El gran gui?ol cruza el r¨ªo Bravo
Donald Trump siempre fue, adem¨¢s de un rico heredero y un promotor inmobiliario, un showman. Con su visita sorpresa el mi¨¦rcoles a M¨¦xico, pa¨ªs al que ha ofendido m¨¢s que a ning¨²n otro, Trump vuelve a exhibir su habilidad para los golpes de teatro.
Desde que su nombre empez¨® a ser conocido a finales de los a?os setenta, Trump supo que no bastaba con construir rascacielos para triunfar. Constructores hay miles en el mundo; constructores famosos, un pu?ado. En la hoguera de las vanidades que era el Manhattan de aquella ¨¦poca, hac¨ªa falta manipular los focos de la opini¨®n p¨²blica. Las provocaciones, los romances con modelos, las pol¨¦micas le convirtieron en el rey de la prensa amarilla. Sin un talento natural para golpes de teatro Trump no ser¨ªa Trump.
El magnate ¡ªactor en pel¨ªculas que van desde S¨®lo en casa 2 a Celebrity, de Woody Allen¡ª perfeccion¨® el arte de la escena en la d¨¦cada pasada, con el reality show?El aprendiz. All¨ª ejerc¨ªa de maestro de ceremonias en un concurso en el que 16 aspirantes a empresario se disputaban su favor. Cada episodio conclu¨ªa con ¨¦l dici¨¦ndole a uno de los concursantes: You¡¯re fired?(est¨¢s despedido). Para millones de estadounidenses, Trump es tanto ¡ªo m¨¢s¡ª un actor que un constructor. Ambas funciones son indisociables.
Si a esto se a?ade la personalidad de su nuevo jefe de campa?a, Steve Bannon, el resultado es un c¨®ctel retorcido que combina mensajes extremistas con la capacidad de mantener la tensi¨®n dram¨¢tica. Hasta que Trump lo nombr¨® en el cargo hace dos semanas para enderezar la campa?a, Bannon era el jefe de Breitbart News, el medio de referencia de la derecha m¨¢s descarada. Bannon sabe construir relatos medi¨¢ticos, y sabe de golpes de teatro. Como Trump.
Una de las claves del ¨¦xito de Trump es que entretiene. Nadie, ni sus detractores m¨¢s feroces, niega que un discurso de Trump es un espect¨¢culo que mantiene a la audiencia galvanizada. Es un espect¨¢culo porque casi nunca se sabe cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima salida de tono, cu¨¢l el pr¨®ximo insulto, qui¨¦n el pr¨®ximo ofendido. Sin suspense, y sin triples piruetas, no hay espect¨¢culo. No hay campa?a.
Con el viaje a M¨¦xico, Trump ¡ªel demagogo que en su carrera ha dejado un rastro de comentarios xen¨®fobos, mis¨®ginos y racistas¡ª quiere presentarse como el gran negociador. El diplom¨¢tico h¨¢bil en el gran tablero mundial. El pol¨ªtico flexible que combina el palo de construir un muro en la frontera con la zanahoria de las relaciones de buena vecindad.
En el gran gui?ol de Donald Trump, la visita a Enrique Pe?a Nieto ¡ªel presidente de un pa¨ªs, M¨¦xico, de ¡°violadores y criminales¡±, en sus propias palabras¡ª es un nuevo ¡®m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa'.
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