La voz que resisti¨® al sitio de Sarajevo
Boban Minic decidi¨® permanecer en su ciudad a pesar de las bombas para transmitir esperanza desde la radio local durante la guerra de Bosnia
¡°Coronel, est¨¢ usted en directo. Que ese ni?o viva o muera, depende de que usted env¨ªe un veh¨ªculo para recogerle. ?Qu¨¦ va a hacer?¡±. En pleno sitio de Sarajevo (1992-1996), durante la guerra de Bosnia, una mujer llama a la radio local desesperada porque a su beb¨¦ se le ha quedado metralla en la cabeza tras un ataque. El locutor, Boban Minic, no duda en llamar a un alto mando del Ej¨¦rcito ante los o¨ªdos de los habitantes de una ciudad aterrada por las bombas y los francotiradores. El coronel colg¨® azorado. Ni el periodista ni la audiencia supieron qu¨¦ pas¨® con ese ni?o, hasta muchos a?os despu¨¦s.
Boban Minic dirig¨ªa programas culturales en Radio Sarajevo antes de la guerra. De la noche a la ma?ana, pas¨® a hacer periodismo de guerra y se convirti¨® en la voz de sus vecinos durante gran parte de aquel asedio sin precedentes en la Europa moderna. El periodista lamenta que ese conflicto destrozara un ejemplo de convivencia de culturas y religiones. ¡°Desde la ventana de mi habitaci¨®n pod¨ªa ver la mezquita m¨¢s grande de los Balcanes, la catedral ortodoxa y al fondo la sinagoga. Eso era Sarajevo¡±, cuenta Minic. El periodista relata su experiencia como locutor de una ciudad sitiada en el libro Bienvenido a Sarajevo, hermano y en el documental Good night, Sarajevo,?dirigido por Edu Mar¨ªn y Olivier Algora. Esta semana presentaron este trabajo en un encuentro exclusivo con suscriptores de EL PA?S.
¡°Yo solo pensaba en no fallar a la ciudad y tambi¨¦n a mi hijos¡±. En cuanto comenz¨® el sitio, abandon¨® su faceta cultural y se dedic¨® a transmitir esperanza a Sarajevo a trav¨¦s de las ondas. "Mi ¨²nica arma era la palabra", sentencia. Cuando comenzaron a fallar las comunicaciones ide¨® una emisi¨®n llamada Lazos Rotos en la que trataba de informar a los familiares separados por el conflicto. En otro, jugaba a imaginar c¨®mo ser¨ªa Sarajevo dentro de diez o quince a?os. Su mujer y dos hijos, uno de ellos nacido en pleno asedio, consiguieron escapar a Espa?a gracias a la ayuda del corresponsal de Cataluyna Radio en la zona. ?l permaneci¨® firme frente al micr¨®fono un a?o m¨¢s.
¡°El camino hasta el edificio de la radiotelevisi¨®n era una ruleta rusa¡±, asegura. Cuenta Minic que cuando la situaci¨®n se volvi¨® muy peligrosa, una furgoneta hac¨ªa rutas por la ciudad para recoger a los trabajadores de la radio y la televisi¨®n. En aquel veh¨ªculo con espacio para nueve ocupantes, llegaron a api?arse 38. ¡°Cambi¨¢bamos de recorrido todos los d¨ªas, porque ¨¦ramos un blanco para los francotiradores. A un compa?ero m¨ªo, una bala le atraves¨® los dos carrillos mientras estaba hablando, pero sobrevivi¨®¡±. El edificio de la emisora tambi¨¦n fue objetivo de infinidad de ataques, pero la s¨®lida construcci¨®n comunista resisti¨®. ¡°Una de las bombas estall¨® en el estudio de al lado durante un programa, me ca¨ª al suelo y les dije a los oyentes que no se preocuparan, que no podr¨ªan con nosotros¡±.
Minic acab¨® formando parte del mill¨®n de refugiados que dej¨® el conflicto de Bosnia. Tras dos a?os luchando contra las balas solo con su voz, acab¨® perdi¨¦ndola y apenas pod¨ªa hablar. Para escapar de Sarajevo hab¨ªa que atravesar un angosto t¨²nel construido de forma clandestina que pasaba por debajo del aeropuerto. Cuando ¨¦l lo recorri¨®, estaba lleno de barro y el agua le llegaba hasta las rodillas. Gracias a un grupo de periodistas catalanes, la familia consigui¨® un hogar y un trabajo en la Costa Brava. ¡°Europa no ha aprendido nada. Con esta nueva crisis de refugiados, los l¨ªderes se limitan a decir que hay que hacer algo pero no lo hacen. El d¨ªa que vimos la foto del ni?o muerto en la playa, no pudimos dormir¡±, relata un hombre ¡°pesimista sobre la condici¨®n humana¡±. Confiesa que no puede evitar la nostalgia por su vida antes de la guerra y eso le lleva a ¨¦l y a muchos otros a buscar a compatriotas en Facebook. As¨ª fue como encontr¨® a la madre de aquel ni?o herido por la metralla y por fin se enter¨® de que el peque?o sobrevivi¨® porque una ambulancia hab¨ªa llegado aquella noche a su casa.
La guerra le cambi¨® a este periodista la vida y el nombre, porque en su pa¨ªs natal se llamaba Slobodan. ¡°Como era imposible que en Espa?a nadie pronunciara bien mi nombre lo cambi¨¦ por Boban¡±, apunta. Al antiguo Slobodan le gusta regresar a su ciudad de vez en cuando y recorrer la Sarajevo que ¨¦l conoci¨®, donde algunos de su generaci¨®n se quedaron y ¡°siguen como siempre¡±. En el edificio de la radio, colocaron una placa con los nombres de todos los trabajadores ca¨ªdos durante la guerra. Hace tiempo que comprendi¨® ese lugar es parte de su pasado: ¡°Es la ciudad que am¨¦ y a la que nunca regresar¨¦¡±.
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