El anillo de Frodo
El voto de confianza obtenido el jueves por Puigdemont es varias cosas a la vez. Ante todo, es la culminaci¨®n de la investidura del actual presidente, improvisada en el l¨ªmite de la convocatoria de nuevas elecciones el pasado 10 de enero ante el veto de la CUP a una continuaci¨®n de Artur Mas. Nueve meses despu¨¦s aquella decapitaci¨®n, a mitad de camino de los 18 meses de plazo para culminar el proceso, el ex alcalde Girona ha hecho su aut¨¦ntico discurso de investidura y ha revalidado, tal como se hab¨ªa propuesto, su presidencia.
La decisi¨®n de someterse a una votaci¨®n de confianza a plazo, ante la negativa de la CUP a validar los presupuestos, era el reconocimiento impl¨ªcito de que se trataba de un presidente a prueba. Ahora ya no lo es. Ha salido aprobado, con lo que as¨ª se cierra tambi¨¦n, y definitivamente, cualquier posibilidad de resurrecci¨®n presidencial de Artur Mas. Si hay que disolver el Parlament en los pr¨®ximos meses porque la relaci¨®n con la CUP sufre un nuevo percance, o dentro de un a?o como est¨¢ previsto, a nadie le pasar¨¢ por la cabeza recuperar la figura del presidente que fue el l¨ªder imprescindible y el mayor activo del Proc¨¦s.
La confianza obtenida por Puigdemont es tambi¨¦n el regreso a la casilla de salida: hay que repetir de nuevo todo lo que se ha hecho hasta ahora. Primero habr¨¢ que intentar otra vez el refer¨¦ndum legal, a continuaci¨®n habr¨¢ que intentar el unilateral, bautizado ahora de vinculante para evitar que aparezca como ilegal, repitiendo por tanto el camino que ya recorri¨® Artur Mas. Y si no sale nada de esto habr¨¢ que volver a disolver y a elecciones, como hizo Mas, aunque esta vez quiz¨¢s se enmascarar¨¢n de constituyentes as¨ª como las anteriores se maquillaron de plebiscitarias, siendo siempre y en todos los casos meramente auton¨®micas.
Pero esto no es exactamente una repetici¨®n sino una enmienda: esta vez hay que hacerlo bien. Se entiende que a Artur Mas le suba la mosca a la oreja porque Puigdemont le est¨¢ diciendo que lo hizo mal e incluso muy mal: su refer¨¦ndum debe convocar a los partidarios del no, la pregunta debe ser sencilla y sin dobleces y sus efectos deben ser vinculantes, es decir, que debe producir como resultado la independencia efectiva si sale que s¨ª, para lo cual habr¨¢ que estar preparado a todos los efectos, incluido el reconocimiento internacional.
Hay muchas dudas de que se pueda hacer bien alguna vez lo que solo puede salir si se hace mal. Pero este es el reto que se ha impuesto Puigdemont a s¨ª mismo, remachado por su empe?o en demostrar que hay una legalidad catalana que puede nacer por generaci¨®n espont¨¢nea de la legalidad espa?ola en la que puede caber lo que no cabe en la legalidad matriz. Las leyes de desconexi¨®n que se propone el bloque independentista son la improvisaci¨®n de una reforma de la Constituci¨®n espa?ola desde el parlamento catal¨¢n, con la que se modifica no tan solo el estatus de Catalu?a sino el de Espa?a entera sin participaci¨®n alguna de las instituciones y de los ciudadanos espa?oles. A saber qui¨¦n podr¨¢ admitirlo y reconocerlo, dentro y fuera.
La nueva hoja de ruta cuenta con una base pol¨ªtica de geometr¨ªa nueva y claramente escorada hacia la izquierda. En la de Artur Mas su Convergencia todav¨ªa caminaba de la mano de Uni¨®, esta ¨²ltima siempre un paso atr¨¢s en la marcha de la pareja, partidaria del pacto fiscal ante el derecho a decidir y del derecho a decidir ante la independencia. Se manten¨ªa tambi¨¦n una cierta relaci¨®n din¨¢mica con el PSC, a partir de su intento de evitar que el derecho a decidir fuera simplemente un eufemismo para el derecho de autodeterminaci¨®n y comprendiera todav¨ªa la consulta sobre una reforma constitucional o estatutaria.
En el actual trayecto, la CUP es la que completa la base parlamentaria insuficiente de Junts pel S¨ª. Sin ella no hay confianza ni presupuestos, el instrumento imprescindible para dotar de contenido social al proyecto nacional. Y la zona de apertura la proporciona Catalunya Si Que Espot, partidaria del derecho a decidir, que ya ha adelantado una f¨®rmula perturbadora para el refer¨¦ndum, pero interesante para ampliar su base, consistente en preguntar por la Rep¨²blica Catalana en vez del Estado independiente. N¨®tese que una tal formulaci¨®n da amplios m¨¢rgenes a la ambig¨¹edad ¡ªal igual que el Estado propio los daba en 2012 cuando todo empez¨®¡ª en lo que se refiere a la relaci¨®n con Espa?a: la rep¨²blica puede ser confederada, federada o independiente. No da m¨¢rgenes en cambio en cuanto a la jefatura del Estado: nadie entender¨ªa que una rep¨²blica catalana formara parte de la monarqu¨ªa espa?ola. Y con ello hace un gui?o al republicanismo de todas las Espa?as: se puede mantener la dichosa unidad si desaparece la monarqu¨ªa.
Esa confianza obtenida por Puigdemont el jueves parece poca cosa, pero ya se ha visto que dentro de este tipo de envoltorios tan peque?os cabe mucha sustancia. Desde el punto de vista temporal da para un a?o entero, que en pol¨ªtica es una era geol¨®gica. Durante este tiempo, Puigdemont tendr¨¢ en su mano el bien m¨¢s preciado y poderoso que puede tener un gobernante, un objeto met¨¢lico peque?o y fr¨ªo que cierra y abre puertas y concretamente las de la disoluci¨®n del parlamento. En un a?o, el pr¨®ximo apalabrado, se definir¨¢, adem¨¢s, la nueva geometr¨ªa del poder en Espa?a y sabremos todos con qu¨¦ fuerza entra cada una de las propuestas vigentes ¡ªestatus quo, tercera v¨ªa federalista o independencia¡ª en el debate que sin duda irrumpir¨¢ finalmente en el parlamento espa?ol despu¨¦s de cuatro a?os circunscrito a las instituciones y a la calle catalanas.
Como Frodo, el protagonista del Se?or de los Anillos, Puigdemont tiene ahora en sus manos un objeto que confiere poderes extraordinarios y le permite amenazar a la CUP con una indeseada disoluci¨®n en la que esta formaci¨®n dejar¨ªa muchas plumas o, al contrario, provocarla directamente con la presentaci¨®n de unos presupuestos infumables en caso de que sea tan negro el horizonte del proceso como para trasladar el fracaso seguro a una nueva decisi¨®n de los electores, e intentar con ello recuperar al menos parte de la fortuna perdida. No est¨¢ mal para un presidente improvisado a ¨²ltima hora antes de ir a una repetici¨®n de las elecciones catalanas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.