Fetul¨¢ G¨¹len, eremita o conspirador
La vida recluida en los montes Poconos del l¨ªder religioso al que Erdogan acusa de golpismo
Los colaboradores de Fetul¨¢ G¨¹len le presentan como una mezcla de Papa bueno y Dal¨¢i Lama. Un hombre humilde, desbordado por la atenci¨®n medi¨¢tica, dedicado a una vida de estudioso alejado de las ambiciones terrenales, del poder y del dinero.
Sus enemigos, con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan a la cabeza, lo retratan como el Maquiavelo de Pensilvania, el conspirador que, desde su refugio en Estados Unidos, orquest¨® en julio el golpe de Estado que estuvo a punto de tomar el control de la segunda fuerza militar de la OTAN.
Le han llamado ¡°cardenal secreto¡±, ¡°jud¨ªo infiltrado¡±, ¡°agente iran¨ª¡±. Sus seguidores replican: ¡°S¨®lo es un predicador¡±, ¡°no vive en un palacio¡±, ¡°nunca ha tenido una viviendo propia¡±, ¡°no tiene propiedades, excepto sus libros y archivos¡±, ¡°su objetivo es abandonar el mundo sin poseer nada¡±.
Durante la jornada en que EL PA?S y dos medios alemanes visitaron a G¨¹len en su residencia de Saylorsburg (Pensilvania), sus colaboradores no dejaron de hacer menciones a su vida espartana: G¨¹len no es rico, ni vive rodeado de lujo y opulencia sino que paga un alquiler mensual; carece de un secretariado y debe confiar en voluntarios que le ayuden en su tiempo libre; no controla una vasta red de esp¨ªas y agitadores desde este lugar remoto en las monta?as de los Poconos, tradicional destino de vacaciones de la clase trabajadora de Pensilvania y Nueva Jersey.
Varias veces, tambi¨¦n, los colaboradores mencionan el helic¨®ptero que recientemente hab¨ªa sobrevolado el complejo de casas y jardines donde el l¨ªder espiritual turco vive.
A la entrada del complejo de Saylorsburg, un hombre armado vigila en la garita de entrada. ¡°?Es esto la seguridad de la CIA?¡±, ironiza el simpatizante de G¨¹len que, procedente de Alemania, ha organizado la entrevista. Durante las cerca de tres horas que dura la visita, es el ¨²nico guardia de seguridad que se ve.
En 1999, cuando G¨¹len se instal¨® aqu¨ª, este terreno cercado con varias casas y jardines era un centro de vacaciones para ni?os turcoamericanos del nordeste de EE UU. Ahora cumple las funciones de centro de estudio y de lugar de descanso temporal, un centro de retiro espiritual, una especie de monasterio.
Para acceder a la sala donde tiene lugar la entrevista, hay que entrar por un garaje y subirse a un ascensor. En la sala hay ocho colaboradores y seguidores de G¨¹len. Esta se desarrolla en turco y uno de sus colaboradores traduce al ingl¨¦s. Las preguntas sobre el golpe no son bienvenidas: dicen que ya las ha respondido decenas de veces y que no aportar¨¢n nada nuevo. Algunas de estas preguntas figuran en el cuestionario previo que los periodistas han enviado, y cuyas respuestas recibir¨¢n m¨¢s tarde.
¡°He decidido quedarme aqu¨ª porque aqu¨ª encuentro paz. En los dos ¨²ltimos a?os he vivido un exilio autoimpuesto. Ni siquiera salgo de esta finca. Si tengo que salir, doy una vuelta a este edificio y vuelvo a entrar¡±, explica G¨¹len.
La jornada en Saylorsburg incluye la visita a la sala de rezos donde cada ma?ana G¨¹len estudia el Cor¨¢n con sus alumnos. Una puerta conecta esta sala con su despacho. All¨ª tiene un botiqu¨ªn, a la vista de los visitantes, con medicinas y varios paquetes de caramelos Mentos. En una vitrina hay botes con tierra de distintos puntos de Turqu¨ªa.
Separado por una mampara, el espacio estelar de la visita: una min¨²scula habitaci¨®n con una diminuta cama y un ejemplar del Cor¨¢n con hojas gigantescas.
G¨¹len ya no duerme aqu¨ª: hace unas semanas le trasladaron a una casa m¨¢s segura dentro del complejo, pero la habitaci¨®n, de unos 9 metros cuadrados, sirve, primero, para entender que el modo de vida de G¨¹len se parece m¨¢s al de un cura de pueblo que al de un pach¨¢. Y segundo, tambi¨¦n queda claro que subrayar enf¨¢ticamente este mensaje ¡ªel de la sencillez del l¨ªder¡ª es esencial para los organizadores de la entrevista.
¡°Desde aqu¨ª no controla el mundo¡±, insiste uno de los colaboradores en la habitaci¨®n de G¨¹len.
En su biblioteca personal tiene un ejemplar de Diplomacy, de Henry Kissinger. Al predicador G¨¹len, pendiente de la respuesta de EE UU a la demanda de extradici¨®n por Turqu¨ªa, le ser¨¢n ¨²tiles las ense?anzas del gur¨² de la realpolitik.
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