El discurso conciliador de Humberto De la Calle contra el escepticismo de Colombia
¡°Muchos quer¨ªan castigo para las FARC, pero tambi¨¦n hubo otros responsables¡±, dice el jefe negociador del Gobierno
Humberto de la Calle ha hecho muchas cosas en la vida, porque uno con 70 a?os puede haber sido ministro de Gobierno de C¨¦sar Gaviria en la Constituyente de 1991; vicepresidente en la ¨¦poca de Ernesto Samper, con quien despu¨¦s rompi¨®; embajador en Espa?a, en Reino Unido, dirigir un bufete de abogados¡ Quienes han tratado de cerca al que quiz¨¢s sea el ¨²ltimo gran referente de la pol¨ªtica tradicional colombiana de liberales y conservadores coinciden, no obstante, en que ante todo es un hombre que trata de que las cosas sucedan. Incluso despertar ilusi¨®n ante el manto de escepticismo que cubr¨ªa el pacto con las FARC, despu¨¦s de 52 a?os de guerra.
¡°Seguramente el acuerdo logrado no es un acuerdo perfecto, pero tengo la certeza de que es el mejor acuerdo posible. Probablemente todos hubi¨¦ramos querido algo m¨¢s. Nosotros mismos hubi¨¦semos querido algo m¨¢s¡±, se sincer¨® De la Calle, que ley¨® en nombre de todo el equipo negociador un texto con una gran dosis personal. Empezaba as¨ª el que fue el discurso de mayor altura pol¨ªtica que se recuerda en las ¨²ltimas d¨¦cadas en Colombia. Por lo conciliador, esperanzador y pedag¨®gico, una rara avis en estos cuatro a?os. Tambi¨¦n por la valent¨ªa, a¨²n m¨¢s complicada de encontrar entre los dirigentes de las ¨¦lites colombianas, al asumir sin tapujos la parte de responsabilidad del Estado en 52 a?os de terror: ¡°Muchos colombianos quisieran castigo para las FARC. Pero tambi¨¦n con igual fervor deber¨ªamos pedir el mismo castigo para todos los responsables. Agentes estatales que desviaron su misi¨®n y terceros financiadores de graves cr¨ªmenes y masacres¡±, asegur¨®, poco despu¨¦s de alertar de la crisis institucional de Colombia: ¡°Este marco es tambi¨¦n una oportunidad para profundizar en la lucha contra la corrupci¨®n. Es un c¨¢ncer que nos devora¡±.
Dotado de una gran capacidad de consenso, como coinciden al menos la decena de personas cercanas a ¨¦l en distintas ¨¦pocas consultadas, su tolerancia y pragmatismo pol¨ªtico han conseguido que sea el ¨²nico actor de todo el proceso de paz al que no le han llovido ataques directos. Ni siquiera el uribismo m¨¢s ortodoxo, cr¨ªtico con ¨¦l como con todo el proceso de paz, ha levantado la voz ante De la Calle. ?l volvi¨® a tenderles la manos. ¡°Agradezco a quienes han expresado sus reservas y cr¨ªticas. Ellos no son los enemigos de la paz. Los enemigos de la paz son los que han llenado las redes sociales de falacias y mitos¡±.
De la Calle, una figura del establishment tradicional colombiano de liberales y conservadores, asumi¨® liderar el equipo negociador despu¨¦s de una reuni¨®n con el presidente, Juan Manuel Santos, a principios de septiembre de 2012. ¡°Caramba, en qu¨¦ l¨ªo me he metido¡±, fue su primera sensaci¨®n, como recordaba en una entrevista con este diario en noviembre. Acept¨®, confesaba, porque pensaba que el proceso no se extender¨ªa muchos meses. Cuatro a?os despu¨¦s, el cansancio acumulado por la ¡°doble vida¡± que llevaban los negociadores, en palabras de una colaboradora, le devora por dentro. Apenas ten¨ªa tiempo siquiera para hacer ejercicio, algo con lo que ha sido juicioso. El agotamiento no le limit¨® para seguir trabajando hasta lograr el acuerdo.
Como todos los negociadores, la distancia de la familia ha sido lo que m¨¢s le ha pesado a De la Calle. En su caso, se acentu¨® entre marzo y abril del a?o pasado, cuando naci¨® uno de sus nietos con unas complicaciones, ya resueltas, lo que le tuvo en un ir y venir continuo entre Bogot¨¢ y La Habana. Al inicio de las conversaciones, De la Calle aprovechaba para conocer m¨¢s la isla, pero poco se fue enclaustrando en la casa donde conviv¨ªa la delegaci¨®n. La lectura fue su refugio. Desde la biograf¨ªa del Che, de Jon Lee Anderson; hasta el ensayo Back Channel to Cuba, de LeoGrande o un libro sobre el genoma humano que termin¨® en las ¨²ltimas semanas. En el celular conserva poemas de Borges. ¡°Antes de que llegue el sue?o leo dos o tres, me parece un compa?ero muy importante¡±, confesaba en noviembre. Con Netflix, y series como House of Cards, consegu¨ªa tambi¨¦n sobrellevar los ratos libres.
No todo ha sido un camino de rosas tampoco durante las negociaciones. De la Calle vivi¨® uno de los momentos m¨¢s delicados el 23 de septiembre del a?o pasado, despu¨¦s de que Santos y Timochenko firmaran lo que se consideraba el acuerdo de justicia. ¡°Parec¨ªa que el proceso hab¨ªa entrado en tierra derecha¡±, recordaba De la Calle, que suele recurrir a dichos y expresiones hechas, en este caso de h¨ªpica. Sin embargo, ¨¦l sali¨® a aclarar que se trababa de un documento en desarrollo, lo que crisp¨® a las FARC. La confianza que tanto le cost¨® entablar con la guerrilla, se quebr¨®. Uno de los acuerdos m¨¢s importantes de las negociaciones se demor¨® tres meses m¨¢s. Adem¨¢s, en la recta final de las conversaciones aparecieron actores, como el hermano del presidente, Enrique Santos o la canciller, Mar¨ªa ?ngela Holgu¨ªn, que adquirieron un papel protag¨®nico que no siempre sent¨® bien a De la Calle. Aunque se le notase bravo, la forma en que los colombianos definen a alguien enfadado, quienes trataron con ¨¦l esos meses no le recuerdan un mal gesto.
En los ¨²ltimos meses, ya no en este ¨²ltimo c¨®nclave, logr¨® restablecer la confianza con las FARC. ¡°Consigui¨® que le creyesen de nuevo¡±, asegura una persona implicada. Con ellos ha pasado m¨¢s tiempo que con su familia, y aunque no lleg¨® a entablar una relaci¨®n de amistad ni de complicidad, tuvo palabras de reconocimiento para ellos el pasado martes: ¡°Desde orillas opuestas, debemos reconocer su disciplina. Fueron conversaciones complejas, a veces amargas. Pero el resultado es suficiente recompensa¡±.
Las intervenciones de los negociadores sol¨ªan pasar antes por varias manos. El texto que ley¨® De la Calle el martes fue en un 99% de su autor¨ªa, asegura una persona muy cercana a ¨¦l. Parte lo ten¨ªa ya preparado. El resto, lo ultim¨® desde el domingo, en los pocos ratos libres que le dejaban los temas pendientes, cuando empez¨® a sentir que todo terminaba.
En noviembre pasado, ante el enrevesado lenguaje de los comunicados y la falta de claridad de los mensajes, que no terminaban de calar entre los colombianos, tan esc¨¦pticos ante lo negociado, asum¨ªa con sorna: ¡°Hemos ca¨ªdo en esa libido jur¨ªdica que cada colombiano lleva entre pecho y espalda. Todos nos sentimos constitucionalistas desde la cuna.¡± El mi¨¦rcoles se despoj¨® de cualquier cors¨¦ y se permiti¨® una licencia que sus compatriotas, por fin, entendieron como algo cercano: ¡°Hoy conozco mejor a Colombia. Hoy me duele m¨¢s el sufrimiento de muchos compatriotas. He aprendido mucho de la capacidad de resistencia de los colombianos, de su generosidad y de su alegr¨ªa¡±.
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