De Berlusconi a Trump: ?qu¨¦ sigue?
Es tal la molestia con los pol¨ªticos que la aptitud para un cargo es hoy una desventaja
El momento m¨¢s significativo del debate fue un susurro. Cuando Hillary Clinton acus¨® a su rival de no haber pagado impuestos durante a?os, Donald Trump no resisti¨® comentar breve y en voz baja, casi para s¨ª mismo, que eso mostraba lo listo que era. Fue tambi¨¦n el pasaje m¨¢s honesto del millonario a lo largo de 90 minutos en los que hizo gala de su ignorancia en materia de pol¨ªtica internacional, de su simplismo irresponsable frente a los datos de la realidad y de su predisposici¨®n al bullyingy al abuso verbal (entre otras cosas interrumpi¨® 51 veces a su oponente, un r¨¦cord en este tipo de encuentros).
En el pasado una confesi¨®n de esa naturaleza, evadir impuestos, habr¨ªa significado pr¨¢cticamente un suicidio pol¨ªtico, particularmente trat¨¢ndose de un millonario que encima se queja de la mala calidad de los servicios p¨²blicos que ¨¦l no contribuye a pagar. Pero hoy eso no hace mella. Trump perdi¨® el debate seg¨²n la mayor¨ªa de los sondeos, aunque incluso ello est¨¢ sujeto a discusi¨®n. Sus seguidores confirmaron las razones de su devoci¨®n y no est¨¢ claro que los indecisos le vayan a cobrar al republicano su desfachatez y falta de preparaci¨®n, pese a que el debate fue visto por m¨¢s de 80 millones de personas. La virtud de Trump, a ojos de muchos votantes, es justamente su desprecio por la correcci¨®n pol¨ªtica, su desd¨¦n por los planes y las estrategias que hacen recordar a los funcionarios, su habilidad para ponerse al frente de los ciudadanos de a pie y denostar todo lo que procede del establishmentpol¨ªtico.
Curiosamente, entre m¨¢s presidenciable parece Clinton (informada, con planes concretos y detallados de la cosa p¨²blica), m¨¢s desconfianza genera entre los muchos que est¨¢n hartos del papel que la administraci¨®n p¨²blica juega en sus vidas. Lo cual no deja de ser ir¨®nico: es tal la molestia que generan los pol¨ªticos profesionales que la aptitud para desempe?ar un cargo p¨²blico se ha convertido en desventaja. Llenar el perfil que se requiere para sentarse en la oficina oval provoca rechazos autom¨¢ticos. Me recuerda la vieja sentencia de Groucho Marx: ¡°Nunca pertenecer¨ªa a un club que tuviera a un socio como yo¡±. Los simpatizantes de Trump podr¨ªan decir algo similar: ¡°Nunca votar¨¦ para presidente a alguien que hable y act¨²e como presidente¡±. En otras palabras, los defectos de Trump son sus virtudes; las de Hillary, su n¨¦mesis.
Que algunas personas lleguen a pensar de esa manera no es de extra?ar en una sociedad grande y compleja, pero que lo haga el 44% de los ciudadanos abre un abismo. Y despu¨¦s de lo que exhibi¨® el republicano en ese debate, queda claro que a juicio de sus simpatizantes no importa la contundencia o claridad con la que se muestren los vac¨ªos y las faltas de Trump para ocupar el puesto de presidente.
Antes de calificar de palurdos a los esta dounidenses, o por lo menos a muchos de ellos, habr¨ªa que recordar que con argumentos similares los italianos votaron durante m¨¢s de una d¨¦cada en favor de Silvio Berlusconi. Un millonario que nunca escondi¨® su frivolidad, su desprecio por el oficio pol¨ªtico, sus problemas con la justicia y su enriquecimiento por v¨ªas cuestionables, por decir lo menos. O peor a¨²n, las votaciones del pueblo alem¨¢n en los a?os treinta, que llevaron a Hitler al poder a partir de una ret¨®rica simplista de odio y xenofobia. Las diferencias entre unos y otros casos son enormes, es cierto, pero mantienen una constante: la incapacidad de la sociedad para vacunarse contra estos matones que triunfan gracias a la capacidad para salirse con la suya pisoteando principios y valores sobre los que se finca una democracia.
La frivolidad de Berlusconi palidece ante los desprop¨®sitos de Trump. Habr¨ªa que preguntarnos qu¨¦ seguir¨¢ en esta postmodernidad de excesos y absurdos. El encumbramiento pol¨ªtico del neoyorquino es una pesadilla que habr¨ªa sido inconcebible hace apenas un a?o. Esperemos que no sea un aviso de lo que nos espera.
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