La victoria en el primer debate inyecta confianza a Hillary Clinton
Donald Trump se queja del moderador y promete pasar al ataque en los pr¨®ximos duelos
Hillary Clinton, necesitada de una inyecci¨®n de confianza tras semanas de dudas sobre la efectividad de su campa?a, recobr¨® el pie en el primer debate electoral ante el republicano Donald Trump. Es una inc¨®gnita el efecto del duelo en los sondeos, que ahora dan una ligera ventaja a Clinton sobre Trump. Pero la victoria le permite rearmarse en la ¨²ltima fase de una batalla crucial para Estados Unidos y el mundo. Trump culp¨® al moderador del resultado y amenaz¨® con utilizar artiller¨ªa pesada contra Clinton en pr¨®ximos cara a cara. Los candidatos volver¨¢n a debatir el 9 y el 19 de octubre.
Si para algo sirven los debates presidenciales en EE UU, es para definir la imagen de los candidatos. Estos duelos raramente decide el resultado de la elecci¨®n, pero s¨ª revela a un p¨²blico masivo (y la audiencia del que se celebr¨® el lunes en la Universidad de Hofstra, en Hempstead, estado de Nueva York, deb¨ªa superar todos los r¨¦cords de otras elecciones) la personalidad ¡ªel car¨¢cter, como dicen en EE UU¡ª de quienes aspiran a ser comandante en jefe de los Ej¨¦rcitos m¨¢s poderosos del mundo.
Clinton apareci¨® como una pol¨ªtica con experiencia en los debates cara a cara, con conocimiento detallado de los temas. Trump, como un candidato que improvisaba e interrump¨ªa a su rival, con propuestas de brocha gorda y una crispaci¨®n que contrastaban con la jovialidad de Clinton.
En los debates, tan importante es lo que dicen los candidatos y su forma de actuar como el consenso que se forma despu¨¦s sobre el ganador y el perdedor. En el caso del debate del lunes por la noche, los sondeos r¨¢pidos y las muestras de votantes seleccionados por expertos en demoscopia ratificaron las percepciones de buena parte de la audiencia, el lenguaje no verbal de los propios candidatos y las declaraciones de sus asesores.
Clinton sali¨® del debate sonriente, visiblemente satisfecha, y con ganas de enfrentarse de nuevo a Trump ante las c¨¢maras. El republicano, tenso, insinu¨® que en las pr¨®ximas citas golpear¨¢ m¨¢s fuerte a Clinton y sacar¨¢ a colaci¨®n las infidelidades de su marido, el expresidente Bill Clinton. Culp¨® al ¨¢rbitro, es decir, al periodista Lester Holt, que ejerci¨® de moderador, y de quien dijo que no hab¨ªa sido imparcial. Su entorno dio a entender que podr¨ªa boicotear los pr¨®ximos debates.
¡°Si yo fuese Donald Trump, no participar¨ªa en otro debate a menos que me prometiesen que el periodista actuar¨¢ como periodista, y no como un verificador de datos incorrecto, ignorante¡±, dijo el exalcalde republicano de Nueva York Rudy Giuliani.
Tras el debate se abre un nuevo cap¨ªtulo en una campa?a que enfrenta a una ex secretaria de Estado, exsenadora y ex primera dama con un perfil pragm¨¢tico de centroizquierda, con un magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad que ha construido su carrera pol¨ªtica sobre la base de declaraciones xen¨®fobas y mis¨®ginas, y con un mensaje populista y nacionalista que apela a los blancos de clase trabajadora.
En el ¨²ltimo mes, Clinton ha visto c¨®mo Trump remontaba en los sondeos y acortaba, hasta casi hacer desaparecer, la c¨®moda ventaja de la que disfrutaba en agosto. Septiembre hab¨ªa sido, hasta el lunes, un mal mes para Clinton. Tuvo que interrumpir la campa?a por una neumon¨ªa y el republicano, gracias a un equipo de campa?a m¨¢s profesional que con el que arranc¨® la carrera, se disciplin¨® y redujo ¡ªsin eliminar¡ª la frecuencia de sus exabruptos.
Clinton sale reforzada del debate porque logr¨® poner a la defensiva a Trump, un candidato con maneras de bully, o mat¨®n de patio de colegio, que se siente m¨¢s c¨®modo atacando que siendo atacado. La imagen que queda, y que los dem¨®cratas esperan que perdure en las pr¨®ximas semanas, es la de un Trump que oculta los n¨²meros sobre su fortuna, que persiste en sus comentarios mis¨®ginos y que realiza contorsiones para explicar algunas de sus mentiras m¨¢s penosas con nuevas mentiras.
La respuesta a la pregunta sobre su papel como portavoz del movimiento que cuestionaba que Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, hubiese nacido en este pa¨ªs, fue culpar a Clinton de iniciarlo.
Lejos de la debacle
El debate, pese a los tropiezos, no fue una debacle para Trump. Pese a sus nervios, que fueron en aumento durante los 90 minutos, no perdi¨® los papeles. Se esforz¨® por contenerse, mantenerse dentro del gui¨®n y demostrar que ¨¦l puede ser presidente. No siempre con ¨¦xito. Sus mejores momentos fueron cuando retrat¨® a Clinton como alguien que lleva 30 a?os en pol¨ªtica, una representante del establishment.
Tambi¨¦n cuando la corresponsabiliz¨® de las impopulares pol¨ªticas comerciales a las que una parte del electorado atribuye el cierre de f¨¢bricas y la p¨¦rdida masiva en empleos en la regi¨®n industrial del Medio Oeste, clave en las elecciones del 8 de noviembre. En cambio, eludi¨® uno de sus temas estrella, la inmigraci¨®n, y pas¨® por encima de uno de los casos que m¨¢s ha da?ado a Clinton, el uso de un servidor de correo privado cuando era secretaria de Estado, entre 2009 y 2013.
Una ventaja de Trump es que sus salidas de tono, de tan habituales, han dejado de escandalizar. Tienen que ser muy estridentes para llamar la atenci¨®n. En Hofstra no desminti¨® la acusaci¨®n de haber evitado pagar impuestos, acus¨® a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, de actuar por motivos pol¨ªticos, se jact¨® de no haber pagado a proveedores en sus empresas, dijo que la crisis inmobiliaria de 2007 hab¨ªa sido buena para su negocio, critic¨® el estado f¨ªsico de Clinton y a?adi¨®, faltando a la verdad, que ¨¦l se hab¨ªa opuesto a la guerra de Irak desde el principio.
Otras, como sus ataques en el pasado a veteranos y h¨¦roes de guerra como el senador John McCain, seguramente habr¨ªan liquidado la carrera de cualquier aspirante. En otro contexto, cualquiera de estos comentarios habr¨ªa supuesto un rev¨¦s para el candidato. En el actual, no es ni de lejos lo m¨¢s grave que ha dicho Trump y pasa desapercibido.
Los estadounidenses se han blindado. Y este es el peligro para Clinton: que Trump acabe pareciendo un candidato normal, homologable al resto. En las pr¨®ximas semanas, la campa?a ser¨¢ una pugna entre los dem¨®cratas, que intentar¨¢n recordar al electorado que Trump es un extremista que pondr¨ªa en peligro EE UU y el mundo, y los republicanos, que continuar¨¢n en el esfuerzo de normalizarlo y presentarlo como el candidato del cambio ante el statu quo que encarna Clinton.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.