La llave al pozo
Lo inteligente habr¨ªa sido exigir a Sendero Luminoso la rendici¨®n a cambio de mejores condiciones penales
Este 12 de septiembre se cumplieron 24 a?os de la captura de Abimael Guzm¨¢n, el l¨ªder supremo de Sendero Luminoso. Fue la estocada fulgurante con la que un grupo peque?o, austero y eficaz de polic¨ªas, el GEIN, cambi¨® en un momento la suerte de la guerra y convirti¨® un erosivo y sangriento empate estrat¨¦gico en la brusca realidad de victoria.
Abimael Guzm¨¢n recibi¨® la fecha en la prisi¨®n de alta seguridad de la Base Naval del Callao. Su esposa, Elena Iparraguirre, n¨²mero dos de la organizaci¨®n senderista en el momento de la captura, la pas¨® en el penal de Piedras Gordas. El creador y jefe del GEIN, el coronel en retiro de la Polic¨ªa Benedicto Jim¨¦nez ,estaba cerca, preso tambi¨¦n ¡ªpor otras amargas circunstancias¡ª en el mismo penal de Piedras Gordas.
Los que, sin haber jugado ning¨²n papel en la captura la aprovecharon mejor por detentar el poder dictatorial ¡ªAlberto Fujimori y su crucial asesor, Vladimiro Montesinos¡ª, tambi¨¦n pasaron la fecha en las c¨¢rceles que los alojan por ya varios a?os: Montesinos en la Base Naval del Callao (a pocos metros de Guzm¨¢n); y Fujimori en la c¨¢rcel unipersonal que le adaptaron en la base de la Direcci¨®n de Operaciones Especiales de la Polic¨ªa.
As¨ª es el Per¨², inagotablemente paradojal y claramente no kantiano. La historia de los a?os tr¨¢gicos de la insurrecci¨®n senderista y del momento decisivo de la victoria debe componerse ¡ªliteralmente encarcelada¡ª entre las rejas. Creemos saber que cuanto m¨¢s inesperada sea una par¨¢bola, m¨¢s rica y variada ser¨¢ su moraleja. Pero si ese fuera el caso, Per¨² deber¨ªa tener una de las clases dirigentes m¨¢s sofisticadas del mundo, surfista virtuosa de la sorpresa, a la que no hay ola hist¨®rica o corriente del d¨ªa que sorprenda y que no se pueda aprovechar. Pero, y mejor decirlo sumariamente, es una de las clases dirigentes m¨¢s superficiales, estrechas, hist¨¦ricas y brutas cuando se la compara con su circunstancia. ?C¨®mo una realidad tan rica puede producir una clase dirigente tan cretina (aunque astuta)?
Hace 24 a?os, el destino, encarnado en el GEIN, le dio al pa¨ªs una victoria inesperada. Para Abimael Guzm¨¢n y sus seguidores, su captura no solo signific¨® la derrota de la insurrecci¨®n senderista (dado el papel virtualmente religioso que le confer¨ªan sus huestes al l¨ªder, a quien, entre otras cosas, llamaron el Puka Inti, el Sol Rojo), sino de la Revoluci¨®n Mundial, de la que ellos, los senderistas, se consideraban portaestandartes. Sin Guzm¨¢n, concluyeron, ni la una ni la otra eran posibles. Las leyes de la dial¨¦ctica quedaban, si no derogadas, sumidas en una indefinida latencia estrat¨¦gica.
Por ese peculiar razonamiento, Abimael Guzm¨¢n entr¨® en conversaciones con Montesinos pocos meses despu¨¦s de su captura. El entonces muy poderoso Montesinos le regal¨® una torta de chocolate, canciones de Frank Sinatra y comodidades penitenciarias temporales. A cambio, Guzm¨¢n, rodeado por su encarcelado Estado Mayor, ley¨® una carta en la que virtualmente reconoc¨ªa su derrota y ped¨ªa desarrollar conversaciones de paz.
La carta fue utilizada para afianzar el r¨¦gimen golpista de Fujimori. Luego de eso, las conversaciones terminaron, los presos regresaron a sus celdas en las que casi un cuarto de siglo se les acumul¨® en las espaldas.
En esa larga marcha al campo geri¨¢trico, Sendero mantuvo una cierta consistencia organizativa pese a su radical cambio de l¨ªnea. En los Gobiernos democr¨¢ticos a partir del a?o 2000 pidieron discutir lo que ellos llamaron ¡°problemas derivados de la guerra¡±, que una vez despojados del eslogan significaban algunas mejoras del rigor penal para sus l¨ªderes y la posibilidad de participar en la vida pol¨ªtica del pa¨ªs.Lo inteligente para el Estado peruano ¡ªque ten¨ªa casi todas las bazas en la mano¡ª hubiera sido exigir a los l¨ªderes senderistas la declaraci¨®n expl¨ªcita de derrota y la consecuente, igualmente expl¨ªcita, rendici¨®n; la petici¨®n de perd¨®n a sus miles de v¨ªctimas; la renuncia perpetua a la v¨ªa de las armas; y la declaraci¨®n de lealtad, tambi¨¦n perpetua, a la democracia. En contrapartida, podr¨ªa haber mejora en las condiciones penales de los l¨ªderes condenados a prisi¨®n de por vida; y la participaci¨®n, justificadamente vigilada por los servicios de seguridad, en la legalidad pol¨ªtica. Esto hubiera significado riesgos menores a cambio del objetivo mayor: la paz.
La paz es muy diferente a la sensaci¨®n de tregua prolongada, de crispaci¨®n y sospecha que existe ahora. ?Por qu¨¦ no se dio entonces, por qu¨¦ no se da ahora? Por las respuestas estridentes en contra, sobre todo de la clase dirigente descrita l¨ªneas arriba, para los cuales la ¨²nica acci¨®n posible es cerrar la reja y tirar la llave al pozo.
El ¨²ltimo cap¨ªtulo de histeria recurrente fue cuando la fiscal que logr¨® la cadena perpetua contra Guzm¨¢n entreg¨® a sus deudos los restos de senderistas muertos en un mot¨ªn carcelario, sangrientamente debelado, en junio de 1986. El peque?o cortejo de familiares y simpatizantes senderistas los llev¨® a un cementerio apartado en el distrito de Comas, en un conjunto cerrado de nichos que varios medios de prensa llamaron pomposamente mausoleo, y los enterraron con algunos cantos y antorchas, ninguno de los cuales proclamaba la violencia.
Eso sucedi¨® en junio, pero el v¨ªdeo de inteligencia se filtr¨® en septiembre. La grita se desat¨® y todos los funcionarios entrevistados compitieron entre s¨ª para ver qui¨¦n sonaba m¨¢s rudo e implacable.Hasta el presidente Kuczynski, que acababa de retornar de China, donde rindi¨® repetido homenaje al Gobierno y su partido (que, si no me equivoco, sigue llam¨¢ndose el Partido Comunista), declar¨® que el mausoleo¡°debe desaparecer¡±, aunque dijo que antes los cad¨¢veres deben ser retirados ¡°con mucho respeto¡±.
La declaraci¨®n de Kuczynski fue hecha, parad¨®jicamente, poco antes de viajar a Colombia para acompa?ar al presidente Santos en la firma del acuerdo de paz con las FARC. Ah¨ª, Santos le podr¨¢ contar, como ya ha dicho, que es mucho m¨¢s dif¨ªcil ¡ªy tambi¨¦n m¨¢s valeroso¡ª hacer la paz que la guerra, incluso cuando aquella corona la victoria.
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