Santos no siempre ejemplares
Entre las cr¨ªticas a Teresa de Calcuta sobresale la de que no era tanto una amiga de los pobres, como una amiga de la pobreza
Los papas son libres de hacer santos a su gusto y manera, pero la sociedad civil tiene tambi¨¦n derecho a juzgar esas proclamaciones. Cuando la Iglesia romana puebla sus altares, se?ala ejemplos para todo el orbe cat¨®lico, que es inmenso e influyente. Eso convierte a los santos, muchas veces, en modelos sociales, una especie de santos laicos, de vidas ejemplares. Un ejemplo es la canonizaci¨®n de Teresa de Calcuta. ?Es el modelo del Vaticano en la atenci¨®n de los pobres y enfermos, y la manera de enfrentarse a la injusticia? No lo creen multitud de congregaciones religiosas dedicadas a la misericordia, ni algunas de las grandes ONGs del mismo sector, ni, por supuesto, los te¨®logos cat¨®licos. La biograf¨ªa de quien antes de ser fundadora de una boyante congregaci¨®n de monjas se llam¨® Agnes Gonxha Bojaxhiu tiene indudables luces, pero tambi¨¦n muchas sombras. Se han enumerado estos d¨ªas en algunos (escasos) medios de comunicaci¨®n, con gran irritaci¨®n de sus hagi¨®grafos, que la presentan (el papa Francisco es m¨¢s comedido) como la gran mujer del siglo XX, una especie de divinidad andante.
C¨®mo se produjo la pasmosa sublimaci¨®n en vida de la nueva santa no es un misterio. Teresa de Calcuta fue muy cr¨ªtica con Juan XXIII y con las reformas del Concilio Vaticano II, y groseramente agresiva con los obispos, te¨®logos, sacerdotes y monjas de la liberaci¨®n, as¨ª que el papa Juan Pablo II la tom¨® muy pronto como bandera de su restauraci¨®n eclesial. El papa polaco maquin¨® incluso un mecanismo para facilitar, a la muerte de su admirada compa?era de viaje, la pronta proclamaci¨®n de la monja como beata y santa, en un proceso inusitadamente r¨¢pido. Sin duda, pensaba tambi¨¦n en hacer lo mismo con otro de sus iconos, el fundador del Opus Dei, san Josemar¨ªa Escriv¨¢, tambi¨¦n ¡®santo s¨²bito¡¯.
Para ello, simplific¨® los mecanismos de selecci¨®n de santos, muy exigentes hasta entonces. Lo hizo en 1983, aboliendo la figura del abvocatus diaboli (el abogado del diablo). Hasta esa reforma, los procesos en sus tres etapas (venerabilidad, beatificaci¨®n y canonizaci¨®n) imitaban las formas de un juicio civil, que pod¨ªa durar siglos, en el que un postulador del futuro santo somet¨ªa sus conclusiones al examen de un fiscal que reclamaba pruebas, o rechazaba milagros de pacotilla o deficientemente documentados.
Entre las cr¨ªticas que recibe el modelo de caridad de Teresa de Calcuta sobresale la de que no era tanto una amiga de los pobres, como una amiga de la pobreza. Quien mejor ha documentado ese aspecto es Christopher Hitchens en ¡®La postura del misionero. Madre Teresa en la teor¨ªa y la pr¨¢ctica¡¯, autor tambi¨¦n del documental ¡®?ngel del Infierno¡¯. Acompa?¨® a la santa por las calles de Calcuta y escuch¨® de su boca c¨®mo elogiaba la pobreza, la enfermedad y el sufrimiento como ¡°regalos del cielo¡±, y dec¨ªa a la gente que aceptase esos regalos alegremente. Su famosa cl¨ªnica en aquella ciudad le pareci¨® un moridero, un lugar en el que el tratamiento m¨¦dico era rudimentario o inexistente. ¡°Pero cuando ella cay¨® enferma, vol¨® en primera clase a una cl¨ªnica privada de California¡±, remacha Hitchens. Un resumen de su demoledor relato est¨¢ publicado en espa?ol en ¡®Amor, pobreza y guerra¡± por la editorial Debate, en 2010. Se titula ¡®El diablo y la madre Teresa¡¯, y resume su ins¨®lita (y muy sonada) comparecencia en el Vaticano ante la comisi¨®n que empezaba a debatir sobre la santidad de la madre Teresa apenas un a?o despu¨¦s de su muerte.
A Teresa de Calcuta se le adjudican dos curaciones inexplicables, pero son poca cosa en comparaci¨®n con los milagros carism¨¢ticos de la Biblia. Ya puestos a meter a Dios en todo, el mejor milagro de la santa habr¨ªa sido dar de comer a todos los pobres de Calcuta o curar a "paral¨ªticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos", como dice la Biblia del fundador cristiano. Prodigios como los relatados por el postulador de la causa se producen con frecuencia en los hospitales, es decir, curaciones inesperadas, ¡°milagrosas¡± dice el pueblo sin faltar al respeto de nadie.
M¨¢s chocantes son las dudas de Teresa de Calcuta sobre Dios. En 2007 se publicaron 40 cartas de la santa en las que describ¨ªa sus crisis de fe. ¡°Incluso en lo m¨¢s profundo, no hay nada, excepto vac¨ªo. Llamo, me aferro, quiero, pero nadie responde, nadie a quien agarrarme, no, nadie. Sola, ?d¨®nde est¨¢ mi fe? Tantas preguntas sin responder viven dentro de m¨ª con miedo a destaparlas por la blasfemia. Si hay Dios, por favor, perd¨®name¡±, escribe en 1959. Si Teresa de Calcuta flaque¨® en su fe, ello no quita sino que a?ade valor a una vida dedicada a los pobres con semejante tes¨®n. Sencillamente, no ten¨ªa lo que en Espa?a llamamos la fe del carbonero. C¨®mo vivir entre pobres; mejor dicho, c¨®mo sufrir injusticias, violencias o tragedias sin preguntarse d¨®nde est¨¢ Dios, o por qu¨¦ calla.
Woody Allen bromea en una de sus pel¨ªculas: Si Dios existe, espero que tenga una buena excusa. El problema, para los creyentes, es la incompatibilidad de dos atributos de Dios, de su dios: el de la bondad y el de la omnipotencia. Lo plante¨® Epicuro, en una formulaci¨®n que angustia a la teodicea: Dios, frente al mal, o quiere eliminarlo pero no puede; o no quiere; o no puede y no quiere, o puede y tambi¨¦n quiere. En el primer caso, Dios no ser¨ªa omnipotente, en el segundo no ser¨ªa bondadoso o moralmente perfecto, en el tercero no ser¨ªa ni omnipotente ni bondadoso o moralmente perfecto, y en el cuarto Epicuro plantea la pregunta acerca de cu¨¢l es el origen de los males y por qu¨¦ Dios no los elimina.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.