados. ?Todo por la cabeza de Sadam? No, todo por la relaci¨®n especial con Estados Unidos, la misma relaci¨®n que el Brexit ha venido a erosionar.
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