Israel ciberconquista el desierto
La regi¨®n des¨¦rtica del N¨¦guev, antiguo prodigio agr¨ªcola, se prepara para acoger el mando tecnol¨®gico del potente Ej¨¦rcito israel¨ª
"Peligro: camellos". El desierto de Israel est¨¢ salpicado de se?ales que alertan del riesgo de que se crucen en la carretera. Sobre este yermo, dominio milenario de las caravanas que cos¨ªan Asia a ?frica en una depresi¨®n a 400 metros bajo el nivel del mar, apuntal¨® David Ben-Guri¨®n la soberan¨ªa del pa¨ªs que hab¨ªa fundado. Aislado del resto de pa¨ªses de su entorno, al Gobierno israel¨ª le preocupaba que la poblaci¨®n se quedara desabastecida de alimento y apost¨® por hacer cultivable una parte del desierto del N¨¦guev. Ben-Guri¨®n mand¨® traer de lejos tierras f¨¦rtiles y horadar un kil¨®metro y medio bajo la arena hasta alcanzar un acu¨ªfero. Cre¨® un oasis por la fuerza.
Todav¨ªa hoy esta agricultura extrema da de comer a siete peque?as poblaciones que pespuntan la frontera de Israel con Jordania. Unas 3.500 personas aprovechan hasta la ¨²ltima gota de agua (en todo el a?o apenas caen 30 mil¨ªmetros por metro cuadrado de lluvia) para cultivar tomates o sand¨ªas, pero tambi¨¦n ¡ªla supervivencia del negocio les obliga¡ª frutos que demandan los mercados de Asia, como melones amargos o aguaymantos.?
El enorme acu¨ªfero del desierto sigue dando agua, pero estas tierras prometidas dan signos de agotamiento econ¨®mico. Ya no son tan rentables como en los cincuenta y sesenta
Los buenos colegios pagados por el Estado y una vivienda garantizada ¡ªen Israel, comprar casa es prohibitivo¡ª hacen que todav¨ªa hoy la lista de solicitudes para desplazarse a esta regi¨®n, Arav¨¢, sea tambi¨¦n una lista de espera. Lo cuentan Maayan Kitron y Effi Tripler, dos cient¨ªficos reconvertidos en agricultores. Se refugian en una sala con aire acondicionado rodeada por kil¨®metros de tierra amarilla y algunos edificios brutalistas de hormig¨®n. Tripler ha aplicado sensores electr¨®nicos a las plantas que cultiva para saber exactamente su sed y el agua que consume cada parte de su anatom¨ªa. El resultado: con solo el 70% de lo que se emplea en regar cultivos en otras partes del mundo, aqu¨ª basta para sacar adelante una cosecha.
Sin embargo, Effi le quita importancia a ese ahorro. De hecho, afirma que el agua no es algo tan importante en la producci¨®n, porque solo supone un 7% del coste total. "Lo m¨¢s caro es la mano de obra: ning¨²n jornalero gana menos de 1.000 euros al mes. Pagar al trabajador supone la mitad de los costos", asegura. Bajo los pies, el enorme acu¨ªfero de las profundidades del desierto sigue dando agua, pero estas tierras prometidas parecen dar signos de agotamiento econ¨®mico.
Antes de 2022 el Ej¨¦rcito trasladar¨¢ Beerseba a todas sus unidades tecnol¨®gicas. Se mover¨¢n 8.000 militares
Arav¨¢ ya no es tan rentable como en los a?os cincuenta y sesenta. La subida de los costes de producci¨®n hace que sus habitantes piensen ya en c¨®mo compensar p¨¦rdidas reconvirtiendo el ex¨®tico lugar en destino tur¨ªstico o, sorprendentemente, criando peces de acuario para la exportaci¨®n en el lugar de Israel donde el agua es m¨¢s preciada. "Los agricultores de aqu¨ª, como los de todo el mundo, tenemos que ser optimistas", comenta ir¨®nica Maayan a un grupo de periodistas, invitados por la Federaci¨®n de Comunidades Jud¨ªas de Espa?a.
La imagen de los cultivos hidrop¨®nicos forma parte de una estampa desarrollista algo pasada. Hoy, para conocer la muestra m¨¢s pujante de conquista del desierto hay que moverse 125 kil¨®metros al noreste por unas tierras jalonadas por las infraviviendas de los beduinos. La carretera es una mera raya gris en el amarillo de las rocas, que une Eilat, la punta del tri¨¢ngulo invertido del mapa de Israel y su ¨²nico contacto con el mar Rojo, con Beerseba, la flamante cibercapital del pa¨ªs.
Camino a la cibercapital
Es primera hora de la ma?ana. Las plumas de las gr¨²as giran de un lado a otro para seguir levantando bloques y bloques de apartamentos, borrosos por la calima del desierto. De los primeros trenes que llegan de la capital econ¨®mica de Israel, Tel Aviv, se bajan cada vez m¨¢s personas en Beerseba. Apenas se tarda una hora en trasladarse de un lugar a otro y los commuters ya representan la mitad de todos los trabajadores de una ciudad que, con 200.000 habitantes, no termina de sacudirse una apariencia espectral.
Las Fuerzas de Defensa de Israel han puesto el ojo en ella. Antes de 2022 trasladar¨¢n a la ciudad y a su entorno a todas sus unidades tecnol¨®gicas. Se mover¨¢n 8.000 militares, sin contar con los miembros de los servicios de inteligencia, seg¨²n afirman fuentes del Ej¨¦rcito. Califican el proyecto como el mayor vinculado a la tecnolog¨ªa de toda su historia. Ya se han desplazado unas cuatro unidades de entrenamiento a Beerseba, aunque se ubicar¨¢n fuera del futuro campus.
El proyecto no solo implica gastar cemento. Mano a mano con el Ministerio de Defensa, el Ej¨¦rcito ya ha puesto en marcha cinco proyectos en los que animan a estudiantes de 16 a 18 a?os a formarse en ciberseguridad. El proyecto educativo terminar¨¢ en 2020 y, para entonces, ya habr¨¢ tomado forma gran parte del futuro campus, que incluir¨¢ por un lado la Universidad Ben-Guri¨®n, por otro el parque tecnol¨®gico con las empresas y, en el centro, las unidades militares. Entre ellas, se trasladar¨¢n todos los oficiales tecnol¨®gicos (los llamados G6), la mayor¨ªa de las divisiones tecnol¨®gicas del Ej¨¦rcito y parte de la inteligencia.
"Pensamos que desplazar aqu¨ª a nuestras unidades aumentar¨¢ nuestra operativa", asegura?a EL PA?S el teniente coronel Azar Salam. La ciudad ha sido escogida, adem¨¢s, por su ecosistema: "Tiene la academia, los sistemas de detecci¨®n integrados y la industria de alta tecnolog¨ªa. Es una de las principales ciberciudades del mundo". El Ej¨¦rcito est¨¢ publicando ya los contratos para empezar a levantar las nuevas instalaciones en dos a?os, aunque no revela el coste total de la operaci¨®n. El desplazamiento de las unidades militares del centro del pa¨ªs liberar¨¢ en esa zona enormes extensiones de valioso terreno para construir viviendas.
La rentabilidad econ¨®mica, pero tambi¨¦n estrat¨¦gica, subyace en el proyecto: "Hay una decisi¨®n del Gobierno de mover las unidades desde el centro al sur tambi¨¦n para asentar la poblaci¨®n en el desierto", ilustra el militar. Se refiere a la?operaci¨®n Cyber Spark, una idea presentada a bombo y platillo hace dos a?os por el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, para apuntalar el para¨ªso de las startups israel¨ªes y atraer a poblaci¨®n del resto del pa¨ªs hacia el desierto: una nueva repoblaci¨®n, como la de los agricultores hace cincuenta a?os. Israel cuenta con una enorme ventaja en su prop¨®sito: tiene m¨¢s tecnol¨®gicas emergentes que toda Europa junta y su territorio es el lugar del mundo con m¨¢s densidad de startups por habitante, tan solo despu¨¦s de Silicon Valley.
El Gobierno quiere traer a poblaci¨®n del centro y norte del pa¨ªs hacia el desierto: una nueva repoblaci¨®n, como la de los agricultores hace cincuenta a?os
Beerseba es, a estos efectos, la ni?a mimada de la Administraci¨®n Netanyahu: m¨¢s all¨¢ de la decisi¨®n del National Cyber Bureau del pa¨ªs de regar con shekels a las empresas (acaba de destinar una partida de 80 millones, 18,7 millones de euros, a las que ya se han asentado), la gran ventaja de la ciudad son las desgravaciones fiscales. En el conjunto del pa¨ªs, hay m¨¢s de 400 empresas especializadas en ciberseguridad, un sector que da trabajo directo a 19.000 personas. En 2014 las exportaciones de software de seguridad inform¨¢tica de Israel alcanzaron los 6.000 millones de d¨®lares, un 8% del mercado mundial, aunque se teme que la fortaleza actual del shekel frente a las divisas extranjeras suponga un freno para las futuras exportaciones.
A la capital del desierto llegar¨¢ tambi¨¦n la prestigiosa 8200 ["ocho doscientos"], el sancta sanctorum de la inteligencia tecnol¨®gica militar. A sus cerebros se les atribuye la creaci¨®n de gusanos inform¨¢ticos tan potentes como Stuxnet. La unidad?acoge incluso un programa para crear startups. "Si eres de la 8200 y tienes un par de patentes, ya tienes mucho hecho", afirma convencido Ilan Leiferman, un joven espa?ol desplazado a Israel para montar Ynoova, una empresa que gu¨ªa a las grandes compa?¨ªas europeas para que inviertan con tino en las empresas emergentes locales. "La cuesti¨®n es entrar en una de esas unidades porque, si te presentas voluntario para seguir despu¨¦s de los tres a?os obligatorios [son dos para las mujeres], te favorecer¨¢ en tu futuro curr¨ªculum".
Del Ej¨¦rcito a la empresa
Esa fue la historia del emprendedor Dror Liwer. Hab¨ªa llegado al rango de director inform¨¢tico en el Ej¨¦rcito, se licenci¨® como coronel y un buen d¨ªa decidi¨® cambiar la monoton¨ªa kaki de los barracones por los grafitis que hoy decoran su oficina, una especie de loft neoyorquino que terminar¨¢ rodeado de edificios militares. Para ¨¦l, la ciberseguridad y el Ej¨¦rcito israel¨ª van de la mano, por eso se ha instalado ya en Beerseba. "En Israel no hay privacidad. Estamos en estado de guerra y se sacrifica la libertad. El Gobierno tiene mucho poder", comenta abiertamente.
Liwer cuenta ya con seis startups a sus espaldas. Dos de ellas siguen en pie, una tasa de ¨¦xito que considera "muy alta": "En Israel, solo un 2% de las empresas emergentes tiene verdadero ¨¦xito, y un 8% m¨¢s o menos salen adelante. El resto son fracasos". Su ¨²ltima apuesta es Coronet, una compa?¨ªa especializada en evitar el robo y la suplantaci¨®n maliciosa de redes wifi, ubicada en el coworking donde operan otra veintena de peque?as empresas dedicadas a la seguridad inform¨¢tica.
Coronet comparte edificio con gigantes como Oracle, PayPal o Telekom. Dos bloques como este ya est¨¢n repletos de nuevas empresas, y otros ocho aguardan a ser construidos en el parque tecnol¨®gico de Beerseba. Trabajar tan cerca de otros que se dedican a lo mismo que uno les ayuda a hacerlo mejor: "Compartimos informaci¨®n entre nosotros aunque seamos competencia", abunda Liwer. ?Compartir conocimiento con la competencia? S¨ª, y, a juzgar de la opini¨®n de todos los expertos consultados, se trata de algo habitual en Israel: "No se roban recursos de otros. Eso del headhunting?aqu¨ª no existe. Si lo haces una vez, est¨¢s acabado. El esp¨ªritu de colaboraci¨®n est¨¢ asentado, es algo cultural". De este esp¨ªritu comunitario da ejemplo un gran inversor del pa¨ªs, Eden Shochat, que ha subido a la Red su lista de contactos?para que est¨¦n disponibles para todo el mundo.
A Liwer le gusta subrayar esta diferencia con el ambiente de competencia abierta de Estados Unidos, aun no siendo la ¨²nica: "Un 40% de quienes aqu¨ª trabajan es mujer y adem¨¢s el entorno social de Israel es m¨¢s seguro que el americano: si fracasas aqu¨ª, es m¨¢s dif¨ªcil que te veas en la calle sin nada al cabo de unos meses". La presencia de mujeres alenta incluso la t¨ªmida aparici¨®n de alguna ultraortodoxa, una comunidad muy cerrada que reniega en general de las nuevas tecnolog¨ªas: "Sus maridos se dedican a estudiar los textos sagrados y no realizan trabajos retribuidos. Ellas tienen que sacar adelante a la familia y esta es una manera interesante de hacerlo", comenta Liwer.
El emprendedor cree que la situaci¨®n geopol¨ªtica de su pa¨ªs actu¨® como aliciente para que apostara, desde muy pronto, por la tecnolog¨ªa. "En el Ej¨¦rcito coment¨¢bamos que ya deber¨ªamos estar muertos", comenta vehemente. Para el exembajador de Israel en Espa?a Al¨®n Bar, una clave que explica el auge de las empresas tecnol¨®gicas en el pa¨ªs es la carencia de recursos naturales, mitigada desde hace 17 a?os por el descubrimiento de bolsas de gas natural delante de sus costas. "Creo que ese hallazgo es algo bueno, porque se espera que los recursos den para abastecer el pa¨ªs durante cincuenta a?os", afirma Bar, pero, al tiempo, le preocupa que pese sobre Israel la que llama "maldici¨®n de los pa¨ªses con recursos naturales": "Puede que se le quite importancia a la cultura del esfuerzo".
Un 'Google' del mal
Aunque Beerseba sea su capital, la tecnolog¨ªa de ciberseguridad inform¨¢tica encuentra acomodo por doquier en el pa¨ªs. La universidad m¨¢s antigua de Israel, el Technion, impera en el extremo norte de Israel. Aqu¨ª naci¨® la compresi¨®n de archivos (los antecedentes de los JPG, MP3 y PDF) y en la actualidad acoge uno de los grupos especializados en ciberseguridad m¨¢s potentes del pa¨ªs. Desde la planta donde est¨¢ el laboratorio de Eran Yahav, un programador de ¨¦lite, se contempla una vista inmensa de la bah¨ªa de Haifa y, bien cerca, las monta?as del vecino L¨ªbano.
Israel est¨¢ viviendo un cambio en el tipo de ciberataques que recibe desde el extranjero: "Cada vez que se ven m¨¢s ataques vinculados al robo de datos personales para beneficio, m¨¢s que por razones pol¨ªticas o estrat¨¦gicas", describe Yahav.
Este experto en an¨¢lisis de programas resume su trabajo en "saber qu¨¦ hace un programa, sin tener que ejecutarlo", algo m¨¢s que ¨²til cuando se trata de analizar software malicioso. Y se ha propuesto dar otra vuelta de tuerca a los antivirus y otras herramientas habituales de ciberseguridad. Su equipo prepara un motor de b¨²squeda que permitir¨¢ rastrear en todo el mundo d¨®nde se encuentra un programa (o un fragmento de c¨®digo) que resulte malicioso. "Es como un Google para el software sospechoso", asegura. A la vez, apuesta por que se use para identificar de d¨®nde procede un ataque o, al menos, en qu¨¦ factor¨ªa se ha creado el c¨®digo atacante. Tambi¨¦n, para descubrir a las organizaciones que incluyen, en muchos casos sin saberlo, partes de c¨®digo maligno en sus webs.
Los ciberatacantes se lo ponen dif¨ªcil a quienes, como este profesor israel¨ª, se encuentra a este lado de la barrera. "El malware?se ha convertido en algo muy sofisticado, ya no es algo que se haga en garajes, se ha convertido en una arma y se construye en f¨¢bricas de armas". Yahav insiste en la comparaci¨®n: los virus y los grandes ataques inform¨¢ticos se mueven en un mundo que funciona "igual que la industria de las armas". As¨ª precisa su comparaci¨®n: "Tambi¨¦n en su tama?o y escala, en el dinero que se mueve y en los poderes que est¨¢n detr¨¢s".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.