El pr¨®ximo Trump
En ca¨ªda libre, su derrota no ocurrir¨¢ por ser populista sino por no serlo
The New York Times divulga sus impuestos impagos y los testimonios de sus v¨ªctimas de acoso sexual. The Washington Post publica ¡°el argumento final¡±, un detallado compendio de sus ¡°comentarios err¨®neos, maliciosos e ignorantes¡± desde el comienzo de su campa?a. Time, que en agosto lo tuvo en portada derriti¨¦ndose, ahora la repite ya completamente l¨ªquido.
Se trata de Donald Trump, a quien le queda poco tiempo. Las encuestas separadas por g¨¦nero son un ejercicio elocuente. Con un voto enteramente femenino, el colegio electoral favorecer¨ªa a Hillary Clinton por 458 a 80 votos. El masculino ir¨ªa para Trump por 350 contra 188. No es una regla de tres simple pero la aritm¨¦tica es bastante robusta. Con 272 votos se obtiene la llave de la Casa Blanca.
Su derrota tranquiliza, pero no puede ocultar preocupaciones m¨¢s de fondo. Es que su antipol¨ªtica ha sido profunda. Ha sido capaz de revelar la propia descomposici¨®n del Partido Republicano, un partido que durante d¨¦cadas fue abandonando el legado de Lincoln para abrazar el extremismo, sea social, cultural o religioso tanto como fiscal.
La aberraci¨®n de su candidatura, que horroriza al establishment del partido, cobra sentido si se la ve como culminaci¨®n de la prolongada erosi¨®n del centro de gravedad del partido. Trump no es causa de ello, precisamente, sino su consecuencia m¨¢s visible.
Algo parecido ocurre ¡°al otro lado del pasillo¡±¡ªacross the aisle¡ªcon los Dem¨®cratas. Los wikileaks podr¨¢n ser exagerados y algunos hasta inventados, pero son muy cre¨ªbles. Es un partido reducido a maquinaria de los Clinton, operaci¨®n pol¨ªtica cuyos bur¨®cratas m¨¢s elevados no son estadistas ni pensadores excelsos sino expertos en campa?as electorales. Es decir, una despiadada nomenclatura competente en trucos que pueden usarse contra Trump, como antes contra Sanders o el mism¨ªsimo Obama en 2008.
El ¡°¨¦xito¡± de Trump, en definitiva, ha sido exponer la disfuncionalidad del sistema pol¨ªtico como nadie antes. Es Trump quien explica sin hacerlo, y sin advertirlo, el cierre del gobierno, la par¨¢lisis legislativa, el desfinanciamiento de la burocracia federal, los vetos y contra vetos. Y por si fuera poco, ahora parece determinado a incendiar la casa entera: ¡°Habr¨¢ fraude electoral; los medios de comunicaci¨®n est¨¢n en colusi¨®n con la campa?a de Hillary Clinton; una conspiraci¨®n de banqueros internacionales intenta destruir la soberan¨ªa del pa¨ªs¡±; y tantos otros sinsentidos.
La candidatura de Trump, hoy fallida, expresa una profunda crisis, no obstante, la del sistema de representacion tal como la expresan partidos pol¨ªticos que no funcionan y una institucionalidad caduca
?En ca¨ªda libre, su derrota no ocurrir¨¢ por ser populista¡ªmet¨¢fora usada ad nauseam y sin rigor hist¨®rico ni conceptual¡ªsino por no serlo. Disfuncional, con partidos fragmentados y con una ca¨ªda hist¨®rica en los niveles de credibilidad social, de hecho, el sistema pol¨ªtico post-Trump est¨¢ servido para un pr¨®ximo Trump, alguien m¨¢s sutil y m¨¢s demag¨®gico. Tal vez un verdadero populista.
El pr¨®ximo Trump buscar¨¢ construir una base amplia y heterog¨¦nea, una coalici¨®n inclusiva que cortar¨¢ el sistema de partidos de manera transversal. Eso es precisamente el populismo, una modalidad de representaci¨®n que desaf¨ªa y desmantela la institucionalidad existente, o que ocupa el vac¨ªo dejado por la caducidad de esa institucionalidad.
Un Trump populista habr¨ªa capturado una porci¨®n importante de la base de Sanders usando su agenda proteccionista, lo cual le habr¨ªa permitido cultivar el apoyo de sectores sindicales, eminentemente dem¨®cratas. Un Trump populista se habr¨ªa quedado con una buena parte de ambos partidos. El Trump real termina sin ninguno de ellos.
El Trump del futuro no expulsar¨¢ mujeres, inmigrantes, ni minor¨ªas religiosas. Una coalici¨®n populista es siempre un collage de identidades diversas, y siempre incluye a sectores con intereses contrapuestos. Amalgamarlos, aun demag¨®gicamente, y no enfrentarlos, es siempre la tarea de un l¨ªder populista.
Un populista ofrece una ret¨®rica nacionalista pero en serio, con referencia a amenazas con significaci¨®n hist¨®rica en el imaginario colectivo. Un populista habr¨ªa hablado de la Rusia de Putin y su pasado en la KGB, no de inmigrantes mexicanos. ¡°Lo nacional¡± se desdibuja si se eligen los negocios post electorales.
El pr¨®ximo Trump no ser¨¢ la antipol¨ªtica, porque el populismo es la h¨ªper pol¨ªtica. Ese Trump tendr¨¢ una narrativa, un imaginario que retrate el final del camino: la imprescindible utop¨ªa de cualquier populismo. No existe en Trump una idea comunitaria, como en el populismo agrario estadounidense de siglo XIX, ni tampoco ese organismo biol¨®gico regido por ¡°lo popular¡±, como en el populismo latinoamericano del siglo XX.
La candidatura de Trump, hoy fallida, expresa una profunda crisis, no obstante, la del sistema de representacion tal como la expresan partidos pol¨ªticos que no funcionan y una institucionalidad caduca, la de la baja participacion electoral, el gerrymandering, la perpetuaci¨®n en los curules y el colegio electoral, entre otras patolog¨ªas no democr¨¢ticas.
Esta crisis, pendiente de resoluci¨®n, constituye un escenario ¡°de libro¡¯ para el surgimiento del populismo. Trump les hizo pensar a todos que eso era ¨¦l, sin serlo. A menos que haya una profunda reforma con m¨¢s democracia, no con menos, le quedar¨¢ en bandeja a un pr¨®ximo Trump capitalizar todo aquello que ¨¦ste ha hecho tan visible.
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