El paso del hurac¨¢n Matthew deja en ruinas a Baracoa, Cuba
Las cifras oficiales aseguran que 749 viviendas han sido afectadas; m¨¢s de 38.000 personas fueron evacuadas.
Un apesadumbrado Crist¨®bal Col¨®n observa el caos que emerge con los primeros rayos del sol en Baracoa. La escultura del navegante que se erige a pocos metros del mar muestra las marcas de haberse enfrentado a los vientos huracanados de Matthewdurante la noche de este martes. Ha resistido a esta nueva y angustiosa traves¨ªa, pero la ciudad que se despliega ante sus ojos no puede decir lo mismo.
La gente sale a las calles con la mirada llorosa y la desesperanza a flor de piel. Una vecina se pone las manos en la cabeza mientras mira lo que qued¨® de su modesta vivienda a unos 200 metros del mar. " Mi?jo, esto me va a llevar toda la vida volverlo a levantar", dice la mujer a los pocos residentes del lugar que se han atrevido a acercarse a estas horas de la ma?ana.
Complete destruction in Baracoa, Cuba from a combination of extreme wind and storm surge. Sad situation here. #HurricaneMatthew pic.twitter.com/JgUtW0vGjf
— Mike Theiss (@MikeTheiss) October 5, 2016
El suelo de Baracoa est¨¢ cubierto de ramas, al malec¨®n le faltan trozos que han ido a parar a varios metros del lugar, el techo del telecentro Primada Visi¨®n ha salido volando en varias partes y las tejas de metal cubren las calles. Los cables el¨¦ctricos est¨¢n ca¨ªdos y muchos enredados en las columnas de las casas que una vez estuvieron en pie.
Unos pocos hurgan aqu¨ª y all¨¢ para rescatar trozos de madera, clavos y tejas que le permitan reconstruir el techo que perdieron. Los habitantes de la zona han aprendido desde siempre que las ayudas estatales a los damnificados tardan demasiado, est¨¢n permeadas por el desv¨ªo de recursos y muchas veces no alcanzan para todos. Por el momento, tratan de arregl¨¢rselas como puedan.
"Si no reparten alimentos pronto, no s¨¦ qu¨¦ va a pasar", se queja un joven que ha improvisado una vara con un gancho de metal en la punta con la que escarba entre los despojos en busca de "tablas para tapar el cuartico". Cuenta que tiene dos hijos peque?os que est¨¢n albergados junto con su mujer en una escuela cercana, pero que ¨¦l no quiso irse. "No pod¨ªa dejar la casa sola, alguien ten¨ªa que quedarse para cuidar el refrigerador".
Los habitantes de la zona han aprendido desde siempre que las ayudas estatales a los damnificados tardan demasiado, est¨¢n permeadas por el desv¨ªo de recursos y muchas veces no alcanzan para todos
El parque central es una secuencia de ¨¢rboles ca¨ªdos, como soldados muertos en una batalla contra las r¨¢fagas del hurac¨¢n que superaron los 220 kil¨®metros por hora. Los almacenes de medicamentos de El Turey tambi¨¦n perdieron parte de la cobertura y hasta las viviendas que estaban en construcci¨®n han visto caerse las pocas paredes que con tanto esfuerzo hab¨ªan levantado sus propietarios.
Para los baracoenses esta ha sido la noche m¨¢s larga que recuerdan. Muchos se atrincheraron en sus casas con unas pocas latas de conserva y galletas para resistir la embestida de Matthew. Las altas olas taparon el malec¨®n desde la tarde y en la zona costera pocos se atrevieron a quedarse en sus viviendas por temor a que el mar, adem¨¢s de llevarse todas sus pertenencias, acabara tambi¨¦n con sus vidas.
Los m¨¢s empecinados no quisieron moverse de sus hogares y en medio de los fuertes vientos los bomberos tuvieron que rescatar a varias familias atrapadas en derrumbes parciales.
Las cifras oficiales aseguran que 749 viviendas han sido afectadas por las inundaciones, decenas de ellas quedaron destruidas totalmente o de ma?nera parcial. M¨¢s de 38.000 personas fueron evacuadas, la mayor¨ªa de ellas en casas de familiares y amigos.
El legendario hotel La Rusa perdi¨® el techo y parte de su estructura est¨¢ seriamente da?ada. El emblem¨¢tico alojamiento se ve esta ma?ana como una ruina que a duras penas se mantiene en pie. Tambi¨¦n el hotel El Castillo ha sufrido da?os en su estructura a causa del embate de los vientos.
Despedirse de los pocos objetos que tienen los habitantes de esta pobre ciudad ha sido muy dif¨ªcil para muchos. A los albergues apenas se puede ir con lo puesto y la gente se preocupa por el colch¨®n que dej¨® a merced de las lluvias y los posibles ladrones, esos p¨ªcaros que se aprovechan hasta de los desastres naturales.
Cuando cay¨® el sol, no se ve¨ªan ni las manos. Como un pueblo fantasma, Baracoa se qued¨® en penumbras, atravesada por los aullidos del viento y sin conexi¨®n con el resto de la Isla. Los tel¨¦fonos se cortaron, el fluido el¨¦ctrico dej¨® de funcionar y los rezos se elevaron para que todo pasara "r¨¢pido y sin muertos".
Hace solo dos meses los baracoenses celebraban el 505 aniversario de la fundaci¨®n de su villa primada. Hoy, est¨¢n ante el reto de volverla a levantar.
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