Las deudas de las guerras
No deber¨ªa temerse que, m¨¢s adelante, una instancia internacional objetase sobre la paz
Durante el siglo XX Europa fue terreno f¨¦rtil de guerras sin precedentes en su letalidad y da?os a la poblaci¨®n civil. La secuela de muertos, refugiados y desplazados en dos guerras mundiales y conflictos internos no hicieron del continente un ¡°ejemplo¡± de cultura y civilizaci¨®n (que lo es, por otras razones). Pero Europa sali¨® adelante.
El curso de la guerra y la paz en Am¨¦rica Latina ha sido distinto en el siglo XX. Los conflictos internacionales fueron escasos y el ¨²ltimo de ellos (Ecuador-Per¨², en 1995) fue la inmediata antesala de un s¨®lido acuerdo de paz (1998) que trajo, desde ese entonces, reconciliaci¨®n, buena vecindad y paz entre los dos pa¨ªses.
Fueron conflictos internos los que m¨¢s desangraron a la regi¨®n durante el siglo pasado y lo que va del XXI. Con su secuela de muertos, desaparecidos o torturados, los da?os fueron severos y muchas las heridas que quedan a¨²n abiertas. En esas transiciones de las guerras internas a la paz las v¨ªctimas de los conflictos no merecieron, por lo general, la atenci¨®n y prioridad que merecen.Promete ser distinto el camino de la paz negociada en Colombia que se firma este lunes 26 en Cartagena de Indias, luego de cuatro a?os de negociaciones en La Habana. ?Tarea cumplida! Ser¨¢ un privilegio poder estar all¨ª esa tarde como testigo gracias a la gentil invitaci¨®n del presidente Santos. ?Qu¨¦ viene despu¨¦s?
Un gran reto, pero un panorama alentador. En el ¡°paquete¡± de los acuerdos, el de justicia no s¨®lo es el de mayor volumen ¡ªm¨¢s de 60 p¨¢ginas¡ª sino que es el de m¨¢s compleja ejecuci¨®n. La entrega de armas y la desmovilizaci¨®n, por ejemplo, son temas cruciales, pero empiezan pronto y terminar¨¢n a mediados del pr¨®ximo a?o. Lo de justicia se prolongar¨¢ en el tiempo. Pero este ¡°paquete¡± de justicia se presenta promisorio por cuatro razones.
Primero, porque contiene desarrollos conceptuales fundamentales que van m¨¢s all¨¢ del ¡°caso-Colombia¡±. En la hist¨®rica tensi¨®n entre justicia y paz (?cu¨¢nto ceder en la justicia a cambio de paz?), es un elemento clave que se reafirme el principio de que la paz es un derecho humano. El ¡°norte¡± conceptual queda, pues, definido. Priorizar la paz, lo que impedir¨¢ m¨¢s muertos, minas antipersona, secuestros o desaparecidos.
Segundo, la concordancia de los acuerdos con el derecho internacional, en una l¨ªnea conceptual y jur¨ªdica que deja casi un ¡°modelo¡± para situaciones semejantes en el mundo. Un ambicioso ¡ªy, acaso, un tanto sofisticado¡ª ¡°sistema de justicia¡± que busca satisfacer, ante todo, los derechos y expectativas de las v¨ªctimas. Eso, articulando la justicia, en una ¡°mesa de tres patas¡±, con la b¨²squeda de la verdad y la reconciliaci¨®n.
Tercero, porque el acuerdo de justicia ha puesto en blanco y negro algo fundamental para la paz y la reconciliaci¨®n: las v¨ªctimas aparecen ¡°en el centro¡±. Si bien, como ha dicho el presidente Santos, hacer la paz puede ser m¨¢s dif¨ªcil que hacer la guerra ¡ªpues se necesita cambiar los sentimientos de la gente que ha sufrido para que puedan perdonar¡ª, lo que se ha concertado en materia de justicia apunta en la direcci¨®n correcta.
Cuarto, que la sociedad colombiana puede tener la tranquilidad que lo que se ha acordado en cuanto a investigaci¨®n judicial, ¡°categor¨ªas¡± de cr¨ªmenes, amnist¨ªas y dem¨¢s, respeta plenamente los tratados internacionales sobre derechos humanos y justicia internacional. El ¡°maximalismo punitivo¡± con el que algunos sue?an no s¨®lo no es una obligaci¨®n internacional sino que bloquear¨ªa la paz y la reconciliaci¨®n. Por ello, no deber¨ªa haber temor de que una instancia internacional m¨¢s adelante pueda objetar lo que se firmar¨¢ este lunes, si las cosas luego se hacen bien.
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