La nueva dictadura brit¨¢nica
S¨ª, la una vez ejemplar democracia parlamentaria brit¨¢nica ya no lo es
¡°Todo se desmorona, el centro no se sostiene.¡±
W.B. Yeats, poeta irland¨¦s (1865-1939)
Uno teme enterarse de lo que est¨¢ pasando en el mundo ¨²ltimamente. Ponemos la radio o le echamos un vistazo al m¨®vil, al diario o a la televisi¨®n y vemos que gan¨® el Brexit, que hubo un atentado terrorista en Niza y un golpe militar en Turqu¨ªa, que las encuestas dan cada d¨ªa m¨¢s posibilidades de que Donald Trump sea presidente de Estados Unidos. Atentos. Aqu¨ª va otra noticia: Reino Unido se ha convertido en un Estado de partido ¨²nico.
S¨ª, la una vez ejemplar democracia parlamentaria brit¨¢nica ya no lo es. La nueva primera ministra, Theresa May es la jefa de un gobierno de derechas sin oposici¨®n. El monopolio del poder del que goza recuerda al de Hugo Ch¨¢vez en Venezuela, o en tiempos de Jos¨¦ L¨®pez Portillo, al del PRI en M¨¦xico. Lo opuesto a lo que vemos hoy en la joven democracia espa?ola, un modelo de multipartidismo (por m¨¢s frustraciones que genere) en comparaci¨®n con la m¨¢s reciente versi¨®n de la antigua democracia brit¨¢nica.
El gobierno conservador de May tiene v¨ªa libre para hacer exactamente lo que se le antoje
El gobierno conservador de May tiene v¨ªa libre para hacer exactamente lo que se le antoje. Acaba de nombrar a tres chiflados como ministros encargados de la tarea m¨¢s crucial a la que su gobierno se enfrenta: negociar los nuevos t¨¦rminos econ¨®micos y pol¨ªticos de la relaci¨®n entre Reino Unido y la Uni¨®n Europea post-Brexit. Pero el partido laborista, que qued¨® segundo en las elecciones generales del a?o pasado, no ha dicho ni p¨ªo. Sus miembros dedican toda su energ¨ªa a una guerra fratricida que amenaza con acabar con la posibilidad de que la izquierda gobierne en una generaci¨®n, o m¨¢s.
Si Reino Unido en general est¨¢ dando un ejemplo al mundo de c¨®mo no se debe gobernar un pa¨ªs, el laborismo brit¨¢nico est¨¢ protagonizando una farsa que deber¨ªa servir de advertencia para todos aquellos en Europa y m¨¢s all¨¢ que aspiran a que la izquierda imponga la soluci¨®n a la creciente desigualdad en un sistema capitalista rampante, incapaz de cumplir su eterna promesa de que la prosperidad de los de arriba se filtrar¨¢ a los de abajo.
El problema de la izquierda no es nuevo. En su af¨¢n de sentirse bien, olvidan la necesidad de convencer al electorado
El problema de la izquierda brit¨¢nica no es nuevo. En su af¨¢n de sentirse bien consigo mismo, sus partidarios olvidan la necesidad pr¨¢ctica de confeccionar un mensaje capaz de convencer al electorado. El problema particular del laborismo se concentra en su mensajero, Jeremy Corbyn, l¨ªder del partido desde septiembre del a?o pasado. Corbyn es, a todos luces, un buen hombre, honesto e inquebrantablemente fiel a sus ideales socialistas. Su punto d¨¦bil es que se opone pero no propone; est¨¢ en contra de muchas cosas pero no se sabe a favor de qu¨¦. Por eso, pero tambi¨¦n porque es m¨¢s gris que el cielo londinense, el 80 por ciento de los diputados laboristas en el parlamento han declarado que es cr¨®nicamente incapaz de montar una oposici¨®n efectiva al gobierno conservador, mucho menos de ganar unas elecciones generales.
En 2014 el partido cambi¨® las reglas seg¨²n las cuales se elige al l¨ªder, amold¨¢ndolos al principio de la democracia directa que tantos adeptos ha obtenido gracias en buena medida a la noci¨®n evangelizada en las redes sociales de que las opiniones de todos sobre todo son igual de v¨¢lidas, de que ¡°los expertos¡±, como dijo uno de los l¨ªderes conservadores de la campa?a por el Brexit, no tienen nada que ense?arnos. Antes los votos de los diputados electos del partido eran decisivos en la elecci¨®n del l¨ªder. Ahora un diputado es uno m¨¢s. El cambio consisti¨® en que los votos de todos los miembros del partido tendr¨ªan igual peso. Para hacerse miembro uno solo ten¨ªan que pagar tres libras, hoy 3,58 euros.
Tres cuartos de los que han hecho el desembolso son de la clase media; m¨¢s de la mitad tiene un t¨ªtulo universitario. No ofrecen una fiel imagen de la clase social que el laborismo, nacido del sindicalismo laboral, pretende representar. M¨¢s bien son el tipo de gente que lee el diario The Guardian, m¨¢s pr¨®spera que la media, con un alto nivel educativo y presos de la necesidad de expiar su culpa por la buena fortuna que han tenido. Ellos fueron los que, por un margen arrollador, eligieron en septiembre a Corbyn, el candidato laborista que representa a la izquierda m¨¢s pura y sin pecado.
Corbyn, que detesta m¨¢s el pragmatismo electoral de Tony Blair que a los propios tories, es todo coraz¨®n
Corbyn, que detesta m¨¢s el pragmatismo electoral de Tony Blair que a los propios tories, es todo coraz¨®n. Nadie celebr¨® m¨¢s la victoria de Corbyn que un periodista de The Guardian, hoy convertido en su cerebro. Seumas Milne sigue inscrito en la plantilla de The Guardian pero es hoy el director de estrategia y comunicaci¨®n del partido laborista. Una versi¨®n en caricatura del t¨ªpico lector de The Guardian, Milne viene de una familia rica, fue a uno de los colegios privados m¨¢s exclusivos de Inglaterra, estudi¨® en la Universidad de Oxford y vive hoy en una casa con un valor de dos millones y medio de euros en un barrio exclusivo de la periferia londinense.
Un columnista de The Guardian public¨® un retrato de Milne este fin de semana. Record¨® que Milne es un anti-imperialista ferviente, pero siempre y cuando se trate del imperialismo yanqui. El imperialismo ruso-sovi¨¦tico es otra cosa. ¡°Dice que es un socialista pero se arrodilla y se quita la gorra ante la cleptocracia capitalista de Putin,¡± escribi¨® el columnista. ¡°Ha defendido al partido ¨²nico comunista de Stalin pero ahora est¨¢ convirtiendo a Inglaterra en un partido ¨²nico tory.¡±
C¨®mo no, Milne es, igual que Corbyn, un admirador del chavismo venezolano, de cuyos desastres no han visto hasta la fecha ninguna necesidad de distanciarse. Tampoco ha visto la biempensante mayor¨ªa de los miembros del partido ninguna necesidad de distanciarse de Corbyn, pese a que no ha demostrado ninguna capacidad de persuasi¨®n con la idolatrada clase obrera que dice representar. La prueba fue que m¨¢s de ellos votaron en el refer¨¦ndum por el Brexit con Nigel Farage, el hasta hace unos d¨ªas l¨ªder del ultraderechista partido UKIP, que con Corbyn, que favoreci¨® la permanencia de Reino Unido en la UE.
Hoy la mayor¨ªa de los diputados parlamentarios laboristas andan aterrados de que en las pr¨®ximas elecciones perder¨¢n sus trabajos. Por eso, pero tambi¨¦n para evitar que la ¨²nica oposici¨®n viable contra los tories acabe siendo UKIP (Partido por la Independencia de Reino Unido), han exigido a Corbyn que dimita. Corbyn, descrito por sus rivales como un l¨ªder de protesta no de gobierno, se niega a hacerlo. Habr¨¢ dentro de poco otras elecciones internas laboristas. Gracias a la firmeza ideol¨®gica de los miembros todo indica que volver¨¢ a ganar Corbyn. Nadie lo celebrar¨¢ m¨¢s que Theresa May y los dem¨¢s caudillos de la nueva dictadura conservadora.
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