El poder de las mujeres contra Trump y otros l¨ªderes machistas
Los comentarios sexistas y delictivos del candidato republicano le pueden costar la elecci¨®n. En todo el mundo, la movilizaci¨®n femenina por la igualdad se activa y obtiene frutos
Para muchos hombres ¡ªm¨¢s de los que parece, desgraciadamente¡ª el lugar de la mujer sigue siendo la casa, la cocina, el cuidado de los hijos; los temas dom¨¦sticos, en general. Es alguien que est¨¢ ah¨ª para el hombre, para apoyarle, atenderle y tambi¨¦n para satisfacerle. Desde Donald Trump, con sus comentarios agresivos, obscenos, aberrantemente machistas y delictivos ¡ªs¨ª, no olvidemos que el acoso es un delito¡ª al presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, que hace un par de d¨ªas apostill¨® que el lugar de su esposa era la cocina, y no la pol¨ªtica. Ella, Aisha Buhari, hab¨ªa ¡®osado¡¯ hacer un comentario sobre la gesti¨®n de su Gobierno.
Quiz¨¢ hace unos cuantos a?os, las palabras y actitudes intolerables, irrespetuosas y sexistas del candidato republicano a la Casa Blanca habr¨ªan pasado desapercibidas. Nunca lo sabremos. Pero hoy, si hay algo que est¨¢ logrando desestabilizar la campa?a electoral estadounidense es, precisamente, el comportamiento de Trump hacia las mujeres. Hacia la mitad del pa¨ªs, del electorado. Y m¨¢s importante quiz¨¢, hacia su electorado y los viejos valores de su partido. Es probable que el magnate neoyorquino est¨¦ deseando ahora volver a antes de 1920, cuando las mujeres a¨²n no pod¨ªan votar en Estados Unidos. Porque denostar a la mitad de la poblaci¨®n, hoy, le puede costar caro.
Cada vez m¨¢s lejos de las cocinas y m¨¢s cerca de la plaza p¨²blica, y pese a que a¨²n se est¨¢ lejos de lograr la igualdad real ¡ªpensemos en las violencias machistas, la brecha salarial, la carga de los cuidados en la figura femenina¡ª, los ataques contra la autonom¨ªa de las mujeres tienen un precio. Est¨¢ pasando en todo el mundo. En Polonia, su movilizaci¨®n social ha logrado frenar la reforma de la ley del aborto que prohib¨ªa totalmente esta prestaci¨®n sanitaria en un pa¨ªs donde ya est¨¢ rigurosamente limitada. Los ultraconservadores de Ley y Justicia (PiS) no han podido ignorar a las decenas de miles de mujeres que, vestidas de negro, tomaron las calles del pa¨ªs para reivindicar el derecho a decidir sobre su maternidad. La indignaci¨®n hacia la ley ¨Cque impon¨ªa m¨¢s pena a la mujer violada que aborta que a su agresor, por ejemplo¡ª ha sido la espita para una manifestaci¨®n in¨¦dita que el Gobierno teme ahora que se extienda a otros ¨¢mbitos.
M¨¢s cerca, la movilizaci¨®n de las organizaciones de mujeres ¡ªa las que se fueron sumando miles de hombres¡ª tambi¨¦n logr¨® en Espa?a hace dos a?os aparcar el endurecimiento de la ley del aborto. Y no s¨®lo eso. Adem¨¢s, se llev¨® por delante al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, hasta entonces uno de los titulares estrella en el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
No es algo nuevo. Durante siglos las mujeres se han enfrentado al poder establecido: tuvieron un papel activo en la toma de la Bastilla, en la revoluci¨®n rusa ¡ªsu manifestaci¨®n pidiendo ¡°pan y paz¡± fue clave¡ª, o hace solo unas d¨¦cadas, contra la dictadura argentina ¡ªcomo las madres y abuelas de la Plaza de Mayo¡ª. La globalizaci¨®n, las redes sociales y la presencia de mujeres en todos los ¨¢mbitos han hecho estas movilizaciones y logros cada vez m¨¢s visibles y conscientes. Y plurales. Porque aunque existen muchos trumps y buharis cada vez hay m¨¢s hombres indignados por la situaci¨®n de Polonia, los comentarios del magnate republicano, la desigualdad, las violencias machistas.
Porque agraviar, vilipendiar, ultrajar, atacar a las mujeres afecta directamente a la mitad de la poblaci¨®n e indirectamente a todo el mundo. Atenta contra la colectividad y afecta a la calidad de nuestro sistema democr¨¢tico y la convivencia.
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