Mi sue?o: una Espa?a sin corrida de toros
Yo ve¨ªa el toreo como un espect¨¢culo s¨ªmbolo de destreza. Hoy estoy feliz de haberme liberado de aquella locura intelectual
Confieso que hoy pertenezco a ese 58% de espa?oles que desear¨ªan ver abolida la corrida de toros. Es mi sue?o. La muerte del torero espa?ol V¨ªctor Barrio, que ten¨ªa 29 a?os, ha puesto de actualidad el tema. He comprobado que la reacci¨®n visceral de los comentarios de los lectores de la edici¨®n brasile?a ha sido en un 90% a favor del toro, al que ven como una v¨ªctima de un deporte considerado b¨¢rbaro.
Enseguida ha habido quien ha recordado que en Brasil son asesinadas 60.000 personas por a?o, la mayor¨ªa j¨®venes, pobres y negros, v¨ªctimas de una sociedad violenta con las personas.
La violencia in¨²til, y m¨¢s la camuflada bajo la excusa del arte y de la cultura popular, como la corrida de toros, no se justifica, sin embargo, por el hecho de que siga existiendo violencia en el mundo contra los humanos.
Hemos ido, a trav¨¦s de los siglos, evolucionando en el respeto a la vida. El tema de los derechos humanos ha dado el paso al de los derechos de los animales y hasta al de la Tierra como un todo.
En tiempo de los romanos solo los adultos, y sobre todo, los varones, ten¨ªan derechos. No los ten¨ªan ni los ni?os ni las mujeres. En la Antigua Roma el padre de familia, al nacer un hijo, decid¨ªa si deb¨ªa vivir seg¨²n que le considerase o no portador de alg¨²n defecto, en cuyo caso se le pod¨ªa estrellar contra el suelo. El estatuto de la infancia tiene menos de un siglo y yo ya hab¨ªa nacido cuando las mujeres espa?olas carec¨ªan, durante la dictadura franquista, de un rosario de derechos que hoy son simplemente normales.
El nuevo paso en cuanto a la civilizaci¨®n ha sido la conciencia de que tambi¨¦n los animales tienen que ser respetados porque ellos tambi¨¦n sienten, aman, sufren y gozan como los humanos. No lo dice la religi¨®n. Lo dice la ciencia, que cada vez est¨¢ acercando m¨¢s la condici¨®n animal a la del homo sapiens.
No niego que Espa?a vivi¨® en el pasado la corrida como un espect¨¢culo popular, art¨ªstico y hasta cultural. Los toros impregnaron toda una literatura y hasta influenciaron la lengua castellana.
?Hoy se justifica ya todo eso? La gran mayor¨ªa de los j¨®venes espa?oles ven ya la corrida como una barbarie que poco tiene que ver con la cultura y s¨ª con la muerte gratuita de un animal indefenso, muchas veces drogado antes de salir a luchar. Un universitario de Madrid me dec¨ªa: ¡°?Por qu¨¦ el torero no sale desarmado a luchar con el toro?¡±.
As¨ª como confieso estar hoy entre esa mayor¨ªa de espa?oles que abogan por el fin de la corrida, reconozco que se trat¨® de un recorrido de mi conciencia que me llev¨® a reconocer que no tenemos ning¨²n derecho de usar y abusar de los animales para sacrificarles en el altar de nuestra distracci¨®n.
En su tiempo yo fui tambi¨¦n a los toros. Hasta mi entrada en el periodismo, cuando yo ten¨ªa 30 a?os, fue gracias a la conmemoraci¨®n del mejor torero del a?o, El Viti.
Decir que me averg¨¹enzo de aquel pasado ser¨ªa hipocres¨ªa. Era un espa?ol m¨¢s que ve¨ªa la corrida como un espect¨¢culo s¨ªmbolo de la destreza y hasta de la superioridad del hombre frente al animal.
Hoy, simplemente, me siento feliz de que mis lecturas, mis estudios, mi relaci¨®n con los animales y mi toma de conciencia interior me hayan liberado de aquella locura intelectual. Y sue?o para mi Espa?a un futuro sin corridas de toros y sin otras fiestas que suponen infligir dolor y crueldad a los animales. A todos. Hoy los veo como hermanos. Sin ellos me sentir¨ªa hu¨¦rfano, y en un mundo a¨²n m¨¢s triste y aburrido.
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