El Gobierno del rencor
Los grandes principios y razones no se est¨¢n defendiendo en las urnas
?Qu¨¦ tienen en com¨²n el Brexit, el acuerdo de paz entre Colombia y las FARC, la abstenci¨®n en Espa?a en las dos ¨²ltimas elecciones y el panorama electoral en Estados Unidos?
Empecemos por Reino Unido, un pa¨ªs desarrollado por excelencia, un pa¨ªs donde las esencias y la cruz de San Jorge permanecen imborrables en su bandera como emblema de la historia, un pa¨ªs que nunca olvid¨® la gran tormenta tras la que se cerraron Calais y Dover y aquellos titulares de los peri¨®dicos brit¨¢nicos: Niebla en el canal, el continente aislado. Tras el Brexit, los j¨®venes brit¨¢nicos no dejan de recordar que 27 oportunidades siempre son mejor que una. Sin embargo, todos sabemos que el resultado de ese refer¨¦ndum no fue por arte de magia: que fueron los mismos ingleses los que decidieron su destino. Gran parte de la poblaci¨®n no vot¨® y a partir de ah¨ª Londres busca ¡ªtras recorrer el camino de la decadencia como imperio¡ª un reencuentro con sus or¨ªgenes. Aunque no hay que olvidar que fueron los primeros en decirle a Alemania: t¨² no eres Europa.
En el caso de Colombia, con 52 a?os de guerra civil, 52 a?os apost¨¢ndole a las armas, a los helic¨®pteros y a los aviones, 52 a?os sin poder ganar y, aunque la paz se manifestaba como el anhelo de los colombianos, el d¨ªa del plebiscito para aprobar los acuerdos de paz con las FARC tambi¨¦n una gran parte de los votantes decidi¨® quedarse en su casa. Hay quien dice que el problema de fondo del expresidente ?lvaro Uribe con este acuerdo es que ¨¦l no lo hizo. Y es posible que as¨ª sea o tambi¨¦n que ¨¦l considere que hay que tener la paz perfecta sobre la justicia perfecta.
Aspirar a lo que nunca existi¨® es positivo y forma parte de la condici¨®n humana, pero el asunto es que Colombia est¨¢ viviendo una experiencia ¨²nica ya que, a pesar de que el pueblo dijo no, las FARC y lo que queda del Gobierno de Juan Manuel Santos, fortalecido por el premio Nobel de la Paz, dijeron s¨ª, lo que significa de momento que no habr¨¢ regreso a las armas. Todo este fen¨®meno tiene que ver con la soledad y las lecciones que debemos aprender ante un mundo que hoy est¨¢ en manos de aquellos que por una raz¨®n u otra ¡ªrencor, odio o venganza¡ª fueron a votar.
En este contexto, Espa?a ha descubierto algo maravilloso que ignoraba desde la ¨¦poca de los Reyes Cat¨®licos: que se vive mejor sin gobierno. M¨¢s de 300 d¨ªas ya y no pasa nada. Se trata de un lujo un poco caro porque hay un mont¨®n de par¨¢sitos sociales involucrados en la toma de decisiones que ahora, sin ninguna legitimidad y sin ning¨²n respaldo formal de su Constituci¨®n y de sus leyes, ejercen el poder sobre los ciudadanos. Pero eso s¨ª, de manera discreta, porque ya no son el Gobierno, ahora son los administradores temporales de un fracaso colectivo. ?Cu¨¢ntos espa?oles votaron en las ¨²ltimas elecciones? No lleg¨® al 70%, lo que supone que m¨¢s de 10 millones de personas se quedaron en casa.
Y as¨ª llegamos a la fecha crucial del 8 de noviembre en Estados Unidos, en la que en teor¨ªa m¨¢s de 200 millones de personas podr¨¢n votar, siguiendo los datos del registro de 2014, para elegir al nuevo presidente del pa¨ªs, que a¨²n sigue siendo el emperador del mundo.
Eso, si votan. ?Qu¨¦ pasar¨¢? ?Es posible que como Donald Trump ya est¨¢ por convertirse en un candidato independiente, encarnando lo m¨¢s vulgar y lo peor del pueblo, los pol¨ªticos profesionales, los intelectuales, los think tanks y los pensadores decidan no votar? De ser as¨ª, la abstenci¨®n de la raz¨®n terminar¨¢ por traernos a un emperador que nos obligar¨ªa a remontarnos hasta Ner¨®n para encontrar a un personaje similar.
Sin duda, estamos ante la crisis generalizada del sistema de representaci¨®n porque ahora la incapacidad del modelo democr¨¢tico est¨¢ produciendo un enorme vac¨ªo de poder. Hemos llegado a un punto culminante, en el que si la abstenci¨®n se mantiene como en los ¨²ltimos a?os, todos aquellos que representan lo peor de la sociedad y que encarnan la frustraci¨®n colectiva, terminar¨¢n adue?¨¢ndose del poder.
No hay que ir contra los abstencionistas por sentido com¨²n, sino contra la furia militante. Al final, los grandes principios y las grandes razones no se est¨¢n defendiendo en las urnas. Tal vez, si se sigue por el mismo camino, esa pesadilla llamada Trump llegar¨¢ al Despacho Oval.
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