El cambio exiguo en Ferguson, la cuna del nuevo debate racial

M¨¢s informaci¨®n

Todos los reportajes de LENA en EE UU

Los comercios de la empobrecida avenida West Florissant ya no est¨¢n tapiados por miedo a saqueos. Tampoco hay todoterrenos militares para dispersar con gas lacrim¨®geno a manifestantes. En la calle Canfield, ya no hay flores en el lugar en que en agosto de 2014 muri¨® Michael Brown, un negro de 18 a?os desarmado, por disparos de un polic¨ªa blanco. La gasolinera incendiada en las protestas tras la muerte de Brown se convertir¨¢ en un centro de ayuda para j¨®venes.

Pero en Ferguson (Misuri), la cuna del debate en Estados Unidos sobre el trato de la polic¨ªa con la comunidad afroamericana, la sensaci¨®n de los residentes es que casi nada ha cambiado.

Paseando por el barrio negro en que muri¨® Brown en este suburbio de San Luis, la pregunta sobre si ha mejorado la relaci¨®n con la polic¨ªa recibe respuestas parecidas. ¡°Es la misma. La polic¨ªa es de la misma manera que era¡±, dice una mujer negra de unos 50 a?os, que declina dar su nombre y vive en el humilde complejo de apartamentos en que lo hac¨ªa el fallecido. Los ¨²nicos recuerdos a Brown son una paloma esculpida en la acera y unos grafitis en su honor en la calzada.

Algo s¨ª ha cambiado. La mujer sostiene que, tras la muerte del joven, la polic¨ªa ha reducido su presencia en el barrio por miedo a verse envuelta en nuevas pol¨¦micas. ¡°Si los llamas, no vienen. Est¨¢n preocupados de que les tiroteen y que ellos no puedan disparar contra alguien con las manos alzadas¡±, dice. Se refiere al supuesto gesto -no demostrado en la investigaci¨®n que exoner¨® al agente- que hizo Brown antes de recibir una decena de disparos del polic¨ªa que lo par¨® mientras andaba por la calle.

Los claroscuros sobre su muerte desataron una ola de protestas de la poblaci¨®n negra de Ferguson. Denunciaba sufrir un patr¨®n de discriminaci¨®n racial de la polic¨ªa, que fue confirmado despu¨¦s por una investigaci¨®n del Departamento de Justicia federal. La violenta represi¨®n de las protestas propici¨® ecos inc¨®modos en EE UU por los paralelismos con la lucha por los derechos civiles en los a?os sesenta.

Ferguson y la reiteraci¨®n de casos parecidos han logrado que el eje del debate racial en EE UU sea ahora la relaci¨®n entre la polic¨ªa y la comunidad afroamericana. Ferguson ha impulsado la transparencia: proliferan las grabaciones ciudadanas para destapar casos de brutalidad policial y crecen el n¨²mero de cuerpos que colocan c¨¢maras en los uniformes de sus agentes. Y es un asunto central en las elecciones presidenciales de noviembre: la dem¨®crata Hillary Clinton ha incorporado a su campa?a a madres de negros muertos por la polic¨ªa, y el republicano Donald Trump dibuja un paisaje apocal¨ªptico de crimen en los suburbios negros que promete revertir con ley y orden.

Los afroamericanos son mayor¨ªa en Ferguson, de unos 20.000 habitantes, pero est¨¢n infrarrepresentados en las instituciones. El pasado mayo, el Ayuntamiento contrat¨® al primer jefe negro de la polic¨ªa y prometi¨® ampliar el n¨²mero de agentes negros, que ahora suponen un 5% de la plantilla. Fue una consecuencia del acuerdo al que lleg¨® con el Departamento de Justicia, que lo hab¨ªa denunciado por pr¨¢cticas inconstitucionales, y que debe derivar en una reforma del sistema policial.

Pero en las calles perciben poca novedad. Marcus White, afroamericano de 23 a?os, tambi¨¦n esgrime que los agentes patrullan menos y que las interacciones ¡°han empeorado¡±: alega que siguen multando y parando m¨¢s a negros que a blancos. ?l ahora ya no conduce por la ciudad cansado de lo que describe como excusas para multarlo. La investigaci¨®n federal destap¨® que las multas, que afectaban desproporcionadamente a negros, eran una fuente principal de financiaci¨®n de Ferguson.

White, que trabaja de jardinero, explica que la desesperanza cunde en el barrio en que muri¨® Brown. La mayor¨ªa de residentes no trabajan y reciben subsidios para comprar alimentos. Se enquistan la violencia y el tr¨¢fico de drogas. ?l tiene dos hijos de corta edad y critica la descomposici¨®n de muchas familias negras por la ausencia de padres y valores. ¡°Ven un d¨ªa por la ma?ana y ver¨¢s¡±, dice. Asegura que los chicos de 16 y 17 a?os no quieren ir ni a la escuela ni trabajar. ¡°?Qu¨¦ se les ofrece aqu¨ª?¡±, se pregunta.

El joven tiene previsto votar a Clinton en noviembre para evitar una victoria de Trump, al que considera racista. ¡°?Cu¨¢ndo era grande Am¨¦rica cu¨¢ndo recog¨ªamos algod¨®n?¡±, dice en referencia al lema del candidato republicano de recuperar la grandeza del pa¨ªs, y a la ¨¦poca en que los esclavos negros trabajaban en los campos de algod¨®n del sur. ¡°La Am¨¦rica que era grande para blancos no lo era para negros¡±.

La poblaci¨®n blanca vive en el centro hist¨®rico de Ferguson, donde tienen su sede la polic¨ªa y el Ayuntamiento. Los comercios tambi¨¦n han dejado de estar tapiados y ya no hay rastro de protestas frente a la comisar¨ªa. La percepci¨®n es un poco m¨¢s positiva. ¡°Siempre ha habido y hay tensi¨®n racial. Ha mejorado pero queda progreso por hacer¡±, dice Ron, un veintea?ero blanco que trabaja en un restaurante. El local, solo con clientes blancos, exhibe un ejemplar del libro ¡®Pintura para la paz en Ferguson¡¯.