Los presos en EE UU se rebelan por sus condiciones laborales
Los internos reclaman una paga justa por el trabajo que hacen en las prisiones y para compa?¨ªas privadas

Los presos est¨¢n en huelga por las c¨¢rceles de Estados Unidos. El pasado viernes empezaron a coordinar un plante para protestar por lo que califican como una ¡°forma de esclavitud moderna¡±, fruto de las reglas que rigen la econom¨ªa del sistema de prisiones en la mayor potencia carcelaria del planeta. Los internos ganan por su trabajo, de acuerdo con la autoridad que regula las c¨¢rceles, es de entre 12 y 40 centavos por hora en las prisiones federales. En Texas, Arkansas y Georgia las labores encomendadas ni siquiera se remuneran.
Con la protesta, coordinada a escala nacional por Incarcerated Workers Organizing Committee, los presos reclaman ¡°una compensaci¨®n justa¡± por un trabajo que, dicen, enriquece a las grandes compa?¨ªas privadas. La fecha que eligieron para hacer o¨ªr sus derechos desde el otro lado del muro no era causal. La huelga arranc¨® en el 45? aniversario de la insurrecci¨®n de Attica, el mayor mot¨ªn carcelario de EEUU, ocurrido en 1971.
En esta ocasi¨®n participaron presos de 40 centros penitenciarios en 24 estados. ¡°No los pueden hacer funcionar sin nosotros¡±, asegura la organizaci¨®n. De los 2,4 millones de personas entre rejas en EEUU, trabajan unos 900.000 que son ¡°m¨¦dicamente aptos¡±. Suelen ejercer de pintores, fontaneros o servir comidas en las c¨¢rceles aunque ello no implica reducci¨®n de la condena; no trabajar les conllevar¨ªa represalias.
Si la poblaci¨®n reclusa fuera una empresa, contar¨ªa con una plantilla pr¨®xima a los 900.000 asalariados. El tama?o se acercar¨ªa al de la cadena comercial Walmart, el mayor empleador privado del pa¨ªs. Gran parte del trabajo lo desempe?an para las mismas prisiones en las que est¨¢n recluidos. Pero hay empresas, como la propia Walmart, Verizon, McDonalds o Starbucks, que tambi¨¦n los contratan.
¡°El sistema se enriquece del trabajo gratis de los presos¡±, denuncian desde Free Alabama Movement, ¡°y lo hacen en nombre del crimen¡±. La protesta busca generar la misma solidaridad entre los ciudadanos que la revuelta de Attica. Como en 1971, los presos denuncian los largos periodos de aislamiento, el acceso inadecuado a la salud, la superpoblaci¨®n, los ataques violentos y las condiciones laborales.
Redes sociales
La coordinaci¨®n de esta huelga nacional de presos fue posible gracias las nuevas tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n que est¨¢n al alcance de los reclusos. Aunque el uso de tel¨¦fonos m¨®viles est¨¢ prohibido en el interior de los centros penitenciarios, estos dispositivos se cuelan entre los muros a trav¨¦s de las redes de contrabando. Los familiares y amigos apoyan desde fuera utilizando Facebook y YouTube.
El grado de seguimiento de la convocatoria se desconoce, porque los gestores de las prisiones evitaron informar sobre el alcance de la misma. S¨ª trascendi¨® que la protesta continu¨® durante el fin de semana y que en correccionales como el de Holman (Alabama) los funcionarios tuvieron que asumir algunas funciones de los presos mientras en Kinross (Michigan) 400 reclusos marcharon por el interior del centro.
No es la primera revuelta de este tipo que se vive durante los ¨²ltimos meses en Estados Unidos, y tampoco ser¨¢ la ¨²ltima. Hubo una en abril en Texas y le sigui¨® un mes despu¨¦s otra en Alabama. Los presos tambi¨¦n se rebelaron en Michigan la pasada primavera en respuesta a la mala calidad de la comida que se sirve en las prisiones, tras la decisi¨®n del gobernador Ryck Snyder de privatizar ese servicio.
Incluso los grupos sindicales que representan a los guardias de prisiones, como la AFSCME, se muestran preocupados por la situaci¨®n en las c¨¢rceles. Consideran que una cosa es que tras ser sentenciados, estos criminales pierdan gran parte de sus derechos como ciudadanos. Pero otra distinta es que los pierdan todos. El descontento, adem¨¢s, hace su trabajo m¨¢s peligroso.
Problema masivo
Los organizadores de la protesta insisten que no hay que ser activista o tener un familiar o un conocido entre rejas para entender que esta situaci¨®n es consecuencia de que EE UU tiene un problema inmenso que no deja de crecer. Sus presos representan una cuarta parte de la poblaci¨®n reclusa en todo el mundo. Eso, como se?ala la Prison Policy Iniciative, equivale a 716 personas encarceladas por cada 100.000 habitantes.
Es una proporci¨®n 4,5 veces superior a la media mundial y que triplica la de M¨¦xico. Las estad¨ªsticas revelan, adem¨¢s, que 36 de los 50 Estados de EEUU tienen m¨¢s presos per c¨¢pita que Ruanda, que es el segundo pa¨ªs en la clasificaci¨®n. Por debajo del pa¨ªs africano, quedan Nueva York (casi 500 presos por 100.000 habitantes) o Arizona, que tiene 70.000 personas entre rejas, las mismas que Espa?a; la diferencia es que tiene 6,6 millones de habitantes.
Con estas cifras colosales, no es una sorpresa que la factura de la gesti¨®n de las c¨¢rceles sea desorbitada para el contribuyente. El coste medio por preso asciende a 31.300 d¨®lares anuales, seg¨²n los datos m¨¢s recientes de Vera Institute for Justice. En Estados como el de Nueva York se duplica y se dispara hasta los 168.000 d¨®lares en el caso de las prisiones que operan en ciudad de los rascacielos.
El National Freedom Movement ha elaborado una propuesta legislativa para corregir los problemas derivados de la masificaci¨®n de las prisiones, que se entreg¨® ya al Legislativo en Alabama para mejorar las condiciones de los presos. El boom de las prisiones, como lamentan las diferentes organizaciones envueltas en la movilizaci¨®n, se come el dinero que normalmente deber¨ªa ir a servicios sociales y educaci¨®n.
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