M¨¢s duro ser¨¢ el ¡®Brexit¡¯
Theresa May explica ante los 27 sus ideas sobre el divorcio europeo
El Brexit suave, soft, ha fracasado antes de nacer. Surgi¨® con el susto del refer¨¦ndum, sobre todo en la City londinense. El problema de los refer¨¦ndums es que no se sabe qui¨¦n gestiona el resultado adverso para el Gobierno, tal como se?al¨® con convincente perspicacia Felipe Gonz¨¢lez con ocasi¨®n del que convoc¨® sobre la pertenencia de Espa?a en la OTAN. David Cameron iba a gestionar el s¨ª, que era la confirmaci¨®n de un acuerdo especial del Reino Unido con la UE y lo m¨¢s parecido a un Brexit suave sin salirse del club. Ya se vio la pelea de pub ingl¨¦s en la que se enzarzaron los aspirantes a gestionar el no. Todo ha quedado en manos de Theresa May, una se?ora que combina imprevisibilidad y obstinaci¨®n, una forma educada del extremismo. El resultado es una fecha exacta para la petici¨®n de divorcio, finales de marzo, y una inquietante redundancia, Brexit es Brexit, que Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, ha traducido con precisi¨®n: no hay nada entre el Brexit duro y el no-Brexit, que significa la renuncia a los alocados e inexistentes planes de salida. Y con una promesa: no habr¨¢ pasteles a repartir en la mesa europea, sino sal y vinagre para todos.
Es la apertura del juego, como en el ajedrez. Vemos las intenciones y las amenazas, c¨®mo ser¨¢n las defensas y los ataques. May quer¨ªa una negociaci¨®n previa a la negociaci¨®n, un primer tanteo que le proporcionara informaci¨®n sobre el enemigo. Lo intentar¨¢ de nuevo este jueves en Bruselas, en la primera cumbre a la que asiste, pero no la tendr¨¢. Los 27 est¨¢n ya enrocados y la recibir¨¢n de u?as. Tampoco a ellos les gusta el Brexit suave. Hasta que no haya petici¨®n formal, mediante la activaci¨®n del art¨ªculo 50 del Tratado de la Uni¨®n, no habr¨¢ negociaci¨®n. El mercado ¨²nico es indivisible: sin libertad para las personas, no la habr¨¢ para capitales, bienes y servicios.
Londres ya no est¨¢ en los consejos informales, los de las grandes conspiraciones, ni preside el primer semestre europeo de 2017. A sus competentes funcionarios en las instituciones se les ha congelado la carrera. Las felices cuentas de la campa?a, una vez pasadas por las urnas, parecen pesadas e insoportables facturas que probablemente crecer¨¢n. La se?ora May no podr¨¢ eludir las explicaciones en Westminster, donde los diputados quieren saberlo todo cuando ella quiere esconder todas sus cartas mientras no empiece la partida. Y sabe que las dos fechas que ha marcado convocaran los peores instintos de los mercados: la primera, a finales de marzo, cuando ha prometido activar el art¨ªculo 50; la segunda, al cabo de dos a?os, cuando se produzca la desconexi¨®n autom¨¢tica, a menos que Londres consiga la improbable pr¨®rroga de la negociaci¨®n por unanimidad de los 27.
Durante este tiempo, Reino Unido se quedar¨¢ sin veto ni voto. Pero hasta el ¨²ltimo d¨ªa podr¨ªa retirar la demanda de divorcio. Ser¨ªa una humillaci¨®n indigna e impropia, pero la ¨²ltima v¨ªa de escape que quedar¨ªa antes del momento definitivo, el del genuino choque de trenes, para recuperar as¨ª el soft Brexit o sencillamente renunciar a tan insensata aventura.
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