Cuando el Nobel pasa otra vez de largo por casa de Svetlana
La corresponsal en Mosc¨² relata como ha sido la ma?ana con G¨¢nnushkina, una activista por los derechos de los inmigrantes y varias veces candidata al galard¨®n
¡°El premio se lo merece Angela Merkel, porque ella es la ¨²nica l¨ªder europea que comprende el drama de los emigrantes¡±. El jueves, Svetlana G¨¢nnushkina comentaba as¨ª a esta corresponsal las inc¨®gnitas en liza sobre la concesi¨®n del Nobel de la Paz en Oslo. Desde hace varios a?os, G¨¢nnushkina es ella misma una de las aspirantes al galard¨®n?por su trabajo en defensa de los inmigrantes?y cada oto?o, en el d¨ªa se?alado, voy a su casa por la ma?ana y, mientras desayunamos, le hago una entrevista que podr¨ªamos calificar de ¡°preventiva¡±. Me temo que si alguna vez le dan el premio me llevar¨¢ un tiempo encontrar esas entrevistas que se acumulan en mi archivo de grabaciones.
¡°Jam¨¢s me perdonar¨ªa que este a?o fueras la premiada y no estar all¨ª contigo para celebrarlo¡±. ¡°Voy a estar en el trabajo¡±, dice, ¡°y va a ser un desbarajuste, porque hay un mont¨®n de corresponsales japoneses que estar¨¢n all¨ª con sus c¨¢maras¡±.
Matem¨¢tica de profesi¨®n, G¨¢nnushkina naci¨® en 1942 en una culta familia rusa (su abuelo fue un famoso psiquiatra). En 1990 fue una de las cofundadoras del comit¨¦ Ayuda C¨ªvica, la primera organizaci¨®n de derechos humanos dedicada a ayudar a los emigrantes y refugiados. Fue cofundadora de la organizaci¨®n Memorial en 1991 y en el marco de esta entidad organiz¨® en 1996 la red ¡°Migraci¨®n y Derecho¡±. Tambi¨¦n fue miembro del Comit¨¦ de Derechos Humanos y desarrollo de la sociedad c¨ªvica, adjunto al presidente de Rusia, una entidad que abandon¨® para dedicarse de lleno a su trabajo de ayuda a los emigrantes y refugiados.
La capacidad de G¨¢nnushkina de afirmar las cualidades positivas del g¨¦nero humano desaf¨ªa cualquiera de los clich¨¦s habidos y por haber. Su optimismo ¡ªtransparente e ilusionado¡ª es una cualidad preciosa en este oto?o cargado de presagios siniestros sobre el futuro del mundo. El t¨ªtulo de su libro autobiogr¨¢fico publicado en alem¨¢n, Tambi¨¦n nosotros somos Rusia, dice mucho sobre lo que G¨¢nnushkina representa: en esencia, esas virtudes que muchos han olvidado ahora que ¡°los rusos¡± son etiquetados y empaquetados en el mismo envoltorio con los que, de forma monopolista, aseguran representarlos.
La sede del Comit¨¦ de Ayuda C¨ªvica, la ONG que G¨¢nnushkina preside, est¨¢ algo apartado del centro y all¨ª confluyen riadas de emigrantes desvalidos, en tr¨¢nsito entre m¨²ltiples tragedias (en el C¨¢ucaso, en Afganist¨¢n, en Siria, en Ir¨¢n, en ?frica) y una ¨²nica esperanza, la de ponerse a salvo junto con sus familias.
Antes de meterme en un taxi compro una botella de champa?a. Al llegar ya est¨¢n all¨ª los japoneses con sus c¨¢maras y otros corresponsales internacionales. Mientras esperamos, G¨¢nnushkina explica que los jueces rusos suelen fallar a favor de la deportaci¨®n de los inmigrantes incluso cuando estos tienen la raz¨®n, porque los jueces, como reconoci¨® el jefe del Gobierno, Dmitri Medv¨¦dev, tienen problemas para dictar sentencias absolutorias debido a sus v¨ªnculos con los fiscales.
Se acerca la hora decisiva. A petici¨®n de los presentes, G¨¢nnushkina aborda el tema de los refugiados. Un total de 311.000 ciudadanos de Ucrania y otras 3.000 personas de diversas nacionalidades tienen asilo temporal en Rusia. El asilo temporal da derecho a trabajar y tiene validez de un a?o, tras el cual debe solicitarse su prolongaci¨®n. ¡°Las autoridades tienen tendencia a no prolongarlo¡±, puntualiza la activista. Rusia reparte a cuentagotas el estatus de refugiado pol¨ªtico, del que disfrutan 770 personas, seg¨²n los datos manejados por G¨¢nnushkina. En este ¨²ltimo contingente de refugiado pol¨ªtico hay 300 ucranianos, ¡°sobre todo miembros de la Fiscal¨ªa y de los cuerpos de intervenci¨®n especial de Ucrania¡±, 300 afganos y dos sirios, dice la activista.
Rusia reparte a cuentagotas el estatus de refugiado pol¨ªtico, del que disfrutan 770 personas. Solo dos de ellas son sirias.
Si, han le¨ªdo bien: dos sirios.
Nos cuenta G¨¢nnushkina que, seg¨²n sus c¨¢lculos, en Rusia residen unos 10.000 sirios, de los cuales 1.000 tienen estatus de asilo temporal, otros 2.000 estatus de residente y entre 6.000 y 7.000 ning¨²n estatus.
Por fin anuncian el premio: El presidente de Colombia. ¡°Que Dios le proteja¡±, exclama G¨¢nnushkina, y despu¨¦s articula un deseo, el de que ¡°todos los que nos apoyan recojan dinero para nuestro trabajo, porque necesitamos poder construir un refugio¡±.
¡°Acaban de venir tres personas de un pa¨ªs musulm¨¢n, no dir¨¦ cu¨¢l. Se han convertido al cristianismo y no sabemos adonde los vamos a mandar. Arrendamos un piso muy peque?o y all¨ª ya tenemos a varias mujeres embarazadas que esperan reunirse con sus maridos en Europa y eso es todo lo que podemos ofrecerles¡±, dice.
Los c¨¢maras recogen sus tr¨ªpodes y guardan sus artilugios.
¡°Ya veo. Han perdido el inter¨¦s por m¨ª¡±, exclama G¨¢nnushkina comprensiva.
En la puerta de salida, los periodistas huidizos tropiezan con una graciosa y negr¨ªsima ni?a, que luce m¨²ltiples trenzas en la cabeza. Pasan de largo frente a los despachos del Comit¨¦ de Ayuda C¨ªvica desde donde los miran rostros de todos los colores.
Los colaboradores de G¨¢nnushkina est¨¢n desilusionados: ¡°El presidente de Colombia seguramente no necesita el dinero tanto como nosotros¡±.
Vamos a la cocina a bebernos el champa?a, pero en la cocina est¨¢ el t¨¦cnico arreglando la puerta del horno. El t¨¦cnico, con aire de profesor, toma medidas que apunta en una libreta. ¡°Si le llegan a dar el premio a Svetlana Alex¨¦ievna, usted podr¨ªa contar que estaba arregl¨¢ndole el horno cuando anunciaron el galard¨®n¡±. El t¨¦cnico sonr¨ªe por primera vez, se ofrece voluntario para descorchar la botella, pero declina la invitaci¨®n. ¡°No, yo no bebo, ni fumo, pero me alegra hacer algo por las mujeres¡±. Bebemos ¡°a cuenta del a?o pr¨®ximo¡±.
Dotada de una extraordinaria capacidad de trabajo, G¨¢nnushkina ha viajado reiteradamente por el C¨¢ucaso y ha redactado informes sobre la situaci¨®n de la comunidad chechena en Rusia. En las ¨²ltimas elecciones parlamentarias, el pasado 18 de septiembre, la activista compiti¨® por un esca?o en la rep¨²blica de Chechenia, en las listas del partido Y¨¢bloko. Como candidata desafi¨® al l¨ªder local, Ramz¨¢n Kadirov, quien gan¨® las elecciones, oficialmente con un resultado pr¨®ximo al 99%. Para que no quede duda de quien manda all¨ª.
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