Escuela para presidentes
Millones de personas no quisi¨¦ramos pagar el costo del temerario aprendizaje de Trump si el mundo tuviera que padecer la tragedia de verlo llegar a la Casa Blanca
Al comenzar a redactar esta columna vinieron a mi mente las palabras pronunciadas Dwight D. Eisenhower cuando llevaba al menos dos a?os como Jefe de la Casa Blanca:¡°Cu¨¢nto trabajo me ha costado aprender a ser Presidente de Estados Unidos¡±, lleg¨® a confesar en la intimidad familiar el h¨¦roe norteamericano de la Segunda Guerra Mundial. Y no le faltaba raz¨®n. No hay otra escuela para presidentes que la pr¨¢ctica, el ejercicio del poder en s¨ª mismo. Los aciertos y errores, las consecuencias y los beneficios de tan dif¨ªcil e inoportuno aprendizaje habr¨¢n de padecerlos o disfrutarlos las naciones en su conjunto. Los ¨¦xitos y los fracasos de un presidente o de un Primer Ministro o de un (a) canciller, los gozar¨¢n o los sufrir¨¢n directamente los gobernados. Sus decisiones no son medibles simplemente en t¨¦rminos de pesos y centavos sino en vidas humanas, en salud y en el desarrollo de millones de personas.
?En qu¨¦ universidad tomar¨ªan clases los respectivos Jefes de Estado? ?En qu¨¦ manual pr¨¢ctico se pueden encontrar las claves para seducir a los congresos o a los parlamentos? ?Y los derechos humanos? ?En qu¨¦ academia habr¨¢ aprendido Cameron las f¨®rmulas para da?ar severamente a su pa¨ªs al excluirlo de la Uni¨®n Europea por medio de un refer¨¦ndum suicida? ?C¨®mo consultarle a los brit¨¢nicos algo que las mayor¨ªas no entend¨ªan, algo parecido a un?capit¨¢n?de la aviaci¨®n comercial que?sale a pedir ayuda a los pasajeros en caso turbulencia¡? ?Existe acaso un libro en el que consten las instrucciones para ser Jefe de Estado en pa¨ªses en donde, como dec¨ªa De Gaulle, existen 400 diferentes clases de quesos¡? Pocos Jefes de Estado, salvo los dictadores, han escrito sus memorias para dejar constancia de su experiencia pol¨ªtica confidencial y cuando lo han hecho, en buena parte han sido ignorados por tendenciosos o falaces.
?Un presidente debe desconfiar de todos y confiar en todos? ?En qu¨¦ escuela se aprende a tratar a los banqueros extranjeros, a negociar con el Jefe de la Casa Blanca o con los cabilderos del congreso o con las cabezas del PSOE o de PODEMOS de cara a la investidura o con Xi Jinping y sus escabrosos dumpings que desquician el comercio y las econom¨ªas dom¨¦sticas o con Putin animado a engullirse algunos pa¨ªses del B¨¢ltico, adem¨¢s de Ucrania, sin olvidar los conflictos mundiales derivados de las migraciones masivas en el mundo entero?
?C¨®mo administrar las relaciones con la prensa? ?D¨®nde encontrar un breviario que permita aprender en 10 breves lecciones la estrategia para acabar con los horrores del narcotr¨¢fico, la trata de blancas o negras, la elusi¨®n tributaria por medio de los para¨ªsos fiscales o con los problemas de sanidad o la explotaci¨®n laboral de menores? ?C¨®mo dar con las claves para crecer al 7% anual o gobernar un pa¨ªs en el que resulta imposible ponerse de acuerdo con la hora?
Todos: secretarios de Estado, banqueros, funcionarios, intelectuales, columnistas, pol¨ªticos, empresarios, caricaturistas, curas y periodistas se presentan ante los Jefes de Estado vestidos de domingo. El baile de las mil m¨¢scaras no tiene fin. Al Jefe de la Estado le corresponde encontrar la verdad oculta en cada planteamiento, el inter¨¦s inconfesable en cada sugerencia, el verdadero motivo en cada prop¨®sito. En ninguna c¨¢tedra se aprende a conocer a los hombres y mucho menos a los inversionistas due?os de grandes capitales ignorantes de cualquier principio ¨¦tico. Imposible intentar siquiera el rescate de millones de personas sepultadas en la miseria sin manuales ni imaginaci¨®n para lograrlo¡ ?Qu¨¦ tal los balseros cubanos? ?Y los venezolanos muertos de hambre que invaden a diario la frontera colombiana? ?Los van a detener a balazos? ?Y la marea humana que invade Turqu¨ªa desde Siria?
Lo m¨¢s importante en la vida no se aprende en la escuela. No hay escuela para maridos ni para esposas ni para padres de familia ni para Jefes de Estado. S¨®lo que millones de personas no quisi¨¦ramos pagar el costo del temerario aprendizaje de Trump si el mundo tuviera que padecer la tragedia de verlo llegar a la Casa Blanca, d¨ªa que tendr¨ªa que ser considerado de luto mundial como 30 de enero de 1933, cuando Hindemburg nombr¨® canciller a Hitler¡
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