La ¨²ltima apuesta de Rousseff contra el ¡®impeachment¡¯

Desde que Nicol¨¢s Maquiavelo public¨® El Pr¨ªncipe en 1513, los principios morales y los principios que rigen la lucha por el poder pasaron a ocupar diferentes estantes en la cajonera de la pol¨ªtica. Cuatro siglos m¨¢s tarde, Max Weber describi¨®, en la conferencia La Pol¨ªtica como Vocaci¨®n, las dos modalidades de ¨¦tica en la pol¨ªtica: responsabilidad y convicci¨®n. La primera orienta las decisiones que buscan alcanzar un fin necesario a trav¨¦s de medios reprochables. La segunda se basa en criterios meramente morales que permiten calificar una decisi¨®n de justa o injusta. Para el fil¨®sofo alem¨¢n, la ¨¦tica de responsabilidad es la que reina en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica.

Si por un lado el divorcio entre la pol¨ªtica y la ¨¦tica ya estaba vaticinado desde el siglo XVI, la historia nos ense?a que no hay semejante divorcio entre la pol¨ªtica y la iron¨ªa. Vale mencionar el rechazo a Ronald Reagan para que actuara como protagonista de ¡°The Best Man¡±. La respuesta de los productores de la pel¨ªcula fue que Reagan no ten¨ªa la apariencia de un presidente.

El m¨¢s reciente matrimonio entre pol¨ªtica e iron¨ªa tuvo lugar el 10 de agosto en Brasil, cuando congresistas del Partido de los Trabajadores solicitaron medidas cautelares a la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para que suspenda el proceso de impeachment contra Rousseff. Para muchos, el impeachment o cualquier alternativa que satisfaga a Michel Temer y su partido significa un retroceso para la fr¨¢gil democracia brasile?a y, sobre todo, para la lucha contra la corrupci¨®n. Sin embargo, hay quienes piensan que el Partido de los Trabajadores se equivoc¨® en lo pol¨ªtico, en lo ¨¦tico y en la falta de coherencia que ahora se disfraza de iron¨ªa.

En abril de 2011 Brasil puso en marcha una verdadera guerra contra la CIDH, en represalia por unas medidas cautelares en las que el organismo internacional hab¨ªa recomendado suspender la construcci¨®n de la hidroel¨¦ctrica de Belo Monte. Se trata de una obra fara¨®nica, en plena Amazon¨ªa, que Rousseff hab¨ªa apoyado cuando era Ministra de Minas y Energ¨ªa y que, seg¨²n la CIDH, pon¨ªa en riesgo la vida e integridad de varios pueblos ind¨ªgenas. Tras el dictamen de medidas cautelares, Rousseff congel¨® las contribuciones de Brasil a la OEA, retir¨® el Embajador Permanente de la Organizaci¨®n y aplaz¨® la candidatura de Paulo Vannuchi a la CIDH, quien ser¨ªa electo Comisionado posteriormente.

Dos meses despu¨¦s del fat¨ªdico dictamen de medidas cautelares, el Consejo Permanente de la OEA cre¨® un Grupo de Trabajo cuya finalidad era pasar la cuenta a la CIDH por decisiones consideradas inaceptables por algunos pa¨ªses. Las cr¨ªticas al organismo de derechos humanos eran antiguas y ven¨ªan siendo repetidas por Rafael Correa, Hugo Ch¨¢vez y otros presidentes y cancilleres del coro ideol¨®gico del ALBA. Pero no fuera el peso diplom¨¢tico de Brasil y la reacci¨®n virulenta de Rousseff, la CIDH no hubiera atravesado la tormenta diplom¨¢tica que caracteriz¨® el mal llamado ¡°proceso de fortalecimiento del Sistema Interamericano¡±, entre 2011 y 2013. Los efectos de dicha tormenta se sienten hasta ahora, con una CIDH que atraviesa una profunda crisis financiera.

Tras el cierre formal del ¡°proceso de fortalecimiento¡± en marzo de 2013, Brasil mantuvo una actitud pasivo-agresiva contra la CIDH. Las contribuciones voluntarias a dicho organismo siguieron congeladas y las contribuciones obligatorias al fondo regular de la OEA siguieron atrasadas de dos a tres a?os en promedio. Mientras Azerbaiy¨¢n hizo un aporte financiero a la CIDH en el 2011, la ¨²ltima vez que Brasil hizo lo propio fue en el 2009.

Para la fortuna de la mandataria brasile?a, la CIDH decide en derecho y no bajo la Ley de Tali¨®n. Para la mala fortuna de los brasile?os que lamentamos el retroceso moral de un gobierno encabezado por el Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (PMDB), le ha faltado a Rousseff una actitud m¨¢s responsable en la lucha por la democracia. La lecci¨®n de Weber aplicable al ajedrez del impeachment brasile?o requer¨ªa una ¨¦tica de responsabilidad en la que los 2 a?os y 6 meses que sobran de mandato presidencial son un medio fungible para lograr un fin mayor, que es un gobierno con legitimidad definida en las urnas. La anunciada carta comprometi¨¦ndose a impulsar elecciones anticipadas jam¨¢s ha sido publicada por Rousseff, como si la principal v¨ªctima del impeachment fuera ella misma y no la democracia brasile?a.

Su actitud solo confirma la ense?anza de Weber en su famosa conferencia de 1919: ¡°quien hace pol¨ªtica aspira al poder; al poder como medio para la consecuencia de otros fines (idealistas o ego¨ªstas) o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que ¨¦l confiere¡±.