Las c¨¢rceles sirias esconden cr¨ªmenes de lesa humanidad en medio de la guerra
Amnist¨ªa Internacional estima que cada mes mueren 300 presos por torturas y malos tratos
¡°En los calabozos, las torturas eran para hacernos confesar. En Saydnaya parec¨ªa que la finalidad era alguna forma de selecci¨®n natural para librarse de los m¨¢s d¨¦biles¡±, relata Omar S., antiguo preso de la oposici¨®n en la c¨¢rcel m¨¢s siniestra del r¨¦gimen sirio. Su testimonio, junto con el de otros 64 exreclusos, es el n¨²cleo de una investigaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional (AI) que documenta ¡°cr¨ªmenes de lesa humanidad¡± cometidos por las fuerzas gubernamentales.
Aparentemente ocultos en medio del horror de m¨¢s de cinco a?os de guerra, las violaciones de los derechos humanos en los penales emergen ahora en el informe ¡®Rompe al ser humano¡¯. Tortura, enfermedad y muerte en las prisiones de Siria, que da voz a prisioneros excarcelados. Describen el infierno en el que se han convertido los calabozos de los servicios de seguridad y las prisiones del Gobierno del presidente Bachar el Asad, donde era habitual la llamada ¡°fiesta de bienvenida¡± con una paliza de los carceleros. ¡°Nos trataban como animales. Nunca imagin¨¦ que la humanidad pudiera caer tan bajo, no ten¨ªan ning¨²n problema en matarnos all¨ª mismo¡±, recuerda Samer, un abogado de Hama, en el centro del pa¨ªs. Las mujeres tambi¨¦n sufr¨ªan violaciones y agresiones sexuales, como corroboran algunas de las 11 antiguas presas entrevistadas.
El hacinamiento en celdas repletas donde se duerme agachados y por turnos, la falta de comida, las plagas de piojos y sarna, la ausencia total de atenci¨®n m¨¦dica, sumados a los malos tratos sistem¨¢ticos, conforman una combinaci¨®n letal en las c¨¢rceles sirias. ¡°Intentaban acabar con nosotros¡±, rememora Jalal.
En los calabozos de los servicios de inteligencia militar en Damasco murieron siete personas por asfixia despu¨¦s de que dejara de funcionar durante una noche el sistema de ventilaci¨®n. ¡°Empezaron a darnos patadas para ver qui¨¦n estaba vivo y qui¨¦n no. A m¨ª y a otro superviviente nos despertaron¡±, refiere Ziad. ¡°Entonces me di cuenta de que hab¨ªa dormido junto a siete cad¨¢veres. En el pasillo hab¨ªa m¨¢s cuerpos, alrededor de 25¡±.
¡°El cat¨¢logo de relatos de horror contenidos en este informe describe con espanto los terribles abusos sufridos. Esta experiencia es con frecuencia mortal¡±, asegura en un comunicado Philip Luther, director para Oriente Pr¨®ximo de la organizaci¨®n humanitaria.
Justicia internacional
Luther reclama que se lleve ante la justicia internacional a los responsables de los cr¨ªmenes contra la humanidad, que quedan impunes por el veto de Rusia, aliado del r¨¦gimen de Damasco, en el Consejo de Seguridad de la ONU. Amnist¨ªa Internacional ha recurrido a las proyecciones estad¨ªsticas del Grupo de An¨¢lisis de Datos de Derechos Humanos para estimar en 17.723 los casos de prisioneros muertos bajo custodia entre marzo de 2011, cuando estall¨® el conflicto en Siria, y diciembre de 2015, una media de m¨¢s de 300 fallecidos al mes. El r¨¦gimen no permiti¨® a la organizaci¨®n el acceso a las prisiones del pa¨ªs.
Los interrogadores de los servicios de inteligencia sirios suelen utilizar varios m¨¦todos de tortura para doblegar la voluntad de los detenidos. Uno de ellos es el llamado dulab, que obliga al prisionero a permanecer con el cuerpo contorsionado dentro de un neum¨¢tico. Otros son el falaqa, azotes en las plantas de los pies, o el shabeh, permanecer colgado de las mu?ecas mientras se reciben golpes durante horas. El repertorio del terror no parece conocer l¨ªmites: descargas el¨¦ctricas, violencia sexual, u?as arrancadas en pies y manos, cuerpos escaldados con agua hirviendo¡
Por lo general, los exdetenidos relatan que no han podido ver a sus familias ni contar con asistencia letrada durante su reclusi¨®n. Muchos de ellos permanecieron meses en las mazmorras de los servicios de inteligencia antes de ser trasladados a la c¨¢rcel de Saydnaya. Al principio eran internados en celdas subterr¨¢neas durante semanas, sin mantas en invierno. Algunos ten¨ªan que comer peladuras de naranja y huesos de aceitunas.
Omar S. dijo tambi¨¦n a los investigadores de AI que un guardi¨¢n oblig¨® a dos hombres a desnudarse para que uno violara al otro, amenaz¨¢ndolo de muerte si no lo hac¨ªa. Salam, un abogado de Alepo que estuvo encarcelado m¨¢s de dos a?os en Saydnaya, evoca la sensaci¨®n que percibi¨® cuando lleg¨® al siniestro penal: ¡°Hab¨ªa un olor especial a humedad, sangre y sudor. Era el olor de la tortura¡±.
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