La UE y Canad¨¢ firmar¨¢n el domingo el tratado comercial tras esquivar el veto val¨®n

La firma del acuerdo comercial UE-Canad¨¢ ¡ªel denominado CETA¡ª se har¨¢ realidad tras superar una larga traves¨ªa plagada de obst¨¢culos. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, pone este s¨¢bado rumbo a Bruselas para participar el domingo en una cumbre bilateral solo tres d¨ªas despu¨¦s de que se aplazara el encuentro, que deb¨ªa haberse celebrado el jueves. En medio, el tratado ha superado el rechazo de la regi¨®n de Valonia, cuyo Parlamento ha dado finalmente permiso al Gobierno belga para rubricarlo despu¨¦s de obtener garant¨ªas sobre los pol¨¦micos tribunales de arbitraje y hacerse con el derecho a cortocircuitar el acuerdo en un a?o. Una vez logrado el benepl¨¢cito de la C¨¢mara franc¨®fona, los 28 Estados miembros de la UE ten¨ªan hasta la pasada medianoche para presentar objeciones a su firma, pero ninguno se opuso.

"?Misi¨®n cumplida!", afirm¨® anoche a modo de celebraci¨®n el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al anunciar la cumbre de este domingo. "Grandes noticias. Estoy deseando estar all¨ª", le secund¨® Trudeau. El tono triunfal de ambos dirigentes tiene su explicaci¨®n en las dificultades que han salvado en el camino. Valonia, una regi¨®n belga de 3,5 millones de habitantes golpeada por la desindustrializaci¨®n, ha mantenido una negativa visceral al pacto que amenazaba con hacerlo descarrilar poniendo en duda la capacidad de Europa de convertirse en un actor global.

Bruselas salva por ahora la credibilidad de su pol¨ªtica comercial, pero el tratado est¨¢ todav¨ªa lejos de ser una realidad definitiva. El CETA empezar¨¢ a aplicarse provisionalmente cuando la Euroc¨¢mara d¨¦ el visto bueno, algo que suceder¨¢ en las pr¨®ximas semanas salvo sorpresa, dado que los partidarios del acuerdo (populares, liberales y parte del grupo socialdem¨®crata) cuentan con una amplia mayor¨ªa de diputados.

El mayor desaf¨ªo llegar¨¢ en los Parlamentos. Unas 38 c¨¢maras nacionales y regionales repartidas por los Veintiocho deber¨¢n ratificar el acuerdo para que sea definitivo. Una sola negativa es suficiente para acabar con el CETA. Las presiones de Alemania fueron decisivas para que Bruselas exigiera que todos los Parlamentos de la UE aprueben el documento. Con una cita electoral en el horizonte, Berl¨ªn rechaz¨® que Europa ratificara el tratado sin que el texto pasara antes por el Bundestag para evitar perder legitimidad democr¨¢tica ante sus opositores, que han llevado a cabo multitudinarias movilizaciones de protesta.

El CETA se enfrenta as¨ª a una complicada gira que puede durar a?os y volver¨¢ a llevar el tratado, entre otros, al Parlamento val¨®n, dado que las negociaciones de los ¨²ltimos d¨ªas con su presidente, Paul Magnette, no versaban sobre la ratificaci¨®n oficial del documento, sino sobre autorizar a B¨¦lgica para aceptarlo. No es el ¨²nico reto: el texto est¨¢ bajo la lupa del Tribunal Constitucional alem¨¢n, que podr¨ªa mutilar algunos cap¨ªtulos en los pr¨®ximos meses.

El farragoso mecanismo de aprobaci¨®n ha generado un debate sobre si Europa debe asumir en exclusiva la competencia comercial tal y como marca el Tratado de Lisboa en lugar de consultar a los Estados miembros. En un momento en que el sentimiento antiestablishment hace ganar enteros a fuerzas populistas a lo largo y ancho de Europa, muchos se preguntan si merece la pena correr el riesgo de que se repitan en el futuro espect¨¢culos similares al no del Parlamento val¨®n, una regi¨®n con una poblaci¨®n inferior al 1% de la UE que ha sido capaz de bloquear temporalmente un pacto estrat¨¦gico como el negociado con Canad¨¢ durante siete a?os.