La voz de Molenbeek
El paro, y no el terrorismo, es lo que m¨¢s inquieta al barrio de los asesinos de Par¨ªs y Bruselas
Amr Ahmed Abdo es un joven egipcio que recal¨® en Bruselas para completar sus estudios de relaciones internacionales y ha acabado buscando respuestas a uno de los principales enigmas belgas: c¨®mo el distrito de Molenbeek, a pocos minutos del coraz¨®n de la capital europea, se ha convertido en un foco de radicalizaci¨®n. Tras dos meses de inmersi¨®n en el barrio donde crecieron algunos de los principales implicados en los atentados terroristas de Par¨ªs y Bruselas, Abdo concluye: ¡°En Molenbeek hay una comunidad muy diversa en idiomas, generaciones, or¨ªgenes... Pero su principal inquietud es la falta de empleo¡±.
La fuerte conexi¨®n entre los atentados del 13-N en Par¨ªs y este municipio bruselense llev¨® a las autoridades locales a tratar de encontrar respuestas entre los ¨²nicos que pod¨ªan darlas: los vecinos de Molenbeek. El European Institute of Peace, un centro de estudios independiente fundado por ocho pa¨ªses europeos, recibi¨® el encargo de realizar un amplio trabajo de campo en el distrito. Las entrevistas arrancaron en mayo, ya despu¨¦s de los ataques en Bruselas, que consagraron a Molenbeek como nido de yihadistas. Previa a esa realidad, el estudio resalta otra: la localidad es la segunda m¨¢s pobre de B¨¦lgica.
El resultado de los esfuerzos de Abdo y otros siete investigadores es Voces de Molenbeek, un estudio ¡ªa¨²n no publicado, pero presentado este martes en Bruselas¡ª que se apoya en 406 entrevistas a vecinos de diferentes entornos. Sus respuestas revelan que este territorio, de casi 97.000 habitantes, no define su realidad con las palabras clave que el resto del mundo le atribuye. El terrorismo solo es un problema medular para el 4% de los encuestados. En cambio, el paro y la educaci¨®n acaparan los primeros puestos.
¡°Muchas veces se oye decir que el islam no tiene nada que ver en esto. Pero s¨ª tiene que ver. Es uno de los motores, aunque la principal fuerza de radicalizaci¨®n es la falta de oportunidades¡±, puntualiza Martin Griffiths, director del instituto europeo. Los investigadores aseguran haberse topado con un solo encuestado que justificaba el terrorismo, aunque tambi¨¦n es cierto que una de cada cinco personas seleccionadas para participar en el trabajo declin¨® hacerlo.
Parad¨®jicamente, las familias de Molenbeek (hasta el 80% de los habitantes de las zonas m¨¢s deprimidas son de origen extranjero, principalmente marroqu¨ª) citan la falta ¡ªy no el exceso¡ª de convicciones religiosas como uno de los elementos que hace a estos j¨®venes propensos al radicalismo. Quienes orientan sus vidas hacia el terrorismo, argumentan, no conocen nada sobre el islam y muchas veces solo intentan redimir un pasado de delincuencia. Sin valorar si es la carencia o la sobreabundancia de religi¨®n la que potencia el terror, Fran?oise Schepmans, alcaldesa de Molenbeek, admite: ¡°En B¨¦lgica tenemos un islamismo muy conservador. Y hace falta que el culto musulm¨¢n asuma su responsabilidad, que fomente un islam abierto, responsable¡±. Sobrepasada por el fen¨®meno de los atentados, esta pol¨ªtica liberal trata de incidir en un elemento ¡ªel choque cultural¡ª soslayado durante muchos a?os por los poderes p¨²blicos. Schepmans incluso admite una cierta ¡°complicidad¡± de parte de la poblaci¨®n, que permiti¨® al principal terrorista de Par¨ªs, Salah Abdeslam, refugiarse en casa de su familia, en pleno centro de Molenbeek, durante cuatro meses.
Frente a las enormes carencias de este distrito, B¨¦lgica trata de insuflar ¨¢nimos con una historia de ¨¦xito. Es la de Malinas, una peque?a localidad flamenca cercana a Bruselas con gran presencia de musulmanes entre la poblaci¨®n y de la que, sin embargo, no ha partido ning¨²n joven a luchar en Siria o en Irak. Su alcalde, Bart Somers, insiste en la prevenci¨®n y deplora iniciativas que estigmatizan a los musulmanes, como el veto al burkini. ¡°Es parad¨®jico que haya gente que dice defender nuestras libertades limit¨¢ndolas. Este tipo de acciones surgen cuando empezamos a dudar de nuestro propio sistema¡±, cierra.
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