El hombre con el que empez¨® todo
El economista Henry Acosta fue la persona que traslad¨® el primer mensaje de Santos a los jefes de las FARC
En 1998, los secuestros de las FARC eran una pr¨¢ctica demasiado recurrente para la estabilidad de Colombia. En una carretera del Valle del Cauca, una de las zonas m¨¢s azotadas por 52 a?os de conflicto armado, Henry Acosta vio como un ret¨¦n de la guerrilla lo retuvo. Pensaba que se trataba del Ej¨¦rcito, pero los ¡®soldados¡¯ le llevaron donde su comandante, Pablo Catatumbo, uno de los jedes de la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina. Dice hoy Acosta, cooperativista caficultor de 67 a?os, que en ning¨²n momento tuvo miedo. Aquello no se trataba, o no se trat¨®, de un secuestro. La conversaci¨®n, sobre todo de pol¨ªtica, se prolong¨® durante todo el d¨ªa. ¡°Usted siga viniendo y tr¨¢igame libritos¡±, le dec¨ªa Catatumbo. Era el inicio de una amistad que, casi dos d¨¦cadas despu¨¦s, consigui¨® fraguarse en un acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC.
Acosta cumpli¨® la encomienda de Catatumbo y regresaba cada cierto tiempo a alg¨²n lugar la cordillera central, lo que se consideraba el santuario guerrillero, pero que el economista vallecaucano define como ¡°confesionario¡±, pues no era el ¨²nico que iba a visitarlo. Le llevaba libros de Sim¨®n Bol¨ªvar, una de las obsesiones de Catatumbo, estudioso del libertado durante d¨¦cadas en el monte.
El papel de Acosta cobr¨® protagonismo a ra¨ªz del secuestro de 12 diputados del Valle en 2002. A trav¨¦s del comisionado de Paz del Gobierno de ?lvaro Uribe, Luis Carlos Restrepo, abri¨® unas negociaciones para tratar la liberaci¨®n de los raptados. La mediaci¨®n, que se prolong¨® durante cinco a?os, fue en mano y 11 de los secuestrados murieron en un macabro cruce de fuego amigo entre dos columnas de la guerrilla. Fue uno de los episodios m¨¢s traum¨¢ticos de la historia reciente de Colombia. Hace dos semanas, las FARC, en un acto en La Habana, pidieron perd¨®n a los familiares de los diputados, que, seg¨²n confirman varios asistentes, pudieron decirles todo lo que se les pas¨® por la cabeza a los guerrilleros. Uno de los m¨¢s afectados, que rompi¨® a llorar, fue Pablo Catatumbo.
Acosta sigui¨® trayendo y llevando mensajes de las FARC y del Gobierno de Uribe que, asegura, siempre intent¨® mantener una negociaci¨®n con los guerrilleros. Entre 2002 y 2010, el economista asegur¨® que se reuni¨® varias veces con el expresidente colombiano para buscar una salida negociada al conflicto. Mientras, la guerra se acentuaba. Las FARC, a trav¨¦s de la pol¨ªtica de Seguridad Democr¨¢tica, quedaron muy da?adas. Pese a no estar convencido, en marzo de 2010, en los extertores de su mandato, Uribe envi¨® una carta a las FARC, tal como relata Acosta, a trav¨¦s de su nuevo comisionado para la paz, Frank Pearl, con el tiempo negociador del Gobierno en La Habana, para explorar un di¨¢logo cara a cara en Brasil. La respuesta de las FARC vino a ser que eso era in¨²til. Quedaban pocos meses para el fin del mandato de Uribe y cualquier intento corresponder¨ªa al pr¨®ximo presidente. Hab¨ªa, pues, que esperar.
En septiembre de ese a?o, despu¨¦s de Juan Manuel Santos ganase las elecciones y asegurase durante su toma de posesi¨®n que ¡°la puerta del di¨¢logo no estaba cerrada con llave¡±, el nuevo presidente se reuni¨® con Acosta. Ten¨ªa que trasladar un mensaje al amigo que conoci¨® all¨¢ por 1998: ¡°D¨ªgales a Pablo Catatumbo y Alfonso Cano [entonces m¨¢ximo l¨ªder de las FARC, muerto en un ataque en 2011] que quiero hacer la paz con ellos¡±. Santos se compromet¨ªa a enviar a Sergio Jaramillo, a la postre negociador en La Habana y su hermano, Enrique Santos: ¡°Si van a ese encuentro secreto estar¨ªan hablando personalmente conmigo¡±. El resto, est¨¢ a punto de pasar a la historia.
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